viernes, 25 de mayo de 2018

CRISIS DE LA EDUCACIÓN PARTE X


PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN. Parte X
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
                                                                Por Carlos Villacorta Valles
                                                                       odesi12@yahoo.es






3.3. Transformar las instituciones educativas, de intelectualistas, en centros de enlace entre teoría y práctica y, desarrollar el carácter científico de la enseñanza y el aprendizaje

El problema fundamental de la educación es el conocimiento. Educación y conocimiento son un proceso único y unitario. Se conoce y se educa, se educa y se conoce; pero, para que haya efectividad educacional, el que aprende debe saber utilizar sus conocimientos y llevarlos a la práctica, es decir aplicarlos. No basta saber lo que  es bueno, sino y ante todo, nos debemos volver buenos.

      Paradójicamente somos científicos en nuestros razonamientos, pero medievales, feudales, escolásticos y clericales en la práctica. Buscar la coherencia entre nuestra teoría y nuestra práctica, debe ser la tarea prioritaria de las instituciones educativas y sobre todo en las universidades que cada vez investigan menos.

      Hasta estos momentos sólo es teoría, le falta la práctica. Y, si esto es así, sólo enseñamos juegos artificiales que brillan en el aire con multitud de colores y al llegar a tierra se diluyen. Lo teórico y lo práctico deben estar sólidamente unidos. Si es sólo práctico, no tenemos norte ni un camino trazado, entonces caminamos a ciegas. La valiosa unidad de teoría y práctica es la verdad, y la realidad del proceso de enseñanza y aprendizaje es la educación desenvolviendo la verdad y la realidad.

      La unión de teoría y práctica es un principio didáctico fundamental. Teoría que no haya sido comprobada por la práctica no tiene valor cognitivo. Entonces la práctica es fuente fundamental de la teoría: Práctica-teoría, nuevamente práctica y otra vez teoría; práctica-teoría-teoría-práctica; eh ahí el ciclo vital fundamental del conocimiento, siempre produciéndose en niveles superiores. Siempre la contradicción del conocer y el no conocer, el de practicar y conceptuar. De ahí que es importante que el maestro ponga a sus alumnos en forma permanente en contradicción de lo que sabe con situaciones donde tiene que aplicarlos, y, si son situaciones donde le sea difícil aplicarlos, de acuerdo al contexto donde vive y la realidad del país, mucho mejor; de tal forma que luche y descubra la aplicación de lo que conoce en situaciones nuevas y de esa práctica extraiga ideas nuevas, conceptos nuevos, después de haber reflejado profundamente esa realidad en su conciencia. Validamos entonces que la práctica es el inicio y el fin del conocimiento. Enseñar así es aproximarnos profundamente a la verdad, al conocimiento científico, al pensamiento científico.

      En el devenir, sólo el conocimiento científico, el pensamiento científico son factores de desarrollo y transformación, porque son validados por la práctica.

      Si la educación se ajusta a las leyes de la ciencia, y, sobre todo a nuestra realidad, entonces es fructífera, de lo contrario se da en el aire, es anticientífica.

      La regla fundamental entonces para desarrollar una enseñanza y aprendizaje científico es que: Lo cognitivo no debe estar en contra de la ciencia. Significa esto que, al estudiante se le debe mostrar siempre en forma real y objetiva la realidad. Desde educación inicial debe mostrarse las cosas tal como son. Pero ¿la fantasía?… ¡Cuidado! Una cosa es tener fantasía que es el grado superior de la imaginación para crear y producir y otra muy diferente es sugerirles cuestiones irracionales, por el supuesto de que son “chiquititos” como eso de que: “Los juguetes los trae Papá Noel”, “el duende te va a llevar”,  etc. Que son la degradación de la imaginación y su correspondiente anulación científica.

      Un buen ejemplo de enseñanza y aprendizaje científica sería lo siguiente: Generalmente se enseña los números en la pizarra o en el papelote, entonces se conjugan momentos para que el niño los aprenda de memoria. Pero, qué pasa si se les muestra y se utiliza objetos visibles, tangibles y que se relacionan con la cantidad que se desea  enseñar. Ello es una representación científica de que el número existe como símbolo porque existe la cantidad de objetos en el mundo real. La interiorización es mucho más profunda. La fantasía del símbolo numérico se vuelve real. Aprovechamos su fantasía, su imaginación para hacer ciencia. Es lo que se llama, tratar correctamente la fantasía.

