REFLEXIONES DE FIN DE AÑO
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
Se nos va el 2016, nos hacemos
viejos, ganamos más experiencia si aprendemos de nuestros errores. El
capitalismo nos sigue dejando la salud en estado crítico y los gobiernos sin
propuestas. La educación en estado crítico con el fracaso de la reforma
educativa neoliberal. Una guerra esquizofrénica entre el ejecutivo y el
legislativo por el control de la plata del estado. Una corrupción e inseguridad
galopante. El 2016, nos reitera que la corrupción tiene oficinas y personajes
para gestionar los sobornos y las compras sobrevaloradas, con el visto bueno de
nuestras principales autoridades que, cuando son descubiertos, simplemente los
cambian por otros, así lo está demostrando el actual congreso que en sólo 4
meses has sobrevalorado sus compras en más de 2 millones de soles ¿Qué nos
espera el 2017, con esta clase de sujetos?
Hasta la navidad es una farsa. Una
fiesta capitalista y alienante. BESTIAL CONSUMISMO ¡blasfemia! NO, es una
verdad histórica. Los pueblos originarios asiáticos adoraban también al dios
sol, pero ellos a diferencia de nosotros, creían que sus dioses solares
renacían para los últimos días de diciembre: Horus en Egipto, Mithra en Persia,
etc. Por eso celebraban los 25 de diciembres sus festividades religiosas más
grandiosas en honor al sol o solsticio de invierno. Los cristianos, que
celebraban sus propias fiestas religiosas, intensificaban sus luchas contra el
imperio romano y las llamaban “fiestas
paganas”. En Roma la celebración al dios Mithra, -pese a ser un dios persa-
se convirtió en culto dominante en el pueblo, entonces, por razones cristianas
y políticas, el papa Liberio, el año 354, decretó que el nacimiento de
Jesucristo se celebraría el 25 de diciembre, para frenar el ímpetu liberador de
los cristianos y, toda Roma pueda convertirse al cristianismo sin mucho
problema. Antes, el año 313 el Emperador Constantino1, legalizó la religión cristiana con el Edicto
de Milán. Así, la iglesia empezó a compartir el poder contra las clases
dominadas.
Según el diario El País2:
la mayor parte del planeta ya no cree en la divinidad de Jesús. Existen 4.200
religiones en el mundo y millones de creyentes adoran a sus propios dioses,
desde los espíritus de la naturaleza del sintoísmo japonés al Visnú del
hinduismo. Son 4.200 religiones que se contradicen unas a otras. Nos da una
información interesante:
“Cristo nació cinco años antes de Cristo, viene a decir Dunn, profesor
de Teología en la Universidad de Durham (Reino Unido) y autoridad mundial en el
estudio del Nuevo Testamento. No nació hace 2016 años, ni tampoco la noche del
24 de diciembre. ‘Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales,
y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había
pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche
sobre su rebaño’, narra el evangelio de Lucas. En la ciudad palestina de Belén,
donde según la tradición nació Jesús, los meteorólogos pronostican esta noche
una temperatura mínima de 4 grados. Como subrayan los estudiosos, los pastores
no sacan al ganado en pleno invierno. El predicador judío habría nacido, por lo
tanto, más bien en primavera o verano, como sugiere Edwin D. Freed, profesor
emérito de estudios bíblicos de la Universidad de Gettysburg (EE UU), en su
libro The Stories of Jesus' Birth (Las historias del nacimiento de Jesús)”.
El físico Albert Einstein también
opinó, en una carta fechada el 3 de enero de 1954 enviada al filósofo Eric
Gutkind. “La Biblia es una colección de
leyendas honorables, aunque primitivas, y en cualquier caso bastante
infantiles”.
Ahora bien, EL DÍA DE FIN DE AÑO
ES UN BUEN DÍA PARA REFLEXIONAR SOBRE QUÉ HA SUPUESTO PARA NOSOTROS EL AÑO 2016
Y QUÉ PROPÓSITOS NOS MOTIVAN PARA 2017.
A pesar de que prima más lo
negativo en el Perú, es bueno terminar el año con una actitud positiva,
apreciar nuestros logros personales, porque a nivel de país, reitero, hasta
PISA es un globo inflado. Promover la lectura debe ser una consigna general.
Según la UNESCO, Japón lee más en el mundo, un japonés lee en un año entre 46 y
47 libros. Le sigue Suecia, luego Finlandia. Según el Centro Regional para el
Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), en el Perú se lee
menos de un libro por año ¿Bárbaro no?
