Alternativas frente a la crisis de la educación
capitalista
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
Por una educación
transformadora. Parte VI
Exactamente casi todos sabemos que, el sistema educativo
actual impulsa nuestra adaptación al sistema socioeconómico que vivimos, nos
adapta y la defiende, porque responde a los intereses de las clases que tienen
el poder económico.
Los que contribuimos en la forja de una nueva sociedad,
tenemos que impulsar una educación que cuestione el sistema y contribuya en su
transformación, razón por la cual, la alternativa más cercana a este objetivo
es la forja de una educación transformadora.
¿Qué
es una educación transformadora?
Educación
transformadora o pedagogía para la Transformación, es un proceso teórico y
práctico, que busca ser la ciencia de mejoramiento de la educación para
contribuir con el cambio social estructural y la forja de la Sociedad Mejor.
Significa pensar y ejecutar científicamente las cosas, principalmente el
trabajo en el aula que debe ser laboratorio de análisis y síntesis de nuestra
realidad; desentrañar todos los problemas que dificultan el aprendizaje
integral de nuestros alumnos. Significa concebir la vida y el mundo como un
proceso, la realidad como objeto del conocimiento, interpretación y
transformación; significa reconstruir nuestra práctica y nuestros conocimientos
a través del pensamiento científico.
Pedagogía para la
Transformación, es pensar la sociedad más allá de lo establecido y construir un
mundo mejor como perspectiva. En
síntesis, Pedagogía para la
Transformación significa enseñar y educar para interpretar y
transformar el mundo.
Paulo Freire decía
en “Pedagogía del Oprimido” (Pág.
105) que, más si decir la palabra verdadera que es trabajo, que es praxis, es
transformar el mundo; decirla, no es privilegio de algunos hombres sino derecho
de todos los hombres. Precisamente por esto, nadie puede decir la palabra
verdadera solo, o decirla para los otros, en un acto de prescripción con el
cual quita a los demás el derecho de decirla. Decir la palabra, referida al
mundo que se ha de transformar, implica un encuentro de los hombres para esta
transformación. Indudablemente se está refiriendo al trabajo colectivo, al
trabajo de todos, uno solo poco o nada puede hacer, por ello también decía que,
nadie se educa solo todos nos educamos en comunión y en comunidad por cierto,
por no decir comunitariamente.
Por ello comparto,
esta mis disquisiciones teóricas y prácticas, invocando y sembrando el derecho
de cogerlo todo e impulsar una Pedagogía para la Transformación.
Ahora bien, una
Pedagogía para la Transformación no lo
vamos a encontrar exclusivamente en los libros, fundamentalmente lo vamos a
extraer de la realidad que vamos a interpretar y transformar. Y, la realidad
actual es el sistema capitalista imperial que nos toca vivir, que basa su
desarrollo en la estructura productiva (economía y capital) como fin supremo,
relegando al hombre al último lugar y utilizando precisamente la educación y
toda la superestructura como la política, ideología, cultura, arte, literatura
y religión, como sus sostenedores y al maestro como instrumento de ello.
En ese sentido, una
Pedagogía para la Transformación no constituye un sistema acabado; es un proceso;
es la dialéctica que se desenvuelve en la educación, se introduce
científicamente en el proceso educativo y en los principios didácticos buscando
descubrir las leyes y metas del aprendizaje y la enseñanza que todavía no
conocemos. Tal educación sólo puede apoyarse en los maestros dialécticos y, en
nuestro tiempo, todos los maestros debemos ser dialécticos.
¿Qué significa ser Maestro Dialéctico?
Ser Maestro
Dialéctico significa aprender y aplicar una Pedagogía para la Transformación,
es decir, pensar y actuar científicamente; mirar la educación como un proceso
social, cuyas características, objetivos, metas y principios didácticos están
determinados por la realidad de un momento o período histórico concreto
determinado.
Ser Maestro Dialéctico significa mirar que los
principios didácticos interactúan, están íntimamente relacionados entre sí, son
un sistema integrado, de tal manera que no podemos aplicar alguno de ellos sin
que los demás no estén comprometidos; por supuesto en diferente grado de intensidad
en su actuación.
Ser Maestro
Dialéctico significa transformar las condiciones y actitudes poco favorables en
energía y fuerza liberadora de uno mismo y del otro ser humano que sufre y no
quiere reconocerlo.
