La mujer de los sueños
La mujer, la madre y las abuelas cobran especial relevancia entre los uitotos, uno de los pocos pueblos amazónicos donde en algunas costumbres prevalece el matriarcado. Así lo atestigua la obra del artista Rember Yahuarcani, cargada de simbolismo femenino.
Por: Jorge Paredes
El mundo de los uitotos fue concebido en un sueño. Y la mujer forma parte esencial de esta creación. El artista Rember Yahuarcani aún recuerda los relatos de su abuela paterna, quien le contaba que, al inicio de los tiempos, Buinaima (el creador) no sabía cómo hacer a los hombres, entonces se durmió y en sueños le fue revelado el secreto: debía inventar primero el achiote. Buinaima creó esta planta y cuando abrió su fruto cayeron 30 semillas a la tierra. El dios comenzó a cantar y de esas semillas nacieron los primeros hombres. Buinaima les enseñó a hablar, a curarse de las enfermedades y creó para ellos el Sol y la Luna. Sin embargo, a este mundo perfecto le faltaba algo. Un día los hombres se durmieron y cuando despertaron las mujeres ya estaban a su lado. A cada hombre le tocó una mujer y luego el dios desapareció satisfecho debajo de la tierra.
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Si el creador uitoto habita en el espacio y en las profundidades lejanas, lo cercano, lo tangible está dominado por Buiñaiño, su mujer. Ella está en el arco iris que sostiene el cielo, ella es la anaconda que se enseñorea por los ríos y ella es también la planta del aguaje, cuyos frutos son vitales para la existencia en el bosque.
Toda esta simbología explica algo esencial. “Los uitotos son el único pueblo amazónico donde existe el matriarcado”, dice Rember Yahuarcani. “Siempre me he preguntado por qué y he llegado a la conclusión de que es una cuestión mitológica, donde la mujer es mucho más importante que el hombre. Buiñaiño, la esposa del creador, está en el aire, en el agua y en la tierra. Y en cada espacio se manifiesta a través de un fenómeno natural (arco iris), de un animal (anaconda) o de una planta (aguaje)”.
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Esta supremacía femenina también se da en el mundo real. Entre los uitotos son las mujeres las que toman las decisiones importantes. “Yo pertenezco al clan aymenu”, cuenta Rember, “y ahí el papel principal lo tenía mi bisabuela. Cuando ella hablaba con mi abuela, lo hacía de manera especial, era como si la estuviera entrenando para dirigir, para tomar decisiones sobre todas las cosas”. Otro dato relevante es que tradicionalmente en este pueblo son las mujeres las que eligen con quién casarse. “En las fiestas, los hombres danzan y las mujeres miran. Si una de ellas te pone una mano en el hombro izquierdo, es señal de que le gustas”, cuenta el artista.
Por eso, de manera consciente o inconsciente, Rember ha puesto a la mujer como figura central de su obra. A esa mujer nacida de las aguas, formada del achiote, vestida de hojas y dadora de vida. A esa mujer a la que el creador le dedicó más tiempo y cuidado, hecha a la medida de un sueño.
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