¿Qué es lo que más leemos? Al
finalizar el 2016, ratificamos que somos líderes en lectura de “prensa chicha”. Prensa morbosa que
banaliza la información. No niego que la gente tiene el derecho a leer lo que
mejor le parece y, el escritor, escribir lo que más ha de vender. Pero, ¿quién
ahora, despertará la conciencia por la lucha de un mundo mejor?
¿Quién escribirá la verdad de las injusticias y los pesares que ello ocasiona
al mundo? La buena literatura que eleva el nivel de consciencia de la gente,
está perdiendo la batalla frente a la frivolidad y la sordidez.
También se nos ratifica que somos
uno de los países con más corrupción desde el Estado gobernante, que tenemos un
NARCOESTADO y el que menos invierte en educación y cultura. El años 2017
tenemos que recuperar la vergüenza, ser uno de los países más corruptos y un
país que menos lee, y lo que lee sólo es morbo, vergüenza e indignación nos
debe dar.
Hoy más que nunca debemos empezar por revisar
nuestros conceptos sobre pobreza y señalar que nuestros pueblos no son pobres
ni económicamente ni en lectura, sino que han sido y siguen siendo sometidos
por un sistema que no les retribuye el inmenso aporte del trabajo y producción
que generan, porque son unos pocos que se los apropian. He ahí una gran
responsabilidad que tienen los escritores y artistas para denunciar estos
hechos. Los artistas y escritores “asépticos” son una cruel creación de esas
minorías que controlan qué debemos leer.
Entonces, culminar el año significa
acabar un ciclo y empezar otro. Es una forma de identificar con gran claridad
qué es lo que quiero dejar atrás en mi vida, qué debilidades, limitaciones y
dependencias y asumir con firmeza y pasión el compromiso de lograrlos. “Nada es imposible para quien se atreve a
escalar las alturas”, nos señala un clásico chino. Diciembre, siempre es un
buen momento y fecha para realizar nuestros balances y análisis de lo que
vivimos el año que fenece y proyectar nuevos planes y exigencias a nuestras
autoridades.
Acaso es mucho pedir, que el gran acuerdo
nacional signifique: aniquilar la corrupción y la inseguridad, claro que es
mucho pedir, porque, con los dirigentes que tenemos, naranjas, para que ello
suceda hay que cambiar a todititos los dirigentes. Hay que esperar entonces 4
años más. No perdemos las esperanzas.
El 2017, sembrar la afición a la
lectura con más fuerza. Indudablemente que, la afición a la lectura de un país
está de acuerdo a sus niveles de vida, cultura y preferencias de sus habitantes
¿Cuánto se lee? Y ¿Qué es lo que se lee más?, van a determinar esos niveles de
vida y cultura.
El fin de un año y principio de
otro, debemos hacer que nuestro espíritu se sienta reflexivo. Nuestro
pensamiento debe acercarse a repasar nuestra vida personal y social, para
desarrollar nuestra conciencia para el cambio relevante, tanto individualmente
como socialmente para renovar la cultura y la vida y contribuir en la forja de
una nueva sociedad más justa, donde cada quien reciba según su capacidad y
según su necesidad. Los niños son libros que empiezan a escribirse y los
adultos son libros incompletos que necesitan mejorarse siempre cada día, cada
año que fenece, siempre en versión mejorada de uno mismo.
Cierro el año 2016, soñando y
diciendo claro y fuerte, mientras no se luche por la transformación estructural
de la sociedad y se forje una nueva y mejor sociedad, tanto la pobreza, la
desigualdad, la inseguridad, la corrupción, en conclusión, la lucha de clases
se volverá cada vez más sangrienta. La cultura, sobre todo la educación y la
literatura, no pueden ser ajenas a esta constatación, por más que nos neguemos
a ver, ahí está la literatura íntimamente ligada a la sociedad. Toda obra
literaria es la representación ideológica del momento histórico que nos toca
vivir, por más neutros que queramos ser, ese neutrismo constituye indiferencia
y, la indiferencia es la peor de las traiciones. La literatura es la conciencia
de la realidad que la representamos o la evadimos. Quieras o no, estamos
condicionados en diversas escalas por las clases sociales en pugna.
NOTAS:
2http://elpais.com/elpais/2015/12/23/ciencia/1450901374_520054.html
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