miércoles, 14 de septiembre de 2016

EL ESCRITOR COMO SUJETO SOCIAL Y SU ROL EN LA SOCIEDAD (I PARTE)

El escritor como sujeto social y su rol en la sociedad.
                                                                 Por Carlos Villacorta Valles
                                                                     Odesi12@yahoo.es

PRIMERA PARTE


Aunque los que controlan el poder económico pretenden esconder una verdad que todos vemos, debo reiterar la realidad que, vivimos una sociedad dividida en clases, donde la minoría explotadora necesita y alienta un arte y literatura “que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores” (Mariátegui: El artista y la época); asimismo, que adormezca la mente de la juventud, basado en una concepción marcadamente individualista, ligada al mundo interior del escritor, que pregone el hedonismo y un cosmopolitismo proimperialista; obras que pueden reflejar la realidad a lo sumo parcial o episódicamente, o la deformen conforme a sus intereses de clase.

El pueblo y sus artistas, por su parte, reconocen que la literatura se nutre de la realidad social, de la vida del pueblo, y la refleja según las leyes de la creación artística; manifiestan preocupación especial por la función social del arte y la literatura como instrumentos de lucha, que refleje la sociedad con todas sus contradicciones.

Al fin y al cabo, cada uno escribe según su mundo interior conceptual, su ideología y política. Nadie, absolutamente nadie escribe sin tener nada. En ese sentido, el presente documento tiene como objeto retomar y motivar el debate sobre el rol del escritor: o cómo sujeto social político y transformador o cómo conservador del estado de cosas.

Me uno a la tesis: el escritor es un sujeto social, ideológico y político, por tanto, su palabra es un instrumento fundamental que ayuda a mantener o transformar el mundo. O encendemos la palabra o la apagamos. Los escritores y artistas junto a nuestro pueblo, estamos suspendidos en un ayer y un presente de conflictos sociales, lleno de desigualdad e injusticias, de lo que hagamos ahora contribuiremos en gran parte con el futuro de equidad, o de desigualdad. Ningún hombre justo y consciente puede convivir en paz con las injusticias y con el sistema que los genera.

¡Qué pasó! Tú no puedes decirnos qué voy a escribir. Cierto, es cuestión de reflexionar y tomar posición. No estoy negando la libertad de crear, simplemente digo que  la característica tecnicista y hermética del arte, principalmente de la poesía, aleja a nuestro pueblo del deleite de su lectura y concurrencia a conferencias y festivales literarios, porque lo sienten muy lejos de ellos. –Tampoco niego que el arte debe tener belleza y técnica, siempre lo mejor para nuestro pueblo- digo ¿cómo no conmoverse ante un sistema que mata de hambre a sus criaturas, niños, mujeres y ancianos? Y no es que allá ellos con su rollo, el problema es de sensibilidad social; La sensibilidad social es base y esencia de la condición humana, pero, ante todo, es de concepción del mundo, de ideología y política, creer que la poesía tiene un solo lado o es aséptica, nos compromete a seguir reflexionando sobre ello.

Si bien, el ayer no se puede cambiar, pero si se puede aprender de él y construir algo mejor. Cuando el hombre aparece sobre la tierra, vive en comunidades fraternales y armónicas, cuyo desarrollo acrecentaba la vida comunitaria. El artista originario utiliza la oralidad y representación plástica - pintura y escultura - como un medio de entender y dominar la realidad, desempeñando un rol decisivo en su comunidad. Si la caza y la pesca, y después la agricultura, les resultaba adversos, el artista narraba los mitos cosmogónicos relacionados con el problema a resolver. Eso no lo podemos olvidar. Por ejemplo el Poema de Gilgamesh*, escrito aproximadamente el año 2000 a.C. en caracteres cuneiformes y del que se conservan 12 tablillas de arcilla, nos narra sus preocupaciones sobre la inmortalidad, el sentido de la vida y el dolor humano. Así pues, el artista y escritor en sus orígenes siempre estuvo comprometido con las tareas de mejorar la sociedad y la vida.

La aparición de la propiedad privada como base institucional socio-económica de distribución Individualista, fractura este desarrollo, la despiadada aparición de la diferencia entre ricos y pobres da como nacimiento el esclavismo brutal y la escisión de la sociedad en clases: una minoría opresora y la gran mayoría oprimida. Las riquezas,  como fin supremo, se consiguen con la guerra y el saqueo, convertida en industria permanente.

En este contexto brutal, el arte y la literatura se elitizan, el escritor, si no pertenece a la clase dominante, sus alegorías y alabanzas sólo están referidas a esa clase. Platón escribe: “el poder corruptor de la poesía y su falsedad exige un compromiso público o cívico que necesita una vigilancia” (…) “y, por lo que a nosotros toca, nos contentaríamos, por nuestro bien, con escuchar a otro poeta o fabulista más austero, (…) pero respetuoso de las normas que establecimos (República, 398a-b).

