La poesía debe acercarse a la gente, que se entienda, porque de
lo contrario no comunica nada, hoy la poesía en lengua hispana es mala en
general, afirma el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, invitado al Hay
Festival para charlar acerca de Nicaragua como país de creadores.
El poeta compartió en Xalapa sus ideas sobre la revolución y el papa Francisco
Escribir poesía que el lector no entiende ha sido una especie de
plaga, dijo el sacerdote durante una conferencia de prensa. Los poetas ya no
hablan de lugares, por ejemplo, escriben lo que Cardenal llama “poesía del
Hotel Hilton, que son lugares exactamente iguales en El Cairo o Jerusalén. Son
lo mismo. Ahora no mencionan sitios geográficos, o un nombre propio; no
mencionan un Zapata o un Juárez, las pirámides o la cocina mexicana, que son
cosas que sí se encuentran en el muralismo de Diego Rivera, pero no en la
lírica. Eso hace que la poesía sea poco leída, o si la leen, no la entienden.
Hay poetas a los que les gusta que la poesía no se entienda.
“Yo lo he dicho francamente ofendiendo a otros países, por
ejemplo cuando me preguntan qué me parece la poesía española. Mala les digo, y
se espantan, Pero no hay nada nuevo ni nada propio".
Todo cabe
Hay que transformar la poesía, acercarla al pueblo; lo primero,
que se entienda, y después escribir sobre temas que interesen, no sólo la aventura
que uno tuvo en un burdel; todo puede informar. El gran poeta estadunidense
Ezra Pound decía que en la poesía cabe todo, como en la prosa. Se puede poner
lo que pasa en la calle, secretos de los bancos que tanto nos afectan, la
guerra, la política nacional o internacional; todo eso cabe en la poesía; el
amor también, los amores secretos caben. La poesía entonces se leería tanto
como se lee la prosa. La decadencia de la poesía se debe a que se restringió y
no escribe de todo.
Una de las cosas que más le preocupan, añade, es “la
independencia. Estamos en la lucha de la segunda independencia, ya tuvimos la
primera, que fue de la corona española, ahora nos estamos independizando de la
corona del imperialismo de Estados Unidos. Hay unos que lo han logrado, otros
que están en vías de conseguirlo.
México ha tenido altas y bajas: la primera revolución del mundo
moderno, una revolución poética y épica y lo que produjo en arte, en cultura,
los murales, producto de la revolución... también la comida mexicana, que fue
promovida por Vasconcelos, esa también es una revolución, mal vista, porque era
la comida de los pobres. La gran comida mexicana fue promovida por un ministro
de educación de la Revolución Mexicana, que fue el que promovió los grandes
murales.
Dice que él no es un ícono de la revolución ni de la poesía,
pese a los premios y reconocimientos que ha recibido a lo largo de su carrera.
Soy un poeta de la revolución porque escribo sobre la revolución. No he tocado
armas, no he peleado, no propiamente por cobarde, sino porque cuando fue la
revolución armada en Nicaragua ya no tenía edad para participar: los
guerrilleros decidieron que uno no tuviera más de 25 años, y yo tenía bastantes
más.
Tal vez sea un ícono de la poesía, pero para quienes les gusta
mi poesía.
Entre la revolución y la poesía puede o no haber una relación.
Hay poetas que nunca han tocado la revolución en su poesía; los hay en México,
evidentes, Octavio Paz, por ejemplo, ese no tocaba la revolución, era enemigo
de la revolución, era antirrevolucionario.
Poesía, revolución y amor, para este sacerdote poeta, deberían
ser lo mismo. “La poesía y el amor han estado unidos, probablemente desde que
nacieron la poesía y el lenguaje. He descubierto que el primer lenguaje de la
humanidad fue la poesía, y unos científicos lo precisan más: el canto más que
la poesía. La primera poesía pudo haber sido la canción de cuna o la canción de
los enamorados"
Y la revolución es amor, la verdadera revolución. Hay quien
piensa que revolución son los fusiles, pero es cambio, evolución y revolución.
La evolución es lenta y la revolución cambia todo en un momento.
Le preguntan su opinión sobre el papa Francisco: Está
revolucionando El Vaticano, cosa que parecía inmovible. Revolucionar El
Vaticano es revolucionar Roma y la Iglesia católica, y en cierto sentido el
mundo. Eso está haciendo ese papa humilde, simplemente con actos sencillos,
hasta lógicos podemos decir.