Por una educación transformadora. –Parte II-
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
La educación es el instrumento de manipulación,
control y distorsión de la realidad más poderoso del capitalismo, después de la
TV. Ya no cargamos cadenas físicas, sino cadenas mentales, que somete a la
inocencia, como una turba que perturba el desarrollo de nuestros niños y
jóvenes y nuestro pueblo. Mire usted, estamos en la “era del conocimiento”, “de
la información” de las grandes “ferias internacionales” y “nacionales” del
libro, pero, los libros cuestan caro, por el fetichismo del mercado. Hay el descaro de robar el tiempo, el
conocimiento y hasta la vida de los que menos tienen. Monopolizar los medios de difusión y sólo
informar un tercio de la palabra, porque los pobres pueden malinterpretar las
cosas y rebelarse injustamente; por eso apenas es un ruido la educación y
cultura de nuestro pueblo. Donde todos somos responsables de la crisis menos el
sistema, porque eso sería injusto. Es de puro lamentar. Además, a nadie le debe
importar si copiamos e implementamos modelos pedagógicos de otras realidades,
porque nadie se dedica a pensar y plantear nuestra realidad. Si somos pobres
también en ideas pedagógicas, no es problema del sistema sino de los maestros.
¿Impudente impostura capitalista? O ¿“Viveza
criolla”?.
¿Qué estoy “amargado
y resentido”? ¿Qué soy un “antisocial”?
¿Qué soy un “terruco”?
Categóricamente ¡NO! Busco ser auténtico, no hipócrita. ¡Claro! En este sistema
es difícil. En el Perú, la hipocresía se vende en frascos elegantes y
etiquetados.
Que, al mencionarse la frase: “La educación en el Perú”,
los corazones sensibles y las mentes lúcidas, seguramente la imagen
primera que verán será el de unos niños peruanos que estallan de angustia al
comprobarse en el último lugar en aritmética y comprensión lectora en
Latinoamérica; ¡Y eso! Siendo los primeros en su país; se sentirán más oscuros
y se mostrarán más moraleja en el espejo peruano. Querrán saber por qué. No se
imaginan que la realidad nos está cobrando la deuda por no corresponderla y
porque le pretendemos imponer modelos ajenos. Ellos son sólo víctimas del
sistema así como sus maestros. La “reforma
educativa” como “modernización” decretada
en 1990 para resolverla, es otra víctima, nace muerta, vestida de harapo
presupuestario, y, se la carga sobre los hombros de los docentes. Es un “muerto”
más que camina por los pasillos de la educación. ¿Acaso podría ser también una “viveza criolla”? ¿Tanto puede durar una
reforma?
El Perú es
un inmenso cementerio de “vivos”.
Mira tú mismo y compruébalo, te encontrarás
más de una sorpresa.
¿Cómo redimirnos educativamente?
Sólo un nuevo sistema -llame como se llame-, pero
que sea justo, equitativo y comunitario, podrá redimirnos educativamente. No
esperarlo, ir forjándolo poco a poco, desde nuestra mente. Todo lo que hacemos
debe estar en función de desenmascarar este injusto sistema que vivimos,
desmontar sus calumnias en contra de la nueva sociedad. Que, el principio
básico de la verdadera nueva educación es cumplir una intensa labor ideológica
como condición indispensable de la transformación estructural de la sociedad,
cumpliendo pasos previos, sino, no sirve para nada, a no ser para mantener el
sistema vigente. Sus postulados e ideales deben ser tomados de la realidad
objetiva investigada; de la historia de nuestras vidas y contrastados también
con la realidad y nuestras propias vidas
nuevamente; con una concepción, dirección y conducta científicas, encaminados a
todo tipo de desarrollo, poniendo como eje central al ser humano, al desarrollo
humano, no al dinero.
Se trata también de restablecer el equilibrio en el
debate en contra de la persecución por las ideas para acallarlas,
inmovilizarlas y someterlas a la quietud, terruqueándonos por todo. El mundo es
libre nos dirán; las leyes proclaman la “libertad
de expresión”. ¡Claro! Siempre y cuando sean a favor del sistema. La
libertad es el disfraz del capitalismo y su intocable propiedad privada.
Casi me es imposible escribir con alegría, lo que
necesitamos con angustia y gritos en educación. En estos tiempos en que el
valor de la palabra o el significado de las mismas se distorsiona, se reemplaza
una por otra para defender y mantener intereses; donde se ataca en forma
difamante a las personas y no a las ideas; donde se terruquea por todo; donde
elegir ser maestro es escoger el espacio bañado de la indiferencia y hay que
aprender a morir en la más absoluta miseria, porque el sistema te explota y
exprime y te vota luego como chatarra vieja al desolado y paupérrimo destierro
de la jubilación. Por ello, es de gran responsabilidad de los maestros, o vivir
en los extremos de la fatalidad o luchar por nuestra redención, estudiando y
diciendo tal como son las cosas.
