IMPORTANCIA PARA LA EDUCACIÓN, EL APRENDIZAJE Y LA
SOCIEDAD ACTUAL DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
Por una educación transformadora. Parte VII
La crisis de la educación actual, espera propuestas de
transformación, no sólo medidas efectistas para salir del paso o mejorar
aspectos relativos del problema. Propuestas de transformación que partan
aclarando en primer término, conceptos prácticos y concretos como el de educar
y enseñar por ejemplo. Y, señalando niveles de transformación que partan de
nuestra realidad educativa, también con criterios prácticos. En las
instituciones educativas sólo se enseña pero no se educa, y, de ello no son
responsables los docentes, a no ser su indiferencia. La enseñanza sólo es
instrucción y la instrucción es amaestramiento.
En ese sentido, desde el punto de vista de la
pedagogía para la transformación, partimos en conceptuar que: Educar es cambiar,
mejorar, autocontrolar las emociones; es asumir el compromiso ético de ser
mejor persona cada día. Instrucción es enseñar, es manejar diestramente la
técnica, los conocimientos y la información, los planes y programas. La
educación es interna, la enseñanza es externa. Ambos tienen diferentes
objetivos, metas y metodología. Pero ambos siempre interactúan. Más aún en una
pedagogía para la transformación.
Para que se comprenda mejor, resumiré lo que es el
trabajo de enseñar y el trabajo de educar:
• El trabajo de enseñar se da en base a horas de estudio de
determinada asignatura o área de estudio y para ello se elabora la Programación
Curricular obligatoria para todas las instituciones educativas sean públicas o
privadas.
El maestro enseña contenidos, instruye cómo hacer las
tareas y para comprobar si el alumno aprendió, le toma un examen de todo lo
trabajado o dictado. Cuando sale mal, le invoca y le da consejos. Finalmente le
entrega su libreta de notas.
La evaluación, a pesar de estar llena de indicadores
de competencias y capacidades, no hay claridad para comprobar si éstos
efectivamente se han desarrollado en el alumno(a). Nadie se preocupa por
comprobar si se han desarrollado las competencias y habilidades sino de la nota cuantitativa. Para enseñar bien o tener
claridad, es fundamental investigar, analizar y sintetizar los contenidos y
principios metodológicos a través de la didáctica que es la doctrina general
del proceso de enseñanza. Este trabajo tiene que ser especificado para cada
Área de estudios.
La metodología finalmente se encarga de poner en
práctica los principios didácticos, empleando la técnica y los medios necesarios
para cada Área de Estudios. Matemática no vamos a enseñar igual que
comunicación, etc.
• El trabajo educativo es el más difícil y complejo, no tiene
límite ni tiempo. No sólo se da en la clase y en el aula, sino, prácticamente
en cada momento. También necesita de un programa que cada maestro lo forja con
su pensamiento científico, su desarrollo intelectual, su moral, sus
convicciones, su disciplina y está dedicado fundamentalmente a dirigir la vida
del estudiante a su cargo. Ayudarle a resolver sus conflictos y problemas,
incluso personales y familiares. La síntesis sería la siguiente:
-
El maestro se propone ¿Qué debo hacer? Y ¿Qué debemos
hacer? Para que mis alumnos asimilen mejor los conocimientos que les imparto
durante la labor de enseñar. Ensayo estrategias metodológicas, así como su
aplicación en la práctica. Y también, Cómo van a participar en forma efectiva y
eficaz conmigo, entre ellos y con los
demás.
-
Forja en los estudiantes no sólo teoría sino sobre
todo la práctica de las cualidades
morales, convicciones, hábitos conductuales, aptitudes sociales y se interesa
que se vuelvan concientes y sobre todo aplicados a su vida diaria.
-
De ninguna manera puede desarrollar una actitud
adaptativa del estudiante a su medio, su entorno social y al sistema en su
conjunto; sino debe inculcarle la cualidad y la capacidad del cambio de sí mismo
y del cambio social. Del logro de uno nuevo y mejor sistema donde vive. No sólo
se mira procedimiento, habilidad, competencia, sino también contenido, teoría y
realidad concreta.
Como puede comprobarse, enseñar y educar son
complementos indispensables, interactúan, se dan al margen de nuestra voluntad.
Sobre todo la de educar, que no tiene vida propia. Si no desarrollo una
pedagogía para la transformación, entonces aplico para la conservación y el
rutinarismo, la adaptación y la aceptación de las cosas tal cual son.