      Es fundamental no temer a la verdad, la verdad es científica. Si buscamos enseñar siempre la realidad o en base a la realidad, estamos liberando a la verdad que todavía nos duele porque estamos generalmente en contra de ella sin darnos cuenta.

      El peor error de los gobernantes de un país, es seguir planteando los cambios educativos de acuerdo a los cambios mundiales. Su visión, fines y objetivos por tanto no le van a corresponder, los cuales nacen precisamente después de un exhaustivo análisis y síntesis del respectivo país o sociedad que queremos cambiar. Porque, pretender cambiar nuestro país pensando en otro es absurdo. Incluso comprobamos que, lo que en nuestro país es novedad o presente en los “desarrollados” ya es pasado.

      Los cambios mundiales son referentes para el cambio pero no determinan. Son nuestros problemas y necesidades que deben proponernos las propuestas de cambiar. Eso es darle un carácter científico a nuestro sistema educativo. “Renovar” leyes y normas educativas con los clichés de los cambios mundiales no significa absolutamente nada. Sólo más alienación. Las leyes, normas y decretos no resuelven nada por sí solas.

3.4. Transformar este mundo artificial de valores en experiencias prácticas liberadoras

“Sembremos valores” es la respuesta a la “crisis de valores” que se habla en demasía actualmente en nuestro país. Pero ¿Qué son en realidad los valores? No parece existir una respuesta concreta. La más cercana podría ser que, son nuestras creencias, comportamientos, principios y cualidades traducidas a la práctica por una conducta moral-ética, producto del razonamiento del bien y el mal que nos brinda la realidad.

      Si esto es así, los valores forman parte de la ideología y, como tal forman parte de la superestructura social que tienen como base la estructura que es lo económico y, por tanto también pertenecen a la política. Quiere decir que los valores son un problema ideológico y político, que responden a un modo de ser de la sociedad en un momento histórico concreto determinado y, como consecuencia, los valores son manejados también por los que controlan el poder económico. La TV es el principal instrumento.

      Por ejemplo, los valores de la sociedad tawantinsuyana, fueron de trabajo comunitario, de ayuda mutua y solidaridad. La clase dominante inca no mataba de hambre a su pueblo, menos a sus niños y ancianos. Siempre recibían de acuerdo a sus necesidades y quien sabe de acuerdo a su capacidad. Es decir la vida humana en el Tawantinsuyo tenía un sentido de protección, seguridad y preservación.

      La invasión genocida de los españoles, fracturó estas expresiones valorativas genuinas, imponiendo nuevas formas de vida y valores extraños al Tawantinsuyo como: La ambición, el individualismo, el egoísmo, la irrespetuosidad, la deslealtad, el desprecio a la vida humana, las injusticias, la desigualdad, la exclusión, la malicia y la curiosidad morbosa; dando inicio a la crisis de valores y sobre todo al incumplimiento de los valores por parte de la casta virreinal que se instauró en el poder.

     Posteriormente, la independencia y la República, sólo afinan esta crisis de incumplimiento de valores, porque no resuelven el problema del país y de la sociedad que está basada sólo en conseguir dinero olvidándose de lo humano.

      El capitalismo que desarrollan con la independencia, subyugada totalmente al capital privado internacional, primero inglés, ahora estadounidense, nunca ha valorado al ser humano más que al dinero y su ambición desmedida.

      Nos hacen vivir un cuadro falso de la realidad, entre la mentira y las medias verdades. Los gobiernos de turno  que los representan, se encargan de poner los ejemplos en carne propia. Se llenan la boca de valores y promesas y son los primeros en no cumplirlos.

      Entonces, el problema no está en la falta de valores, sino en el tipo de valores que implementa el capitalismo y, la famosa “crisis de valores” no es más que el cuestionamiento a esos valores que hacen peligrar sus ganancias y buena vida a costa de los demás.

      Por tanto, lo que se descompone y se pudre es el capitalismo, dando paso a ese hedor repugnante de antivalores, por su propia incompetencia de cumplir los propios valores que pregonan, quedando como un eco mentiroso que sale del fondo del abismo negro de su ambición, eso de que “Estamos construyendo la democracia”. Falsos virtuosos al decir de Saramago.

