jueves, 31 de marzo de 2011

♠ FÁBULA; EL ÁGUILA Y LA FLECHA (Esopo)

 Las fábulas son un proyecto moral, didáctico. Esopo era un esclavo, se dice que muy feo, y, encima jorobado. ´Pertenece al Siglo de Oro de Pericles, Sócrates, Aristóteles, Sófocles”.





EL ÁGUILA Y LA FLECHA

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres.
Mas la vio un cazador, y lanzándole una flecha le  atravezó su cuerpo.  
Viendo el águila entonces que la flecha estaba construída con plumas de su propia especie exclamó:
- ¡Qué tristeza terminar mis días por causa de mis  plumas !
Moraleja:
Más profundo es nuestro dolor cuando nos equivocamos, no nos corregimos y nos seguimos tropezando con nuestros propias errores.

miércoles, 30 de marzo de 2011

♠ OSO PANDA, BELLEZA POÉTICA DE ANIMAL EN EXTINCIÓN

El "panda gigante" es un mamífero y, aunque ha habido gran controversia al respecto, últimos estudios de su ADN lo engloban como miembro de la familia de los osos, , siendo el oso de anteojos su pariente más cercano. Nativo de China central, el panda gigante habita en regiones montañosas como Sichuan y el Tíbet, hasta una altura de 3500 msnm.

Está en peligro crítico de extinción, la especie está muy localizada. Con 1600 viviendo en las selvas y 188 en cautiverio (estadísticas 2004 - 2005), reportes demuestran que la cifra de pandas viviendo en libertad va en aumento. El oso panda es el símbolo de WWF (Fondo mundial para la protección de la naturaleza) desde 1961.

El principal alimento del panda es el bambú, aunque también se alimenta de roedores y otros pequeños mamíferos. Es un buen trepador, aunque rara vez se le ve en los árboles. Se adapta a la cautividad y gracias a su pelaje soporta fácilmente las condiciones invernales de su hábitat.








lunes, 28 de marzo de 2011

♠ POESÍA MUSICALIZADA DE NORIS ROBERTS

Gracias Noris por tu envio, excelente trabajo de musicalización de tu poesía. Siempre eres un amor

♠ LOS POETAS Y LAS BOHEMIAS ¿Por qué?

Cuánto de cierto y mentirá habrán en estas obesas palabras del deshonor, sabiendo que Vallejo y Mariátegui no eran la devoción de Luis Alberto Sánches, apenas les toca en sus "tratados de literatura". Pido entonces que Hinojosa se documente más y con más objetividad u otros lo pueden hacer por él.



El templo del poeta


Abraham Valdelomar vivió sus años de bohemia en el Palais Concert, un café ubicado entre  lo que hoy es el Jirón de la Unión y la avenida Emancipación. Ahora este emblemático lugar, abandonado durante años, está por convertirse en tiendas Ripley. Aquí recreamos el ambiente del que fuera el epicentro de la intelectualidad limeña en los albores del siglo XX.

Por Ghiovani Hinojosa



Abraham Valdelomar, sentado frente a una humeante taza de café de Chanchamayo, aguarda todas las miradas. No es una empresa difícil: gritan en silencio sus lentes tipo quevedo, su camisa y sacón afrancesados, su rostro empolvado, pero, sobre todo, su altivez. Cuando ya está en la retina de casi todos los asistentes del Palais Concert, alza los brazos y acerca sus dedos juguetones a sus mejillas. “Beso estas manos que han escrito cosas tan bellas”, dice en voz alta. Su contertulio, un pálido y narcisista José Carlos Mariátegui, le sigue el juego con un comentario teatral: “Hacéis bien, conde: lo merecen”. Entonces, Valdelomar, que ya firmaba sus creaciones literarias con el seudónimo de “Conde de Lemos”, sonríe complacido y continúa sus diálogos sobre estética.