Ser Maestro
Dialéctico significa pensar y comprobar que la educación no es neutra ni
aséptica y, que sólo la conciencia científica y crítica nos puede ayudar en su
transformación.
Sólo la dialéctica
es el principio didáctico fundamental que acude como apoyo básico y
determinante para una Pedagogía para la Transformación.
Pero, me preguntarás
¿Qué son los principios didácticos? Y ¿Cuáles son los que contribuyen con una
Pedagogía para la Transformación?
Los principios
didácticos son el conjunto de normas fundamentales más generales que empleamos
los maestros para concretizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Se aplican
para todas las áreas del conocimiento, para todas las asignaturas, en todas las
etapas y la organización de la enseñanza y el aprendizaje en una clase
determinada; incluso puede extenderse a la elaboración de los planes de
trabajo, los materiales didácticos, el plan de evaluación, etc.
Los principios
didácticos en una Pedagogía para la Transformación deben ser una práctica
de experimentación científica constante y deben tener una íntima relación e
interactuar con la dialéctica. Por ello, tomando como base la dialéctica, como
sugerencia, los fundamentales pueden ser los siguientes:
1.- Íntima
relación entre teoría y práctica. Siendo lo determinante la práctica.
Significa partir de la realidad. Conocerla para transformarla.
2.-
En el mundo y la sociedad nada es
definitivo ni sagrado. Sólo el movimiento y el cambio son absolutos.
3.- Todo
interactúa, se interrelaciona. No existen cosas aisladas ni procesos
aislados: Incluso la soledad está encadenada a una gama de motivos, procesos,
actitudes y necesidades.
4.- Una educación
democrático-científica sólo es consustancial a una enseñanza también
democrático-científica.
5.- Lo
concreto y lo abstracto forman una
unidad de contrarios.
6.-
Maestro y alumno interactúan y
aprenden mutuamente.
7.- La
actividad individual y la actividad comunitaria forman parte de un solo engranaje educativo,
dirimiendo responsabilidades individuales y responsabilidades colectivas.
8.- El
análisis y la síntesis como proceso
de sistematización de la comprensión de los fenómenos, forman una unidad
científica.
9.-
La causa y el efecto son parte de un mismo problema o fenómeno; donde es
fundamental estudiar las causas para resolver los efectos.
10.- La
vida es una contradicción permanente.
Lucha y unidad de contrarios permanente que empujan la transformación en uno u
otro sentido: Lo bueno en determinadas circunstancias puede transformarse en
malo, así como lo malo en bueno; la dicha en tristeza y la tristeza en dicha,
etc.
Si usted mi amigo
lector, estudia detenidamente y en forma dialéctica los principios didácticos
antes descritos, se va a dar cuenta que guardan una íntima relación entre
ellos. Si aplica uno de ellos, reitero, entran en actividad los demás.
Sólo la práctica
educativa sincera, franca y leal nos puede conducir a una educación para, por y
con la transformación y nos transforma en maestros dialécticos. Sólo hay que
superar nuestra indiferencia, dogmatismo y mecanización. Recuperar nuestras
funciones intelectuales, ante todo, la memoria y la capacidad colectiva del
trabajo. También superar nuestras vergüenzas, temores, prejuicios y, sobre
todo, la indiferencia que nos vuelve ciegos mirando nuestras miserias.
Por otro lado, las
escuelas pueden ser activas y nuevas, pero, si no contribuyen con la
transformación de la sociedad, no cumplen con su función. A no ser para seguir
haciendo lo mismo.
Comprender y no
olvidar que, una Pedagogía para la Transformación es un proceso que se rige por
las leyes del desarrollo social. Combatir y derrotar el olvido y abrir la
mente, es garantía para la implementación de una Pedagogía para la
Transformación. De lo contrario seguiremos “muertos”.
Y como dice José Saramago en su novela Todos los nombres: “La muerte definitiva es el olvido. Lo que
se olvida, muere. Lo que no es tomado en cuenta, deja de existir aunque
aparentemente viva”
Y, mientras el
cerebro y la realidad se den la mano, habrá batallas justas y correctas de
transformación. Seguiremos vivos, aun después de muertos.
IMPORTANCIA PARA LA EDUCACIÓN, EL APRENDIZAJE
Y LA SOCIEDAD ACTUAL DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN (Próximo jueves)
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