POR UNA EDUCACIÓN TRANSFORMADORA. –Parte III-
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
CRISIS DE LA EDUCACIÓN: causas y soluciones.
CAPITULO I
I.- VERDADES Y MENTIRAS DE LA EDUCACION EN EL
PERÚ
I.1.- LA IMPOSICIÓN DEL OLVIDO O
IMPOSICIÓN DEL SILENCIO
La historia del mundo es la historia de la
imposición del olvido o imposición del silencio. En el Perú, como parte del
mundo, este fenómeno se da con mayor fuerza. La República forja en los peruanos
una memoria de olvido. Por ejemplo, el Perú carece de una educación auténtica.
Es una verdad que nadie asume y se va convirtiendo en mentira. Lo auténtico lo
tomo desde el punto de vista de que la educación no está determinada por las
condiciones materiales de existencia del pueblo peruano; es decir, de su
realidad. Por el contrario, se recusa esa realidad. Las impúdicas imposiciones
de estereotipos educativos extraños a nuestras características, son la causa
principal de la crisis de nuestra educación y, estas han resultado estériles
hasta el momento; pero, productivas en darnos un escolar peruano ajeno a sus
problemas y a su cultura; olvidadizo en su función como ser humano. Aprendemos
sólo lo elemental para sobrevivir y defender el sistema, a pesar que sabemos
que es un sistema que oprime a la gran mayoría. Unos defienden de manera
consciente otras inconsciente. Por ello es fácil que se instalen en el Estado
–Congreso, Presidencia, etc.-, delincuentes que hacen de políticos.
La educación en el Perú nos impone el olvido total,
patéticamente el olvido de nuestro origen, de nuestra cultura andina y
amazónica, pero, ella está ahí, incólume, acrecentada por el tiempo, silenciada
por el Estado y sus historiadores. Es nuestra realidad; así como forma parte de
nuestra realidad lo colonial, lo virreinal, lo occidental, del cual se vive
añorando y lo peor, no se ha perdido sus costumbres y conducta: es la memoria
colonial-feudal de privilegio, la que grita, la que se impone a través de la
educación, el Estado y los medios de comunicación. Memoria minoritaria que se
impone a la mayoría. Pero, nuestra memoria ancestral, andina y amazónica se niega
a callarse.
Así pues y, es evidente, no tenemos filosofía, y
menos teoría pedagógica, tampoco tenemos nuestros propios historiadores. Con el
historiador en el Perú los héroes se llevan la gloria.
“Lo pasado ya
no sirve”, se nos dice con tono occidental, conspirando contra la verdad. “El origen ya fue”, “está lejano”, “se
mezcló con lo occidental”, “hay que vivir el presente”, “hay que ser modernos
no arcaicos”, nos lo repiten pacífica y violentamente, al estilo
estadounidense. Esta impostura de la mejor calidad se desvanece frente a los
hechos. Nuestra realidad, que es nuestro origen y nuestra cultura andina y amazónica,
está por todos lados: En las zonas rurales, en las comunidades y etnias
andinas, selváticas y amazónicas, en el arte, la música, la danza, la comida,
el vestido, el lenguaje, el idioma Runasimi (quechua) y aimara, en las
ciudades, en la capital, en nuestros gestos, nuestro apellido, formas de
caminar, de hablar, de trabajar, en nuestra conciencia y hasta en nuestros
sentimientos, etc. Pero la imposición del olvido, que se manifiesta como
indiferencia, pesa más. Nuestra conciencia se resiste a mirar. Nuestra memoria
derrama silencio y olvido. Se resiste a despertar y mirar los hechos. Entonces,
combatir nuestra memoria de olvido es de auténticos. Reivindicar nuestro origen
y rescatar lo mejor es de peruanos. Olvidemos el olvido y que se imponga lo
auténtico y lo peruano.
Negar lo
auténtico se paga con alienación,
pobreza y crisis de la educación.