      Los principales valores que el ser humano debe cumplir son: Investigador, solidario y comunitario. Los demás interactúan con lo señalado. Por ejemplo, el investigador tiene que ser puntual, responsable, creativo; el solidario tiene que ser bondadoso, humilde, generoso, franco y leal; el comunitario tiene que abrigar en su corazón el respeto, el amor, contra el individualismo y el egoísmo, tiene que ser trabajador y apegado al trabajo colectivo, aspirando siempre el bien para todos.

viernes, 11 de mayo de 2018

CRISIS DE LA EDUCACIÓN CAUSAS Y SOLUCIONES


PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN. Parte IX
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
                                                                       Por Carlos Villacorta Valles
                                                                           odesi12@yahoo.es

3.2. Transformar nuestra educación alienada en  educación nacional.



Que nuestra educación debe ser autónoma y nacional, viene desde la invasión genocida española. Aspiración vieja pero no caduca. Curiosamente la autonomía y lo nacional son dos aspectos claves para nuestro desarrollo, pero, no destacan pese a ello. Nunca las clases dominantes que han controlado y controlan nuestro país se han interesado por la autonomía y una educación nacional. Nuestros grandes literatos y la frondosa literatura, tampoco toman en cuenta la cuestión de nuestra autonomía y lo nacional. 

      Nuestro idioma materno, nuestra música, nuestros bailes, nuestra cultura en general no se muestran por la TV, y si hay algún programa, se reproducen a la hora que todos están durmiendo. El Runasimi –más conocido como quechua-  no se lo toma en cuenta para nada, pese a ser símbolo lingüístico de nuestra cultura y lengua oficial-Constitucional. Menos las otras lenguas nativas. Nuestras nacionalidades, el mundo andino, están totalmente desvinculados de la historia de nuestro país y, lo que es peor, de nuestra práctica cotidiana.

      Es increíble que desde nuestra independencia, vivamos todavía totalmente fragmentados, desconectados, desintegrados y enfrentados con prejuicios casi virreinales y dogmáticos  que imposibilitan una adecuada formación y nuestro desarrollo como nación. Para enfrentar la “globalización” y su “apertura” económica, comercial y cultural, se necesita tener una poderosa identidad nacional y cultural, pero, la alienación corroe todos los poros de nuestra sociedad.

      En ese sentido, desalienar nuestra sociedad y por tanto nuestra educación, pasan necesariamente por comprender y constatar el tipo de sociedad que estamos viviendo.

      La herencia de la sociedad tawantinsuyana no ha sido liquidada: Machu Picchu, el huayno, la vestimenta, la comida, los productos andinos que nos representan a nivel internacional son una muestra de ello. En general, nuestra cultura andina. Aparte por supuesto las costumbres y convicciones que del campo pasan a consolidarse en las ciudades, que algunos sarcásticamente le denominan “cholificación” sin entender la magnitud y la implicancia social, cultural, filosófica e incluso económica que tiene el término.

      Las otras herencias, influencias, sometimientos y dominios extranjeros, (que analiza magistralmente Mariátegui) se conjugan para desaparecer definitivamente lo que es nuestro origen, pero, no han podido ni lo pueden hacer. El Perú y su cultura andina tienen el acero donde es imposible negar el pasado para construir el futuro. Hay que entender de una buena vez que el presente sin pasado no vale nada, menos el presente sin futuro. Tampoco seguir enfrentando el pasado con el presente.

      Negar nuestro pasado para construir el presente es patético y alienante, sin posibilidades de un futuro nuestro. Peor aún dejarse manipular por los “globalizadores”, con el santo de la “modernización”. Esto no quiere decir, de ninguna manera, dejar de lado los adelantos de la humanidad, tampoco es razonamiento pasadista, ni mucho menos xenofóbico. Es buscar nuestra legítima paternidad para conjugar nuestra personalidad e identidad nacional, que ahora pretende también negarnos la “globalización” con su “mundo sin fronteras”.

      Asimismo, estas constataciones y razonamiento nacional vigente más que nunca y que no excluye de ninguna manera la cultura mundial, nos plantea un gran problema a resolver: adecuar nuestra cultura andina a los actuales avances culturales, tecnológicos y científicos, elevando a categoría nacional de primer orden, principalmente el trabajo colectivo (Ayni) la música andina, el idioma quechua y la vestimenta nativa.

      Liquidar definitivamente la idolatría a la colonia, que es nuestra mentalidad feudal-virreinal persistente en nuestra vida cotidiana, incluso práctica cotidiana (Seguir diciendo “palacio” al edificio gubernamental, judicial, etc. Es un pequeñísimo ejemplo. ¿Entonces el gobernante es un rey?). Hacer que la educación contribuya a la transformación social estructural de nuestra sociedad y defina una sociedad en la práctica netamente peruana, con cultura e identidad nacional.

