La primera celebración del Día de la Madre en el Perú fue hace 87 años(10 de mayo de 1924) gracias a la iniciativa del Centro Universitario Ariel. Así informó El Comercio esta noticia.
La feliz iniciativa del Centro Universitario Ariel, de dedicar el segundo domingo de mayo al Día de la Madre, y que fuera acogida con sincero entusiasmo por todos los sectores de la opinión y consagrada por una resolución gubernativa que le da valor oficial, tuvo ayer en Lima su primera realización con el más lisonjero de los éxitos.
Desde temprano, en todos los hogares, en los centros educativos y en las instituciones culturales, sencillas ceremonias consagraron el día dedicado a las madres.
Antes de las 5 de la tarde, hora designada para la actuación solemne que debía realizarse en la universidad, el viejo salón general de actuaciones se encontraba totalmente lleno de damas y caballeros de nuestra sociedad, delegaciones de los colegios de niños y de alumnos de San Marcos, que ocupaban igualmente el amplio patio de la universidad.
Todos los alumnos ostentaban en el ojal rosas rojas, aquellos cuyas madres viven, y rosas blancas aquellos cuyas madres han muerto. La impresión que daba ayer el General de San Marcos con este motivo era imponente y simpática. Poco después de las 5 ingresó al salón el rector de la universidad, don Manuel Vicente Villarán, acompañado de catedráticos, periodistas, escritores y de la junta directiva del Centro Universitario Ariel. La presencia del rector fue recibida con extraordinarios aplausos, que solo cesaron cuando, junto con sus acompañantes, ocupó el estrado oficial.
Puesto de pie el rector, abrió la actuación con el siguiente discurso que fue muy aplaudido: “Al grupo de jóvenes, llenos de sano idealismo, del Centro Universitario Ariel corresponde la idea feliz de haber promovido entre nosotros la fiesta de la madre. Accediendo a su amable requerimiento, me es grato que la universidad, templo de educación, auspicie y presida este homenaje que la piedad filial tributa a las madres, a las perennes y supremas educadoras, a las maestras nativas del género humano. Sentimientos comunes de ternura hacia nuestra madre, regocijando en los que tiene la dicha de conservarla, melancólico en los que padecen el infortunio de haberla perdido, congregándonos en esta ceremonia, casi ritual de una religión que no conoce sectas ni discute dogmas, la universal religión que adora con efusivo culto, en todas las razas y todos los siglos, la semidivina figura de la madre. Estas breves palabras mías no pretenden deciros la magnitud incomparable de la obra maravillosa y eterna que significa y cumple el amor maternal.
Quienes recordamos, sin embargo, que a la madre debemos la eclosión del amor en nuestro corazón y del deber en nuestra conciencia, amor y deber que son los polos de toda sabiduría, los manantiales de toda felicidad, belleza y civilización”.
(…)
El presidente del Centro Universitario Ariel, señor Carlos Alberto Izaguirre, pronunció enseguida el dedicado discurso que sigue:
“En este instante de crisis en todos los órdenes de la vida, estamos de parte del ideal y hemos querido poner un jalón moral en la conciencia de todos los hijos del Perú. ¿Quién iluminará todas las sombras y todos los abismos? ¿Quién espiritualizará? ¿Quién ha de ponerse en contacto directo con los mensajeros profundos del universo? Un vacío han dejado las ideas del pasado, catastrófica es la hora del mundo, se van a la tumba los viejos valores, la cultura como la técnica fracasan.
La liberación del hombre, su redención solo pueden venir de un esfuerzo del corazón, de las fuentes puras del silencio, del heroísmo cotidiano; pero sobre todo de una gran ternura: la madre (…)”.
Todos los oradores fueron entusiastas y arduamente aplaudidos.
El presidente del Centro Universitario Ariel, señor Izaguirre, pidió que todos se pusieran breves momentos de pie en homenaje a las madres, escena simbólica que estuvo impregnada de sentimentalismo y de enternecedora emoción.
El señor Izaguirre agradeció después en cortas palabras al rector, a las personas que habían participado en la actuación y a las señoras y caballeros que la habían abrillantado con su asistencia, terminando así la ceremonia, que fue muy breve.
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