Platón hace pues referencia a la actitud moral y política del escritor que es contraria al sistema y que debe ser perseguida. Además propone un arte, una poesía y un escritor al servicio de las clases dominantes, concepción que se replica en el feudalismo, -o “edad media” según la burguesía- que sólo canten alabanzas a dios y, de igual manera en el actual capitalismo, -o “edad contemporánea o moderna” según el gusto burgués- que se canten alabanzas al sistema y recuerden a los grandes héroes.

Todo arte contrario al capitalismo, -sistema supuestamente libre, donde te dicen que puedes desplegar con libertad la ideología y política que profesas-, es vejado y ninguneado. No olvidemos tampoco que, los artistas y escritores burgueses impulsan y promueven el Romanticismo como el primer movimiento eminentemente burgués, para alejar el arte de la vida política y social, aparentando libertad y consolidando el individualismo –principio básico del capitalismo-. Goethe, por ejemplo en sus obras alaba la vida y el ideal burgués.

ESTULIN D. (2014), en su libro El Club de los Inmortales, nos enseña: “La principal forma de control tiene lugar cuando creemos que somos libres y, en realidad, nos están manipulando y ordenando” (Pág. 71).

Frente a esta situación, el escritor progresista se encuentra en un dilema ¿Qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué posición tomo? ¿Qué estudio? ¿Denuncio las injusticias del capitalismo o me quedo callado? ¿Me pongo del lado del camino del pueblo o el camino de los que controlan el poder económico? Los artistas burgueses contestan "una obra artística no es bella por su contenido moral y político". Claro, no les conviene.

Los artistas del pueblo o sensibles a los problemas sociales ¿Cómo contestan? LEA LA SEGUNDA PARTE.


 


Notas:

*http://www.historiaantigua.es/descargas/files/La%20Epopeya%20de%20Gilgamesh.pdf

EL ESCRITOR COMO SUJETO SOCIAL Y SU ROL EN LA SOCIEDAD (II PARTE)

El escritor como sujeto social y su rol en la sociedad.
                                                                 Por Carlos Villacorta Valles
                                                                     Odesi12@yahoo.es

SEGUNDA PARTE

En la primera parte del presente artículo del día 8 de setiembre 2016 señalaba que, los que controlan el poder económico pretenden esconder una verdad que todos vemos, vivimos una sociedad dividida en clases, donde la minoría explotadora necesita y alienta un arte y literatura “que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores” (Mariátegui: El artista y la época); asimismo, que adormezca la mente de la juventud, basado en una concepción marcadamente individualista, ligada al mundo interior del escritor, que pregone el hedonismo y un cosmopolitismo proimperialista; obras que pueden reflejar la realidad a lo sumo parcial o episódicamente, o la deformen conforme a sus intereses de clase.

El pueblo y sus artistas, por su parte, reconocen que la literatura se nutre de la realidad social, de la vida del pueblo, y la refleja según las leyes de la creación artística; manifiestan preocupación especial por la función social del arte y la literatura como instrumentos de lucha, que refleje la sociedad con todas sus contradicciones.

En ese sentido, el presente documento tiene como objeto retomar y motivar el debate sobre el rol del escritor: o cómo sujeto social político y transformador o cómo conservador del estado de cosas.

Frente a esta situación, el escritor progresista se encuentra en un dilema ¿Qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué posición tomo? ¿Qué estudio? ¿Denuncio las injusticias del capitalismo o me quedo callado? ¿Me pongo del lado del camino del pueblo o el camino de los que controlan el poder económico? Los artistas burgueses contestan "una obra artística no es bella por su contenido moral y político". Claro, no les conviene.

Jorge Aliaga Cacho, en su interesante artículo “Rol del escritor” responde: “En mi opinión el escritor representa su tiempo, no puede desligarse del compromiso social de su pueblo”, y consigna múltiples ejemplos de escritores que cumplen este rol. Es decir, la tarea fundamental del escritor es ponerse en el camino del pueblo, lo que significa revelar la crueldad y las tretas de las clases dominantes y señalar la inevitabilidad de su derrota. Por tanto debe escribir para que lea nuestro pueblo. Hasta ahora sólo estamos escribiendo para nosotros mismos, en nuestros eventos somos los mismos escritores. Esto nos crea la necesidad de estudiar la sociedad y las clases sociales para comprenderlo mejor, cuando esto suceda, nuestro arte y nuestra literatura tendrán un compromiso con la liberación definitiva de la humanidad, y diremos con César Vallejo: "Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”.

Javier Heraud, que lo comprendió a los 18 años escribe: “la poesía es/el grito de los pueblos oprimidos/el nuevo canto/de los pueblos liberados”.