      No estoy hablando de nacionalismo, sino de lo nacional que permita integrarnos. La identidad nacional es un hecho consustancial a una nación, a un país.

      El capitalismo globalizador, irónicamente consolida las clases y consolida las naciones, las necesita para seguir viviendo, porque su base cerebral es una estructura jerárquica hegemonista, individualista y excluyente. Es el capitalismo en desarrollo que crea el nacionalismo –precisamente, es a partir de la Revolución francesa que se impulsa este concepto-. El nacionalismo es consustancial al sistema capitalista en su esencia fascistoide, que enarbola como ideología y política, la  burguesía monopólica, en su tendencia ambiciosa de desconfiar de las demás naciones. En su expansionismo imperial deviene en “chovinismo”, para adoptar una superioridad de gran potencia frente a las demás naciones que pretenden hegemonizar. Y, en las que dominan, cada cierto período de tiempo, exacerban el nacionalismo engañoso, utilizando a determinados personajes reformistas-izquierdizantes, para desviar la conciencia y al pueblo de sus  verdaderos objetivos históricos.

       Así, las naciones hegemónicas, patéticamente necesitan de las naciones pobres para promoverse como  naciones monopólicas y subyugarlas, las bloquea estructuralmente y no les permite cumplir su función como nación. Hipócritamente las llama “Naciones en vías de desarrollo”. En ese sentido, cuando su hegemonía monopólica está en peligro, impulsa la creación de bloques económicos, llámese MERCOSUR, COMUNIDAD EUROPEA, etc. O genera tratados comerciales como el ALCA, TLC, etc. y ladinamente no practican el liberalismo, sino el estatismo, como observamos en su actual crisis.  Inventan una serie de restricciones y protegen sus exportaciones subvencionándolas. Bloqueando de esta manera otros hegemonismos. Por eso, los países “en vías de desarrollo” intervinientes, necesariamente tienen que mirarse como nación y aquilatar sus posibilidades.

      Ahora bien, lo que la globalización debilita es la corriente de lucha soberana de liberación nacional, la que da paso a una corriente de lucha comunitarista internacional. Por esta razón, la soberanía sigue siendo una reivindicación por resolver.

      Ahora bien, una nación sin utilizar las tecnologías de la información y comunicación, sin saber aprovechar los últimos avances científicos y tecnológicos no es posible.

Así como en nuestro caso no es posible además sin potenciar la cultura andina. Empezando por tecnificar la agricultura y exportar sus productos. No trayendo del extranjero moldes de pensamiento y producción para cambiar el modo de pensar y producir andino, sino potenciar su educación y creatividad con más tecnología. Es clave. Pero, para ello se necesita ser libres. ¡Oh hermosa libertad!, en tu nombre nos sojuzgan.

Nuestra educación, para que sea nacional, debe integrar identidad cultural y sentimiento de pertenencia y amor a lo nuestro; priorizar, que desde inicial hasta la universidad,  la principal asignatura, área o facultad académica de estudios, sea el de FORMACION NACIONAL, donde los troncos de enseñanza y aprendizaje prioritario deban ser: Runasimi (Quechua), música andina, vestimenta, productos y alimentos autóctonos, filosofía peruana y sobretodo el trabajo comunitario y solidario. Respetando y potenciando cada espacio étnico, cada pueblo étnico y desarrollando procesos educativos regionalistas, pero integradores y liberadores, lo que significa desechar la presente educación general. Quien sabe crear  educaciones regionales por ponerle un nombre; dentro de un proyecto educativo nacional integrador, liberador y transformador.

      La otra facultad universitaria tecnológica indispensable tendría que ser necesariamente: POLITICA INDUSTRIAL Y CREACIÓN TECNOLÓGICA. El Perú para integrarse al mundo y ser uno de los países libres y desarrollados o por lo menos en “vías de desarrollo” tiene que diseñar a través de la investigación científica y tecnológica, con el más alto presupuesto, adecuados principios y lineamientos de política industrial, tecnológica y comercial, para producir y crear tecnología a través de nuestras materias primas y nuestros propios recursos y saber utilizar lo que el mundo produce. Es decir convertirnos en un país productor de tecnología y de servicios, mejorando nuestra capacidad de autofinanciamiento del crecimiento económico.