El Perú y los peruanos, tenemos un cansancio
pedagógico de modelos ajenos. Estamos saturados de tanta literatura pedagógica
democrática de palabra. Pura retórica, y, es lo que nos permite recordar que,
en tanta palabrería, se esconden verdaderas intenciones de una clase, que es la
conservación de su poder y sus privilegios. Nos imponen el olvido y el silencio,
que, en una sociedad de clases como es el Perú, todo lo que hacemos tiene su
sello de clase. La retórica tiene su sello de clase. La educación tiene su
sello de clase, La Constitución Política, el Congreso, el Poder Judicial,
Ejecutivo, Electoral, las instituciones educativas, tú, yo, tienen y tenemos
nuestro sello de clase. En otras palabras; en el mundo y particularmente en el
Perú, vivimos intensamente una cruenta lucha de clases. Es una gran verdad que
se la pretende como mentira o caduca. Su olvido se paga con pobreza, su
silencio con salario enano, su olvido y su silencio deja impunes los crímenes
del poder, deja a la clase dominante imponer su propia memoria y mutila la
memoria de las clases dominadas. Su olvido y silencio nos deja con el pecho abierto
para ser acribillados por la televisión anestésica con sus imágenes y palabras
de consumo, distorsión, alineación y violencia. Verdadero arte de borrar y
distorsionar la memoria y recordar lo que ellos quieren. Son ellos los que
generan crisis educativa, les conviene para distraernos y dejar de mirar que
contribuir en la forja de una sociedad nueva y mejor es la solución.
El poder de la clase dominante está expresado en el
sistema económico o el dinero que realmente manda, apoyado por el sistema político,
ideológico, educativo, religioso, militar y jurídico organizado por ellos y con
el Estado y sus partidos políticos como sus implementadores, reguladores y
defensores, contando con la tele como poderoso instrumento eficaz de difusión.
El Estado, las fuerzas militares y la tele concentran la imposición violentista
para el olvido y el silencio de sus fechorías y su impunidad.
Las clases dominadas vivimos en una cotidiana y
permanente amenaza y coerción objetiva y subjetiva para el olvido y el silencio
–terruqueados por todo-. Objetiva, referido al aspecto tangible de la bayoneta,
la pistola, el fusil y el uniforme. Y, subjetiva, referido al cuerpo jurídico,
de leyes y normas aplicables para nosotros pero no para ellos; les garantiza
por el contrario el libre ejercicio de la dominación, con períodos constantes
de relativa calma y aparente libertad unas veces y otras veces cuando ven
peligrar su poder, ejercerla con violencia física y legal. Ambas violencias,
objetivas y subjetivas duelen física y mentalmente. Quien sabe que: La
exclusión, el hambre y la miseria son la peor violencia ejercida contra los
pobres. Es algo que quisieran que olvidemos. Pero, nuestra memoria es como la
lava del volcán, duerme pero no olvida.
La crisis de la educación, la violencia y las
clases injustas tienen sus orígenes en la apropiación privada de los medios de
producción y, en nuestro caso con la invasión genocida española que es también
la apropiación privada de nuestras riquezas. Pero ha de notarse que la
violencia sólo está permitida a los que tienen el poder. Ellos pueden matar,
atropellar, lisiar, corromper, coimear, para ellos no hay crisis educativa, son
los “premiados”. La violencia de los dominados es catalogado de “delincuencial”, “subversivo”,
“atrevimiento”, “ataque a la fuerza armada”, “indisciplina”, “psicopatía”,
“antisocial” y actualmente
“terrorismo” y acabamos en las cárceles, generalmente por presunción, aquí no
cuenta eso de que “eres inocente mientras no se pruebe lo contrario”, eso
es para ellos; para nosotros falta poco que nos acusen de terroristas si es que
no bajamos la cabeza cuando ellos pasan. Hay que agregar a esta concepción
general, que la violencia que vivimos abarca todos los espacios institucionales
y no institucionales de nuestra sociedad; desde la opresión servil y salarial,
pasando por la discriminación étnica-racial, la falta de atención adecuada en
las entidades públicas y privadas, hasta el empobrecimiento y miseria económica
brutal masiva a que son sometidas las grandes mayorías.
A esta imposición del olvido y el silencio, debe
contraponerse la imposición del recuerdo, poco a poco una educación
transformadora, una educación nueva. Lo nuevo solamente puede imponerse cuando
no olvida la historia auténtica; por eso es importante volver a estudiar,
volver a pensar, volver al origen y volver a contarlo. La única forma de
entender el presente y construir el futuro, es aprender de la historia,
cuidando, sin embargo, de no ser atrapados y recluidos por el pasado. La única
forma para que lo nuevo florezca es recordar los hechos. Recordarlo todo. Hacer
que los hechos hablen.
Buscamos la verdad sin pensar que lo tenemos en la
memoria, frente a nosotros, en nuestras propias manos; la mente fracasa porque se deja vencer por el
olvido y el silencio. Mientras exista la pobreza que es producto de la
opresión, no puede imponerse el olvido y el silencio, ni la paz y el consuelo.
Ningún hombre justo y consciente puede convivir en paz con las injusticias y
con el sistema que los genera.
-Todos los
jueves por este prestigioso diario, el libro: Crisis de la Educación: causas y
soluciones. Por una educación transformadora.-
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