Ernesto Cardenal nos dice: “soy revolucionario porque soy poeta”; “la poesía me llevó a un monasterio, a la revolución y al pueblo”.

Charles Chaplin, en su famoso discurso “El Gran Dictador” sentencia: “El camino de la vida puede ser libre y bello, pero hemos perdido el camino”.

Humberto Eco, al referirse al escritor neutro, ha dicho en el XIV Festival del Libro de Budapest 2007: “Odio a los escritores que dicen que escriben para sí mismos. Lo único que escribimos para nosotros mismos es la lista de las compras”. 

Juan Carlos Onetti en su "Decálogo más uno para escritores principiantes" nos recomienda: “No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo”.

Repito los dos clásicos de Bertolt Brecht el primero que lanza al mundo la parábola del sacerdote Martín Niemöller: “cuando nazis vinieron por mi…”, como un hermoso poema con el título "ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde"  que trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías y  al capitalismo mafioso. El sermón del sacerdote dice: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas//me quedé callado; //yo no era comunista.//Cuando encerraron a los socialdemócratas//permanecí en silencio; //yo no era socialdemócrata.//Cuando llegaron por los sindicalistas//no dije nada; //yo no era sindicalista.//Cuando vinieron por los judíos//No pronuncié palabra; //yo no era judío.//Cuando vinieron por mí//no quedaba nadie para decir algo”.

Luego sus versos (de Brecht) cuando denunciaba: ¡”por cierto que vivo/en una época sombría/el verbo anodino/no es más que una tontería!/ !Qué tiempos estos en que/hablar de árboles/es casi un crimen/pues implica/el silencio de tantas fechorías”¡

El clásico de Mariátegui: “La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores” (El artista y la época. Pág. 13). Luego señala: “Sobre la suerte de los artistas contemporáneos pesa, excesivamente, la dictadura de la prensa. Los periódicos –y la TV- pueden exaltar al primer puesto a un artista mediocre –mejor si defiende el sistema- y puede relegar al último a un artista altísimo”. –generalmente el crítico del sistema.  (El artista y la época. Pág. 16).

Ahora que notamos un alto crecimiento demográfico de escritores, les hacemos un llamado, que caminen por el lado de nuestro pueblo. El imperio económico capitalista está en agonía y su mano criminal nos ahoga para salvarse, ahoga y neutraliza a los escritores para salvarse de sus denuncias, sobre todo de la destrucción de nuestra cultura, de la contaminación y estupidización de la mente de nuestros niños y jóvenes, de su precoz despertar sexual y su alejamiento notorio de las buenas lecturas y el estudio. Esta estupidización y terrorismo mediático es escandaloso, sin límites, no sólo por la desinformación y las mentiras mediáticas, sino por la difusión de programetes que son fábrica de personajes insulsos, eróticos e inflados físicamente, dirigidos a nuestros adolescentes y niños.

ESTULIN D. (2014) (ibíd.)** Nos advierte: “Esta nueva era, la ciencia y la tecnología dominan el mundo (…) no se desarrollan para beneficiar a la humanidad, ni para controlar y detener terroristas y criminales. Están diseñados para controlarte y detenerte a ti (…) se trata de tener el control de todo lo que hay en el planeta” (pág. 131).

¿Será que podemos seguir indiferentes o seguir callando? La indiferencia es la peor de las traiciones. Un día nos preguntarán nuestros niños y jóvenes,  que es lo que hicimos cuando ahogaban las voces de los pueblos del mundo y los hombres humildes. Para ser directo: ¿qué hiciste cuando nuestros niños y jóvenes se morían de hambre y miseria? ¿Qué hiciste cuando los niños y jóvenes no asistían al colegio porque tenían que trabajar y quemaban tempranamente su fragilidad, su ternura y su vida? Dirás que eres neutro, dirás que eres apolítico o buscarás otra justificación absurda. No te olvides, ese día llegará.

La poesía, debe ser un canto de libertad, una hermosa herramienta de diálogo y acercamiento con el pueblo, con los estudiantes, con los jóvenes, con la cultura, con indignación y rebeldía. Los escritores estamos obligados a practicar la tierna rebeldía. Sentir, vivir, reflexionar, practicar y transformar es el signo de nuestros tiempos. Esa debe ser nuestra razón de vivir y escribir.  Ahora sí, ya no basta sólo interpretar el mundo, sino hay que transformarlo. Mientras el sueño de la justicia social no sea olvidado habrá esperanza de una vida mejor. La muerte definitiva es el olvido, aunque aparentemente viva, nos dice el grande, José Saramago. 


 


Nota:

**DANIEL ESTULIN: El club de los inmortales. Ed. IIB Grupo Zeta (2014).