En ese sentido, sólo una educación nacional y autónoma nos puede proporcionar la fuerza mental y la libertad necesaria para llevarla a cabo. Torcer la voluntad del imperialismo hegemonista que no puede tolerar países y naciones autónomas es un deber moral nuestro; así como de cada gobierno de turno que hacen de personeros del imperio.  Al margen de ser libres no somos nada. Sin libertad no hay desarrollo.










viernes, 4 de mayo de 2018

CRISIS DE LA EDUCACIÓN, CAUSAS Y SOLUCIONES


PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN: Parte VIII
(Crisis de la Educación; Causas y soluciones)
                                                                             Por Carlos Villacorta Valles
                                                                              odesi12@yahoo.es


III.  NIVELES DE TRANSFORMACIÓN PEDAGÓGICA Y SU IMPLICANCIA PRÁCTICA EN EL AULA Y LA SOCIEDAD.

3.1. Transformar la realidad desechando ilusiones y fantasías pedagógicas

Algunos teóricos educativos nacionales de actualidad, nos brindan un escenario descriptivo de: “globalización”, “revolución tecnológica”, “robótica”, “informática”, “genoma humana”, “nanotecnología”,  y sobre todo la “Tecnología de la  Información y Comunicación”, como si los peruanos fuéramos los creadores o parte de ese desarrollo, sembrándonos  una ingenua idolatría de algo que no producimos. Nos crean una realidad ilusoria totalmente subjetiva.

Copiar esas consignas y sentirnos “modernos” y “actualizados”  es una ilusión ciega, un cuento de hadas, porque el mundo más cercano que tenemos es la absoluta carencia, atraso tecnológico y sólo abastecedores de materias primas, de cuyas bajas regalías vivimos, de acuerdo a la “voluntad” y “generosidad” de las transnacionales que los explotan hoy más que nunca y que nos hacen los depositarios de sus inversiones y préstamos impagables. Esta realidad no toma en cuenta la educación  para cambiarla.

En efecto, sólo podemos informarnos de los indiscutibles y grandes progresos alcanzados en el mundo; progresos que están vinculados a las condiciones concretas de sus realidades. Es un grave error, dañino y peligroso imponerlos en nuestro país como si fuéramos parte de su creación, con consignas altisonantes y sin considerar nuestras propias condiciones socioeconómicas, políticas y culturales. Este tipo de conducta nos induce una educación ilusoria, aliena aún más nuestra conciencia: Imaginar que estamos en una etapa superior sin estarlo es perjudicial para nuestra salud mental.

Por eso nuestra educación va a tener un ideal abstracto, teorético, sin posibilidad de experimentación, menos comprobación.  El conocimiento alejado de la realidad, pierde el contacto con la verdad.

Así pues, debemos de reelaborar nuestro propio sistema de pensamiento educativo al margen de la oficialidad burocrática educativa. Hay que enfrentar con decisión firme la dificultad impuesta por la educación y pensamiento actual para evitar que nos acerquemos a la realidad con efectividad de pensar y buscar soluciones a los problemas educativos, porque nos vamos a dar cuenta con mucha lucidez que la presente educación no sirve a nuestro pueblo, menos a nuestros niños y jóvenes. Educar para comprender porque debemos transformar este mundo es vital; ahí se encuentra precisamente la misión concreta y teórica de la educación. No es de extrañar, pues, que los que controlan el poder económico y del conocimiento, nos quieran muy lejos, pero muy lejos de la realidad que vivimos. Ir al campo, al parque, al mercado, invitar amigos intelectuales, enseñar a ver la realidad a nuestros estudiantes, ya basta de no ver lo que estamos viendo.

Necesitamos crear educación y sabiduría a partir de nuestra realidad concreta para transformarla, que perciba conexiones, anticipe consecuencias y aplique el conocimiento a las situaciones prácticas, reales, nuestras, para luego conceptuar ideas, juicios, criticidad y desarrollar la imaginación creadora, forjando verdaderamente una educación peruana, para nuestro desarrollo autónomo e independiente en todos los campos, inclúyase principalmente el avance científico tecnológico. Necesitamos ser libres de verdad. Sólo la libertad produce desarrollo.

