PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN. Parte IX
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
3.2. Transformar nuestra educación alienada en educación nacional.
Que nuestra educación debe ser autónoma y nacional,
viene desde la invasión genocida española. Aspiración vieja pero no caduca.
Curiosamente la autonomía y lo nacional son dos aspectos claves para nuestro
desarrollo, pero, no destacan pese a ello. Nunca las clases dominantes que han
controlado y controlan nuestro país se han interesado por la autonomía y una
educación nacional. Nuestros grandes literatos y la frondosa literatura,
tampoco toman en cuenta la cuestión de nuestra autonomía y lo nacional.
Nuestro
idioma materno, nuestra música, nuestros bailes, nuestra cultura en general no
se muestran por la TV, y si hay algún programa, se reproducen a la hora que
todos están durmiendo. El Runasimi –más conocido como quechua- no se lo toma en cuenta para nada, pese a ser
símbolo lingüístico de nuestra cultura y lengua oficial-Constitucional. Menos
las otras lenguas nativas. Nuestras nacionalidades, el mundo andino, están
totalmente desvinculados de la historia de nuestro país y, lo que es peor, de
nuestra práctica cotidiana.
Es
increíble que desde nuestra independencia, vivamos todavía totalmente
fragmentados, desconectados, desintegrados y enfrentados con prejuicios casi
virreinales y dogmáticos que
imposibilitan una adecuada formación y nuestro desarrollo como nación. Para
enfrentar la “globalización” y su “apertura” económica, comercial y cultural,
se necesita tener una poderosa identidad nacional y cultural, pero, la
alienación corroe todos los poros de nuestra sociedad.
En ese
sentido, desalienar nuestra sociedad y por tanto nuestra educación, pasan
necesariamente por comprender y constatar el tipo de sociedad que estamos
viviendo.
La
herencia de la sociedad tawantinsuyana no ha sido liquidada: Machu Picchu, el
huayno, la vestimenta, la comida, los productos andinos que nos representan a
nivel internacional son una muestra de ello. En general, nuestra cultura
andina. Aparte por supuesto las costumbres y convicciones que del campo pasan a
consolidarse en las ciudades, que algunos sarcásticamente le denominan
“cholificación” sin entender la magnitud y la implicancia social, cultural,
filosófica e incluso económica que tiene el término.
Las otras
herencias, influencias, sometimientos y dominios extranjeros, (que analiza
magistralmente Mariátegui) se conjugan para desaparecer definitivamente lo que
es nuestro origen, pero, no han podido ni lo pueden hacer. El Perú y su cultura
andina tienen el acero donde es imposible negar el pasado para construir el
futuro. Hay que entender de una buena vez que el presente sin pasado no vale
nada, menos el presente sin futuro. Tampoco seguir enfrentando el pasado con el
presente.
Negar
nuestro pasado para construir el presente es patético y alienante, sin
posibilidades de un futuro nuestro. Peor aún dejarse manipular por los
“globalizadores”, con el santo de la “modernización”. Esto no quiere decir, de
ninguna manera, dejar de lado los adelantos de la humanidad, tampoco es
razonamiento pasadista, ni mucho menos xenofóbico. Es buscar nuestra legítima
paternidad para conjugar nuestra personalidad e identidad nacional, que ahora
pretende también negarnos la “globalización” con su “mundo sin fronteras”.
Asimismo,
estas constataciones y razonamiento nacional vigente más que nunca y que no
excluye de ninguna manera la cultura mundial, nos plantea un gran problema a
resolver: adecuar nuestra cultura andina a los actuales avances culturales,
tecnológicos y científicos, elevando a categoría nacional de primer orden,
principalmente el trabajo colectivo (Ayni) la música andina, el idioma quechua
y la vestimenta nativa.
Liquidar
definitivamente la idolatría a la colonia, que es nuestra mentalidad feudal-virreinal
persistente en nuestra vida cotidiana, incluso práctica cotidiana (Seguir
diciendo “palacio” al edificio gubernamental, judicial, etc. Es un pequeñísimo
ejemplo. ¿Entonces el gobernante es un rey?). Hacer que la educación contribuya
a la transformación social estructural de nuestra sociedad y defina una
sociedad en la práctica netamente peruana, con cultura e identidad nacional.
No estoy
hablando de nacionalismo, sino de lo nacional que permita integrarnos. La
identidad nacional es un hecho consustancial a una nación, a un país.
