Las tres amigas se adentran en la arboleda y, tras breve andanza, advierten un resplandor. ¡La flor mágica!, gritaron ellas. Pero la flor tiene un buen guardián, quien les ofrece mayores explicaciones.
El final no puede ser más feliz y absurdo: las tres amanecen afiebradas y con las mismas manchitas rojas que la ‘moribunda’ vizcacha.
No hay duda de que el relato tiene ingenio narrativo y dulzura, y un soplo de viento mítico andino lo enrarece. Sin embargo, conviene sugerir a la autora que depure el exceso de lugares comunes. Y sus ilustraciones, aunque delicadas, podrían ser menos recargadas.
Una felicitación para la editorial Mesa Redonda que inicia con este buen título su colección ¡Upa!, dirigida a los pequeños lectores.
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