Es importante entonces que se entienda y no se “olvide” que, el paso trascendental para conseguir ser otro o forjar una nueva personalidad peruana y por consiguiente un nuevo hombre peruano, es rescatando por supuesto nuestras  raíces, a través de nuestras creencias, convicciones y hábitos que al final se convierten en nuestra conciencia, es decir en nuestro estado mental. Acaso UD. no se ha preguntado alguna vez, por qué si los peruanos destacamos casi en todo, somos los primeros en muchos aspectos a nivel mundial, primeros en determinada producción, etc. Sin embargo perdura nuestro atraso. Reitero, porque no somos libres de verdad. No analizamos la realidad para transformarla. Vivimos en el Perú como extranjeros.

En ese sentido, es importante también y comprender que nuestra supuesta incapacidad, no está en la falta de inteligencia y habilidad, sino en nuestro alejamiento de la realidad concreta, en nuestra carencia de autonomía que nos genera una débil decisión y el temor de enfrentar el poder de la inversión autónoma e independiente para producir nuestra tecnología.  He ahí el quid de nuestra incapacidad.

La educación refuerza estos conceptos y nos impone el gusto de vivir como pupilos, de depender de otros, esperar que otro lo haga por mí. No voy a poder percibir que mi libertad esta encarcelada, enjaulada; que mis acciones libres están digitadas por otros.

Y, considerando que la libertad es el origen y el destino del hombre, nos debemos imponer el deber de desarrollar nuestra voluntad de ser libres. Siendo el más genuino y puro interés libertario  el interés y esfuerzo colectivo. El individuo jamás podrá liberarse solo. Así como el buen educador significará poco si trabaja solo. El ayllu, la mita y la minka son nuestras raíces como ejemplo, más la tecnología actual serían poderosos instrumentos de transformación. Base de una pedagogía para la transformación. 

Considerando también que, es común escuchar: “si queremos que la sociedad cambie, primero hay que cambiar uno”. Parece cierto, pero es una verdad a medias. Es anticientífica. Está comprobado que  efectivamente el hombre tiene ideas, pensamiento, convicciones, sólo a través del mundo exterior. El cerebro elabora lo que el mundo material le da. Nuestra forma de vida en sociedad determina nuestra conciencia. ¡Ojo! No vivimos solos. Por esta razón los medios de comunicación y nuestra misma educación, que forman parte importante de nuestra vida y, aparentemente inofensivos, sin embargo influyen poderosamente en nuestra conducta y personalidad individual y social, por tanto es imposible enfrentarme solo ante tanta arremetida anticultural que siembra individualismo, “Sálvese quien pueda”.

      ¿Cómo entonces desechar ilusiones y fantasías pedagógicas para aplicar una pedagogía para la transformación? Les  propongo 6 ideas centrales:

      1.- Comprender que, las condiciones materiales de existencia es la realidad objetiva fuera de la conciencia del hombre en todas sus formas y manifestaciones, pero que, al mismo tiempo es reflejado en la conciencia de ese hombre, en pensamientos, ideas, actitudes y emociones transformadoras. El mismo hombre como primera fuerza productiva y sus relaciones de producción forma parte como  principal y fundamental componente de las condiciones materiales de existencia, junto al tiempo, espacio, movimiento, economía, propiedades,  clases sociales, leyes, Estado, geografía, etc.

      2.- Comprender que, el único medio para dotarnos y desarrollar nuestras capacidades y habilidades transformadoras es la práctica científica, el trabajo disciplinado, consciente y firme. Es imposible por ejemplo ser un buen chofer, sin antes haber conducido un auto o cualquier vehículo de conducción; es imposible ser un buen maestro sin antes haber trabajado como maestro. Entonces sólo faltaría una buena forma y métodos de educación científica transformadora. Una contundente teoría científica, para ser aplicada y, a través de la práctica comprobar su validez.

      3.- No basta transformarme yo. Debo unirme a otros que quieren lo mismo. Es necesario conformar poderosas organizaciones de acero puro, con alta preparación científico popular intelectual capaz de derribar los inmensos muros de fantasías, que impiden que lleguemos a nuestra realidad concreta.

      4.- Esforzarnos por investigar y explicar con sencillez (no simpleza) y claridad las verdaderas causas para que el hombre que construye la riqueza, absolutamente la mayoría viva asfixiado por la injusticia social y muera ensombrecido por el hambre y la carencia.

      5.- Hacer un esfuerzo colosal por descubrir los verdaderos intereses ideológicos y políticos que se agazapan con la educación que impartimos diariamente y por qué se trae de otros países.

      6.- Practicar desde estos momentos una pedagogía para la transformación.