lunes, 15 de agosto de 2011

♠ AMAZONÍA Y LEYENDAS: EL PODER DEL ÍKARO


La cultura occidental ha encontrado un manantial de expresiones culturales indígenas, como el discurso chamánico de la Amazonía bajo la forma del íkaro sanador.
Por: Dimas Arrieta Espinoza*
Domingo 14 de Agosto del 2011
Toda palabra es conjuro, llamamiento, incitación capaz de transformar al oyente. La palabra es sagrada y la voz tiene que abrigar, proteger, transmitir: un íkaro –discurso terapéutico o canto de sanación– puede servir como liberación de alguna enfermedad.
El mago es poeta y depositario de este arte verbal, es el reservorio de alguna expresión lírica que viene desde épocas inmemoriales.
El curandero –‘yachak’ en naporuna, ‘nëmara’ en yagua, ‘uwishin’ en shuar, ‘iwishin’ en aguaruna y ‘mereyás” en shipibo– es quien abre los espacios del entendimiento en sus comunidades para ver, creer y sentir tal como perciben o quieren percibir.
Cantos de sanación
La sanación es una de las características de esta poética amazónica o discurso chamánico. Todo un arte verbal puesto al servicio de la salud espiritual y física del ser humano, de las rehabilitaciones y restablecimientos que son unidad, es decir, la armonía humana.
A veces no se canta por cantar, los íkaros son directos y no tanto porque aluden a la primera persona sino porque se refieren al nosotros, es decir, a todos, a ese nosotros individual. Ahí “todos somos nosotros”.
La unidad humana rebasa los bordes de la existencia. No hay humanidad sin hermandad ni hermandad sin rebrote constante.
Ser humano es ser hermano, más aún, en la familia étnica todo esto tiene un soporte en la comunidad lingüística y cultural.
Voz de poder
Esto es lo que expresan, por ejemplo, los íkaros shipibos en la voz del maestro curandero (‘mereyá’) Antonio Muñoz. ¿Pero, qué significado tienen en una ceremonia ritual? Según la investigadora Giove, “la acción de ‘ikarar’ implica ‘cargar’ con poder del chamán un objeto o pócima, confiriéndole alguna propiedad específica para ser transmitida al receptor, ya sea limpieza, protección, curación, daño o para influir sobre su voluntad. Esto se hace cantando el íkaro directamente sobre el objeto o sustancia transmisor. El objeto será luego remitido al rezado y la sustancia ingerida en caso del líquido [pócimas] o el humo soplado, si se trata del tabaco ‘ikarado’”.
Don Antonio
Escuchar en la voz del mismo Antonio Muñoz –Senen Pani– “energía vertical suspendida en el espacio”, en shipibo, nos transportó hasta la ceremonia ritual donde se dieron esos íkaros de sanación o “cantos de sanación del ayahuasca”, como los titularon en un disco compacto, de IKAM Asociación Editorial, el 2005. La grabación sigue la secuencia de esta poética terapéutica amazónica. El primer discurso es una apertura hacia la iniciación de la ceremonia ritual: se presenta el maestro curandero y enuncia su filiación y a las entidades que rigen su mundo y su cultura. Como refiere Giove: “El íkaro es parte fundamental del quehacer curanderil de la Amazonía. Resume el conocimiento del chamán, constituyendo su patrimonio curativo, su arma de trabajo y la herencia que deja al aprendiz. Siendo vehículo de su energía, su eficiencia depende en gran medida de la preparación del curandero mediante dietas, ingestión de purgas, régimen de vida e integración de la sabiduría ancestral. Un maestro no transmite a su aprendiz ‘técnicas’ […] acompaña y guía para que capte el conocimiento que le está predestinado. Como parte de esta enseñanza va cediendo ‘sus’ íkaros”.
Para cada quien
Cada persona requiere de su canto, de su íkaro, no solo para mover sus afectos sino para convocar su disposición para la sanación. No hay canto que no esté ligado al ritual ni ritual que carezca de cantos. Cada curación, cada paciente, cada río, cada planta merece su canto y tiene su momento para ser ‘ikarado’.
Pues “cada chamán es dueño de sus íkaros, como es dueño de su experiencia y sabiduría, por haberlos recibido a su vez de su maestro o directamente de la naturaleza. Es común que los curanderos manifiesten que las cosas que saben, incluidos los íkaros, han sido aprendidas en sueños, en visiones, o que les han sido dados por las plantas. Cuentan que en estos estados de conciencia, inducidos por brebajes de ‘plantas maestras’, han captado la melodía, sin mediar voluntad ni raciocinio, sintiendo que se impone por sí misma y muchas veces en idioma desconocido. En el momento de la curación, generalmente, surge en igual forma”, indica Giove.
Estructura
Los cantos forman la estructura principal de una ceremonia ritual, son importantes en el proceso de la sanación. Los cantos o íkaros exploran las profundidades del alma humana, ingresan al espíritu jerarquizando, ordenando los problemas que se padecen, pero ni las palabras ni la comprensión del texto son imprescindibles. Sí lo es la melodía y que el curandero comparta su espíritu. Ha de compenetrarse con el ‘ikarado’.
(*) Autor de “En el reino de los guayacundos”.

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