El
capitalismo globalizador, irónicamente consolida las clases y consolida las
naciones, las necesita para seguir viviendo, porque su base cerebral es una
estructura jerárquica hegemonista, individualista y excluyente. Es el
capitalismo en desarrollo que crea el nacionalismo –precisamente, es a partir
de la Revolución francesa que se impulsa este concepto-. El nacionalismo es
consustancial al sistema capitalista en su esencia fascistoide, que enarbola
como ideología y política, la burguesía
monopólica, en su tendencia ambiciosa de desconfiar de las demás naciones. En
su expansionismo imperial deviene en “chovinismo”, para adoptar una
superioridad de gran potencia frente a las demás naciones que pretenden
hegemonizar. Y, en las que dominan, cada cierto período de tiempo, exacerban el
nacionalismo engañoso, utilizando a determinados personajes reformistas-izquierdizantes,
para desviar la conciencia y al pueblo de sus
verdaderos objetivos históricos.
Así, las
naciones hegemónicas, patéticamente necesitan de las naciones pobres para
promoverse como naciones monopólicas y
subyugarlas, las bloquea estructuralmente y no les permite cumplir su función
como nación. Hipócritamente las llama “Naciones en vías de desarrollo”. En ese
sentido, cuando su hegemonía monopólica está en peligro, impulsa la creación de
bloques económicos, llámese MERCOSUR, COMUNIDAD EUROPEA, etc. O genera tratados
comerciales como el ALCA, TLC, etc. y ladinamente no practican el liberalismo,
sino el estatismo, como observamos en su actual crisis. Inventan una serie de restricciones y
protegen sus exportaciones subvencionándolas. Bloqueando de esta manera otros
hegemonismos. Por eso, los países “en vías de desarrollo” intervinientes,
necesariamente tienen que mirarse como nación y aquilatar sus posibilidades.
Ahora
bien, lo que la globalización debilita es la corriente de lucha soberana de
liberación nacional, la que da paso a una corriente de lucha comunitarista
internacional. Por esta razón, la soberanía sigue siendo una reivindicación por
resolver.
Ahora
bien, una nación sin utilizar las tecnologías de la información y comunicación,
sin saber aprovechar los últimos avances científicos y tecnológicos no es
posible.
Así como en nuestro caso no es posible además sin
potenciar la cultura andina. Empezando por tecnificar la agricultura y exportar
sus productos. No trayendo del extranjero moldes de pensamiento y producción
para cambiar el modo de pensar y producir andino, sino potenciar su educación y
creatividad con más tecnología. Es clave. Pero, para ello se necesita ser
libres. ¡Oh hermosa libertad!, en tu nombre nos sojuzgan.
Nuestra educación, para que sea nacional, debe
integrar identidad cultural y sentimiento de pertenencia y amor a lo nuestro; priorizar,
que desde inicial hasta la universidad,
la principal asignatura, área o facultad académica de estudios, sea el
de FORMACION NACIONAL, donde los troncos de enseñanza y aprendizaje prioritario
deban ser: Runasimi (Quechua), música andina, vestimenta, productos y alimentos
autóctonos, filosofía peruana y sobretodo el trabajo comunitario y solidario.
Respetando y potenciando cada espacio étnico, cada pueblo étnico y
desarrollando procesos educativos regionalistas, pero integradores y
liberadores, lo que significa desechar la presente educación general. Quien
sabe crear educaciones regionales por
ponerle un nombre; dentro de un proyecto educativo nacional integrador,
liberador y transformador.
La otra
facultad universitaria tecnológica indispensable tendría que ser
necesariamente: POLITICA INDUSTRIAL Y CREACIÓN TECNOLÓGICA. El Perú para
integrarse al mundo y ser uno de los países libres y desarrollados o por lo
menos en “vías de desarrollo” tiene que diseñar a través de la investigación
científica y tecnológica, con el más alto presupuesto, adecuados principios y
lineamientos de política industrial, tecnológica y comercial, para producir y
crear tecnología a través de nuestras materias primas y nuestros propios
recursos y saber utilizar lo que el mundo produce. Es decir convertirnos en un
país productor de tecnología y de servicios, mejorando nuestra capacidad de
autofinanciamiento del crecimiento económico.
En ese sentido, sólo una educación nacional y autónoma
nos puede proporcionar la fuerza mental y la libertad necesaria para llevarla a
cabo. Torcer la voluntad del imperialismo hegemonista que no puede tolerar
países y naciones autónomas es un deber moral nuestro; así como de cada
gobierno de turno que hacen de personeros del imperio. Al margen de ser libres no somos nada. Sin
libertad no hay desarrollo.
Buena idea hay que hacer , comenzar concientizar a los docentes para que con ellos se haga el cambio en paz y de forma racional y lógica con objetivos claros y firmes sin ideologias ni religiones porque esas son el germen de la enfermedad de NADA SE PUEDE. Un abrazo .
ResponderEliminarEnrique González Arias
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