El Onetti cuentista además de sus extraordinarias creaciones nos obsequió el decálogo más uno que comparto gustosamente con ustedes:
I- No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
II- No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Este sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
III-No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
IV- No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.
V- No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.
VI-No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
VII- No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.
VIII- No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran cinco?
IX- No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
X- Mientan siempre.
XI- No olviden que Hemingway escribió: “Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer”.
Por gusto, Galeano no se hubiera referido a Onetti en los siguientes términos:
“El viejo tiene su cuerpo huesudo lleno de demonios que lo acosan y le revuelven las tripas y le hunden puñales […] dormir, tal vez soñar es una tregua […] Escribir también es una tregua , quizás, el único triunfo que le está permitido. Entonces, cuando escribe, él se alza y convierte en oro su mugre y su ruina, y es rey”.
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