Ahora bien, la
comprobación del trabajo educativo transformador se da en las actitudes y
cualidades positivas y manifestaciones conductuales adecuadas de los estudiantes, en diferentes y diversas
oportunidades, cuando están solos o en presencia del maestro. Por ejemplo a la
hora del recreo, en las excursiones, en su casa, con sus hermanos, sus padres,
sus visitas, sus vecinos, sus amigos, en fiestas, en el cine, con sus demás
compañeros, los demás maestros, las autoridades, etc. Aquí no se mide con
notas, es un reporte personal de los avances cualitativos serios y sinceros
elaborados por los propios estudiantes. Comprobado posteriormente, en forma
discreta, por el maestro. Para luego ser traducidos en una nota cuantitativa lo
más aproximadamente posible a la cualitativa. Y, posteriormente para corregir
los errores comunitariamente; aprendiendo de ellos y fortalecer y consolidar
los logros.
Esta práctica se debe convertir en una decisión, una
aspiración y hábito contundente del estudiante; lo que estaríamos logrando su
transformación. Para que lo aprendido se convierta en hecho cualitativo o la
instrucción se convierta en educación, debe llevar al niño y al joven a ser
otro, superior, y sobre todo llevarlo a la transformación de su realidad.
Incorporar el conocimiento a nuestro comportamiento cotidiano para ser mejor,
es parte importante de la educación transformadora. En teoría existe este
llamado, pero, nadie lo cumple. Algunos lo utilizan como catarsis al
incumplimiento. Nuestro pueblo necesita de su cumplimiento, necesitamos con
urgencia, como puede notarse una pedagogía para la transformación, para la
educación actual, su aprendizaje y la sociedad en su conjunto de valores
incumplidos.
Forjemos una escuela que mueva la conciencia de transformación
Conciencia de transformación hacia la libertad y la
conquista de una sociedad mejor. Forjemos una escuela que desarrolle la vida
comunitaria, aprenda y enseñe a transformar el mundo; es la única defensa que
tenemos en contra del rutinarismo e individualismo educativo. Sigamos creyendo
en una escuela solidaria y comunitaria que cultive en nuestros niños y jóvenes
el inmenso sueño de aprender y enseñar el cálido amor a la humanidad.
En ese sentido, el alumno no se transforma solo,
necesita que los demás estén en el mismo camino, por tanto, el maestro,
necesita también coordinar con los demás maestros para el trabajo en colectivo,
comunitario; si éste no existe, el trabajo individual se debilita y el logro de
transformación es mínimo y a veces se pierde. Se transforma en individualismo,
caro favor al rutinarismo. Se pierde en el camino la vitalidad y la
trascendental importancia de una pedagogía para la transformación.
Para el logro de una transformación efectiva del
trabajo educativo, se necesita la participación voluntaria, comunitaria y
sincera de cada maestro de una institución educativa y fuera de ella. Aquí es
cuando se choca contra el sistema, porque incluso, increíblemente hay maestros
defensores del sistema en forma activa y otros que son pasivos, comúnmente los
indiferentes.
La función
primordial del sistema actual, es el perfeccionamiento de los procedimientos
individuales; forjando un sujeto individualista y egoísta. Sólo busca el
triunfo individual, los gurús de la autoayuda orientan en ese sentido, por eso
hay un Bill Gates que tiene ahora en su cuenta personal más de 90 mil millones
de dólares y sigue vendiendo más caro su mercancía de software. Por esta razón
se priorizan “competencias” y no los
objetivos. Entonces se da la confrontación desleal, enfermiza de lo colectivo y
lo individualista, sin ver necesidades, posibilidades, ubicación y mejor
oportunidad, dando vida una sociedad enferma, llena de odio y resentimiento,
que sólo piensa en el individuo y no en los demás, donde la solidaridad es una
palabra sin sentido y la filantropía y la caridad una ofensa de lesa humanidad.
Si queremos cambiar
todo ello, miremos entonces la importancia fundamental de una pedagogía
para la transformación, no hay otra posibilidad. Esta es la meta más grande a
la que contribuye el trabajo educativo transformador en el sistema actual. Y,
ésta debe ser la meta y aspiración de todos los maestros. He ahí la inmensa
importancia de una pedagogía para la transformación.
Por tanto, el maestro no sólo debe manejar bien la
labor de enseñar los contenidos, sino, fundamentalmente manejar bien la técnica
de la labor educativa, una preparación moral consiente donde prime lo
colectivo, teniendo en cuenta principalmente como viven nuestros estudiantes y
que tipo de sociedad o sistema nos envuelve y condiciona. Así empieza la
metodología del trabajo de educar para transformar. Y, como puede comprenderse
está aparejada al trabajo de enseñar e instruir. Siendo lo fundamental el de educar.
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