Actualmente, ya nadie puede negar cómo la educación
está ligada e interactúa íntimamente con la economía, la política y la
ideología.
Así como nadie puede negar que vivimos una
economía, política e ideología capitalista, por tanto educación capitalista. En
ese sentido, nos toca vivir y trabajar, adquiriendo y desarrollando una
conciencia dialéctica y la forja de
ideología y política con los principios de José Carlos Mariátegui, Cesar
Vallejo, José María Arguedas, Javier Heraud, etc. ¡Uy! Dirán los globalizados,
globalizadores y defensores de este sistema, con una yanquizada estupidez
beligerante: “Estas atrasado 80 años”.
Digo yo, no les hagamos caso, simplemente están repitiendo como loros lo que
enseñan los ideólogos burgueses y aburguesados, llevándonos a un castigo sin
crimen; permitiendo que el Perú siga siendo un mórbido montículo de esperanzas
acribilladas, llena de temores y vergüenzas, de sólo renegar y no hacer nada,
de memoria olvidada y que no quiere recordar.
Dice Galeano en uno de sus hermosos artículos de “Memorias y Desmemorias”:
“La memoria del poder no recuerda. Ella
justifica la perpetuación del privilegio por derecho de herencia, otorga
impunidad a los crímenes de los que mandan y proporciona coartadas a su
discurso, que miente con admirable sinceridad”.
Una educación transformadora, nos exige pues, que,
Tenemos urgencia también de recuperar nuestra memoria. En estos tiempos es
fundamental crecer como humanos y como intelectuales científicos. Hay que
aprovechar que por ahí todavía nos queda un atisbo de nuestra razón. Y, a seguir
forjando la conciencia renovada, científica y transformadora, no basta dejar el
ejemplo de una vida sacrificada. Además de tu lucha diaria y consecuente, deja
un escrito de tus denuncias, penurias y esperanzas; no importa si sabes
escribir o no, pero si no puedes ¡Estudia más!, ¡Combate el sistema! Resiste
las intrigas y calumnias y tantas
sandeces que inventa la burguesía para callarnos. Resiste y cuenta, y sigue
contando, pero sobre nuestras verdades; con el amparo del nuevo pensamiento
científico; nuestra verdadera vida de penurias hasta reventar la otra mente y
quedarte con la tuya. Al decir de Vallejo, “con
la cólera del pobre que tiene acero puro contra dos puñales”. Entonces ¡Si
podrás! No hay otra forma de ser un auténtico
y culto ser humano en la época que vivimos.
Sin embargo, cumplo en informarte que: El padre
Gutiérrez de la Teología de la Liberación fue obligado a dejar el clero seglar
y ahora le vemos como dominico. Alguna vez el brasileño Helder Cámara diría “si doy comida a los pobres, ellos me llaman
santo. Si pregunto por qué no tienen comida, me llaman comunista” ambos
perseguidos y silenciados. El sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal fue
amonestado en público por el Papa Juan Pablo II por sus actividades
libertarias; saludó a todos, menos a él, y delante de todos. El sacerdote
salvadoreño Oscar Arnulfo Romero fue asesinado por estar de lado del pueblo.
Una de sus últimas acciones fue impedir que EE.UU. siga enviando millones de
dólares a los “escuadrones de la muerte
de El Salvador”: Escribió una carta al Presidente de ese país Jimmy Carter,
invocándole por la Paz. Dos semanas antes de ser asesinado dijo a un
periodista: “Si ellos me matan, yo
volveré a nacer en el pueblo salvadoreño”.
Así millones y millones de personas son silenciadas física y verbalmente
por el sistema y sus agresivos e
intrigantes defensores; pretendiendo esconder su final. Mientras unos pocos
disfrutan de los beneficios.
Una educación transformadora nos exige asumir el
firme compromiso de continuar en la forja de una sociedad mejor; jamás ser
cómplices del repugnante silencio ¡No puede ser! A la suma de medias verdades y
abiertas mentiras, agregar elocuentes silencios ¡No puede ser! Tenemos que
reaccionar y vencer el miedo y la indiferencia. Si eres defensor del sistema
silenciosamente, con tu indiferencia o, a voz en cuello y, lo peor, sin tener nada. ¡Corrígete! La mayor de las
traiciones es la indiferencia.
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