PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN Parte XIII
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
3.9. TRANSFORMAR EL ROL PASIVO DEL MAESTRO EN UNO MÁS ACTIVO,
PROTAGÓNICO Y CRÍTICO EN FUNCIÓN DEL CAMBIO SOCIAL ESTRUCTURAL.
I
Honrando las excepciones,
los docentes hemos perdido la fuerza y el espíritu para el cambio transformador
si alguna vez lo hemos tenido. No basta desearlo, hay que ponerlo en práctica.
El docente debe ser leal consigo mismo y trabajar como debe ser. Debe asumir un
compromiso personal, superando el recelo uno del otro, que hace que un docente
sea enemigo del otro. La primera lucha fundamental que debemos emprender los docentes
es la lucha cruenta contra uno mismo e imponernos una conciencia educativa
científica y colectiva. Significando ello, la necesidad de participar en la
acción transformadora, fortaleciendo siempre al colectivo. Es una búsqueda
constante de abstraer la realidad y actuar sobre ella para transformarla, dando
y adquiriendo; porque, la educación se
adquiere y se da. Al igual que la conciencia de clase. Así nos transformamos en
maestros. Cualquiera no es maestro.
II
El maestro de acuerdo al
desarrollo histórico social concreto, debe ser el primer nacionalista, en el
sentido de lo nacional, abrigar en sus profundidades y en sus actos, un gran
espíritu nacional, traducido en una pasión inextinguible por nuestra cultura
andina y amazónica en todos sus legados, y a la vez debe ser un
internacionalista lúcido, capaz de engarzar lo nuestro con el mundo, sobre todo
con el avance de la ciencia y la tecnología de la comunicación y la información
y el pensamiento de transformación social. A la par que respeta las leyes,
deber ser libre y autónomo, sin libertad y autonomía no hay desarrollo, sino
sumisión y sujeción.
La cultura andina y amazónica debe
conjugarse con el aprendizaje del quechua en todos los niveles. Todo maestro
debe saber quechua. Y, para ello debe facilitársele todas las herramientas y
metodologías del caso, principalmente actitudes que le induzcan a desarrollar y
fortalecer nuestra diversidad cultural, etnias, lenguas, costumbres y
tradiciones de nuestros orígenes, con una potente educación bilingüe.
Para ello necesita desarrollar y
fortalecer su pensamiento científico, caminar la ruta de la dialéctica, ser un
auténtico político que hace educación y democracia. Desarrollando estrategias,
metodologías y contenidos que forje en los estudiantes las mismas
características.
III
La sociedad peruana y el
mundo nos imponen un reto: Saber interpretarla, entenderla para transformarla.
Las instituciones educativas y la familia son los principales medios para ello,
construyendo los núcleos organizadores, los centros de debate y los centros de
difusión.
Dentro de esta actitud y plenitud
cualitativa ¿Se exigirá mucho a los docentes? ¡Claro que no! Es la función
vital y actual a cumplirse: la transformación. Donde ha de suprimirse la
mediocridad y afloren la firme decisión y politización a riesgo de transgredir
los códigos y cánones burgueses, sus costumbres y leyes, sus políticas
educativas que, sin ninguna consideración surgen de los libros e informes
extranjero y oficinas de sus representantes para mantener el estado de cosas y
defender el presente sistema social injusto.
Para contrarrestar esta injusta
situación, el maestro constituye el factor fundamental, sólo así el tiempo será
necesario, la vida tendrá un fin, las dificultades fáciles barridas y el
maestro estará cumpliendo su auténtico rol. Sin olvidar jamás que, el maestro
tiene el rol también de aprendiz.
En el tipo de sociedad que vivimos, es
importante y fundamental la politización del maestro y adquiera una actitud
partidista, en el sentido de la mayor eficacia en el trabajo pedagógico a favor
del pueblo, en el sentido del cambio de mentalidad y en el sentido del cambio
social estructural, tarea que nunca debe dejarla pretextando el bajo salario.
Estoy mirando las contorsiones de la
mediocridad y los defensores del sistema gratuitos y pagados, concientes e
inconscientes, cuando leen la palabra politización o cambio social estructural,
su enfurecimiento, su tono y gesto burlón, porque estoy invadiendo sus
intereses de clase. Lo mismo les sucede a los alienados globalizadores, que se
creen modernos, que siempre han despreciado lo nuestro, lo nacional, la cultura
andina y amazónica. Pero, que bien se hacen los nostálgicos por su tierra,
cuando están en el extranjero.
