10
famosas cartas de amor de grandes escritores
1.
De Gustave Flaubert
“La
próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias, con éxtasis. Te
atiborraré con todas las alegrías de la carne, de tal forma que te desmayes y
mueras. Quiero que te sientas maravillada conmigo, y que te confieses a ti
misma que ni siquiera habías soñado con ser transportada de esa manera. Cuando
seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que tus huesos secos
tiemblen de alegría cuando pienses en ellas”.
2.
De Oscar Wilde
“Mi
niño,
Tu
soneto es encantador, y es una maravilla que esos labios tuyos, rojos como
pétalos de rosa, estén hechos tanto para la locura de la música y las canciones
como para la locura de besar. Tu delgada alma dorada camina en el medio de la
pasión y la poesía. Sé que Jacinto, a quien Apolo amaba con tanta locura, era
tú en los tiempos de Grecia. ¿Por qué estás solo en Londres, y cuándo vas a
Salisbury? Ve allá a enfriar tus manos en el Crepúsculo gris de las cosas
góticas, y ven aquí cuando quieras. Es un lugar encantador en el que solo
faltas tú; pero ve a Salisbury primero.
Siempre,
con imperecedero amor, tuyo”.
3.
De Ernest Hemingway
"Mi
querido pepinillo,
Salgo
en el barco con Paxthe, Don Andrés y Gregorio y estoy afuera todo el día. Luego
regreso con la certeza de que habrá una carta o varias. Y tal vez las haya. Si
no hay, estaré triste y esperaré hasta la mañana siguiente. Pensaré que no
habrá nada hasta la noche.
Escríbeme
pepinillo, si fuera un trabajo que tienes que hacer lo harías. Es muy duro
estar aquí sin ti y lo estoy haciendo pero te extraño tanto que podría morir.
Si algo te pasara moriría de la misma forma que un animal muere en el zoológico
si algo le pasa a su pareja.
Mucho
amor, mi querida Mary. Debes saber que no estoy siendo impaciente, estoy
simplemente desesperado”.
4.
De Lewis Carroll
“Mi
queridísima Gertrude:
Te
sentirás apenada, y sorprendida, y desconcertada, de oír la extraña enfermedad
que me aqueja desde que te fuiste. Llamé al doctor y le dije “Deme medicina,
pues estoy cansado”. Él me respondió: “¡Tonterías! Usted no quiere medicina:
¡vaya a la cama!”. A lo que le repliqué: “No, no es el tipo de cansancio que
quiere cama. Estoy cansado en la cara”.
Él
me dijo: “Cree que sean los labios”. “Por supuesto –dije–. ¡Eso es exactamente
lo que tengo!”. Me miró con gravedad y dijo: “Creo que usted ha estado dando
demasiados besos. “Bueno –dije–, sí le di un beso a una amiga mía”.
“Piense
otra vez –me dijo–; ¿está seguro que fue solo uno?”. Lo pensé otra vez y dije:
“Tal vez fueron once”. Así que el doctor dijo: “No le debe dar más hasta
que sus labios descansen”. “Pero qué se supone que haga –dije–, porque mire, le
debo 182 más”. Me miró con tanta gravedad que las lágrimas se le escurrieron
por las mejillas y dijo: “Podría enviarlos en una caja”.
Entonces
me acordé de una pequeña caja que alguna vez compré en Dover, y pensé
regalársela a una niña o a otra. Así que los empaqué todos con mucho cuidado.
Cuéntame si llegan a salvo o si se pierde alguno en el camino”.
5.
De Balzac
"Mi
amado angel,
Estoy
loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya
no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva
a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas
caricias se apoderan de mí.
En
cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una deliciosa sensación de
ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has privado de la razón?
Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza.
Me
pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego me siento de
nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto miedoso. Esto no es
vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo.
Me
siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un sueño delicioso en el
que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan horrible!
Estoy
abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro, viviendo solo por amor, y
viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en mil hilos de telaraña.
O,
mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a mí y te hablo
como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa, asombrosamente
hermosa.
Ayer,
durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah, ¡los ángeles no
están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!".
6.
De Nathaniel Hawthorne
"Mi
querida,
Me
gustaría tener el don de hacer rimas, porque a mi parecer hay poesía en mi
cabeza y en mi corazón desde que estoy enamorado de ti. Tú eres un poema. ¿De
qué tipo? ¿Épico? Que se apiaden de mí, ¡no! ¿Un soneto? No; porque es
demasiado elaborado y artificial. Tú eres una especie de balada dulce, simple,
alegre y patética, cuya naturaleza es el canto, a veces con lágrimas y otras
con sonrisas, y en ocasiones con una mezcla de sonrisas y lágrimas".
7.
De Víctor Hugo
"Mi
adorable y adorada,
Me
he estado preguntanto si tal felicidad no es un sueño. Me parece que lo que
siento no es terrenal. Todavía no logro comprender este cielo sin nubes. Toda
mi alma es tuya. Mi Adele, por qué no hay otra palabra para esto aparte de
‘alegría’ ¿Es porque el discurso humano no tiene el poder de expresar tanta
felicidad? Temo que de repente despierte de este sueño divino. ¡Oh!
¡Ahora eres mía! ¡Por fin eres mía! Pronto, en unos meses, tal vez, mi angel
dormirá en mis brazos, despertará en mis brazos, vivirá ahí. ¡Todos tus pensamientos,
todo el tiempo, todas tus miradas serán para mí; todos mis pensamientos, todo
el tiempo, todas mis miradas serán para ti!
Adiós,
mi ángel, mi amada Adele. ¡Adiós!
Todavía
estoy lejos de ti, pero puedo soñar contigo. Pronto, quizás, estarás a mi lado.
Adiós;
perdón por el delirio de tu esposo que te abraza y que te adora, tanto en esta
vida como en la otra".
8.
De James Joyce
"Tú
eres mi amor. Me tiene completamente en tu poder. Sé y siento que si en el
futuro escribo algo bueno y noble debo hacerlo solo oyendo las puertas de tu
corazón. Me gustaría que mi vida transcurriera a tu lado, hasta que nos
convirtamos en un mismo ser que morirá cuando llegue el momento".
9. De John Keats
"Mi dulce
Fanny,
¿Tú
temes, a veces, que yo no te quiera tanto como tú lo deseas? Mi querida niña,
yo te quiero siempre y sin reserva. Entre más te conozco más te quiero. De
todas las formas posibles, incluso mis celos han sido agonías de amor. Yo
habría muerto por ti. Tú siempre eres nueva. El último de tus besos siempre es
el más dulce; la última sonrisa, la más brillante; el último movimiento el más
elegante.
Cuando
pasaste por mi ventana ayer, sentí tanta admiración como la primera vez que te
vi. Incluso si no me quisieras no podría evitar sentir una completa devoción hacia
ti: así que me siento profundamente enamorado al saber que me amas.
Mi
mente ha sido las más descontenta e inquieta y se ha puesto sobre un cuerpo
demasiado pequeño. Nunca había sentido que mi mente reposara con absoluta
alegría, como me ocurrió contigo. Cuando tú estás en el cuarto mis pensamientos
nunca se van por la ventana: tú siempre haces que todos mis sentidos se
concentren".
10.
De Goethe
"No
puedo evitar amarte más de lo que es bueno para mí. Me sentiré feliz hasta que
te vea otra vez. Siempre soy consciente de mi cercanía a ti, tu presencia nunca
me deja. Adiós a ti, a quien amo mil veces".
Fuente: http://www.revistaarcadia.com
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