VI
Asimismo, el maestro está
en una encrucijada cuando se habla de política, realidad nacional, etc. Porque
nos han hecho creer que la labor educativa debe estar alejada de estos tópicos,
pese a ser el que transmite los “conocimientos” y el “pensamiento” de los
“intelectuales” y “políticos” que los elaboran. Es decir quieren que se
transmita lo que los que controlan el poder económico pretenden sea nuestra
verdad al margen de nuestra opinión.
Por otro lado, saben perfectamente que,
de alguna forma los maestros son los guías precisos y prácticos (porque la TV y la calle nos han
remplazado), por esta razón se nos prepara mal, se nos llena de palabrería
inútil y con teorías falaces se nos acostumbra a una vida rutinaria y cómoda,
siendo la universidad una de las grandes responsables de ello. A través de una caduca,
hábil e hipócrita política educativa, nos mantienen prisioneros, primero a los
maestros y como tal a millones de personas que dependen de nuestro trabajo. Ahí
están las aulas como jaulas y las escuelajaulas.
Los maestros debemos tener plena conciencia
de esto, sin tardar un solo momento, hacer los esfuerzos necesarios para el
rejuvenecimiento de nuestras ideas, porque así nos impone nuestra situación de
excluidos. Todo lo que la burguesía señala que es caduco, para nosotros es
nuevo, joven, lleno de vitalidad.
V
El maestro debe ser ante
todo un hombre político, sabio en psicología, que tenga una función especial
que no se lo ponga al cubierto, por el contrario debe ser un hombre completo.
Ya deben pasar los días en que nos ponen al margen de la vida y la lucha social
política. No se puede ser un simple maestro. Salir y sacar a los estudiantes de
las jaulas y escuelajaulas y, mostrarles el mundo y la sociedad, tal cual son.
El papel enorme de los maestros debe ser
rescatado en la práctica y éste, reitero, no debe justificar su inoperancia e
indiferencia a la exigua remuneración, porque, hay maestros con una existencia
patética tan indiferente. Son tan indiferentes, que son indiferentes hasta de
su propia indiferencia. Es una verdad tan evidente, como que mañana es otro
día.
La baja remuneración no debe cerrar las
puertas de nuestro cerebro, debe servir más bien para una explosión espiritual
y convertirse en realidad viva, en lucha ardiente, en voluntad resuelta contra
la postergación y el autoritarismo teórico y práctico de los que ostentan el
poder. Un maestro de este temple vale por varios maestros, quien sabe por
cientos.
Es curioso señalar que algunos docentes,
pese a comprender y vivir su propia
situación, se impone muchas veces a sí mismo, una astenia política, quedando un
individualismo montarás por sobre su buen nombre y el buen ejemplo que desea
significar. Basta de ser “Prudentes fingidos y falsos virtuosos” como señala
categóricamente José Saramago en su hermosa novela “Ensayo sobre la ceguera”.
Entonces, queda totalmente descartado,
que cuando hablamos de política, pueda significar una fuerza ambiciosa a la que
se entregan determinadas personas en busca de satisfacer intereses personales
mezquinos, que algunas llegan al extremo hasta de equivocarse en su juramento
(“Juro por la plata” dijo una vez un congresista electo). Esta vulgaridad
política es lo que descartamos. No la política como ciencia y como ciencia debe
ser ordenada, creadora, humanista, real, honesta y evidente y sobre todo revolucionaria,
como señala Mariátegui.
VI
El maestro debe ser un
político que hace educación, un hombre que piensa más allá de sus propias
reivindicaciones, con una concepción más sana de la política, que, cuando
participa desarrolle pedagogía política.
El
maestro es el elemento social político por excelencia. Ojalá ya empiece a
sentir y actuar con sed de transformación de este orden injusto. Y, se una y
organice con aquellos que piensan lo mismo.
Ser un buen maestro significa
inconformidad con nuestras verdades y, por sobre todas las cosas, ser un buen
maestro significa educar para la transformación del orden injusto que nos toca
vivir. Esta debe ser nuestra verdad. No importa los sinsabores que nos traiga.
Un maestro no sólo es queja, es transformación.
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