La escena está retratada en el libro Valdelomar o La belle époque (1969), de Luis Alberto Sánchez, por esos años habitué del famoso café-confitería. El Palais Concert fue, entre 1913 y 1930, el centro de cháchara de los intelectuales y artistas peruanos. En sus salones atiborrados de espejos y ornamentación estilo art nouveau italiano, se gestó el grupo literario Colónida. Pero ¿quiénes eran estos habladores de verbo exquisito?, ¿cómo lucía exactamente este lugar?

Los señores de la tertulia
Tu sonrisa traviesa/se miró en el plaqué/de la tetera obesa/y en la taza de té./La música vienesa/aletargó el Palais/Rimé de sobremesa/un verso sin por qué. Abraham Valdelomar, requerido por una admiradora, improvisa un soneto sobre una servilleta. Soñé la tontería/de una galantería/bella y sentimental./Te busqué en el espejo/y el milagro complejo/me hizo sentirme dual. Aplausos.


Las fans de los escritores tenían, en este espacio, la oportunidad de pedirles pruebas-relámpago de su ingenio. Ellos, ávidos de un reconocimiento que en ese momento les era esquivo, se las daban sin ambages. ¿Quiénes integraban la corte valdelomariana? El poeta y crítico de arte Alfredo González Prada –hijo de Manuel–, que se suicidaría en New York en 1943; Pablo Abril de Vivero –hermano de Xavier–, vate y promotor literario; Félix del Valle, paisano de Abraham y autor de los provocadores El camino hacia mí mismo. Tres novelas frívolas y Juergas en Sevilla; Antonio Garland, dramaturgo de apelativo “Antuco”; Percy Gibson –padre de Doris, fundadora de Caretas–, poeta tierno e iconoclasta; el versador vanguardista Alberto Hidalgo; y, desde 1918 hasta 1923, César Vallejo.



Mención propia merecen Alberto Ulloa Sotomayor y Federico More. El primero, teórico del Derecho Internacional, había sido rival de Abraham Valdelomar en las aulas de San Marcos y llegó a tener con él un duelo de espada sin resultados trágicos. Tras amistarse con el poeta, Ulloa se convirtió en un ‘colónida’ acérrimo y prologó el libro de cuentos de Valdelomar El caballero Carmelo. El segundo, dueño de una de las prosas más filudas del siglo XX, era colaborador del diario La Prensa y otras muchas publicaciones, una especie de periodista freelance de la época. Y su presencia junto a Valdelomar suponía un choque de titanes.



Vallejo, entonces un poeta provinciano de ambiciones continentales, se extasiaba oyendo a las gordas vienesas que tocaban valses de Strauss desde lo alto de un estrado. Según el escritor Carlos Thorne, el vate liberteño solía a veces abandonar el Palais Concert para irse a fumar opio. De hecho, en su relato “Cera”, de Escalas melografiadas, Vallejo escribe: “Aquella noche no pudimos fumar. Todos los ginkés de Lima estaban cerrados(...). Todavía me sentía un tanto ebrio de los últimos alcoholes(...). Quise entonces fumar. Necesitaba yo alivio para mi crisis nerviosa”.



Radiografía del lugar

El Palais Concert, café-confitería construido en 1911 por dos arquitectos italianos, los hermanos Másperi, funcionaba en el primer piso y el sótano de un edificio de tres plantas. Disponía de dos salones, uno amplio y otro pequeño, además del bar y la confitería. En el salón grande, con paredes llenas de espejos, lámparas y olor a chocolate, estaban distribuidas ochenta mesitas de metal pintadas de blanco, con cuatro sillas de paja fina cada una. Se bebía té inglés y café de Chanchamayo.
Este era el hábitat de un fascinante debate cultural. Sus protagonistas exhibían un bagaje de conocimientos tan diverso como enjundioso. Valdelomar llamaría después a las conversaciones sostenidas en este lugar “diálogos máximos”. Uno de ellos ironiza sobre la mercantilización de la muerte y los tipos de entierro que había entonces en Lima:


Si iba su deudo en primera clase, pasaría por el Jirón de la Unión, halado por seis mulas con negra mantilla española. ¿Te parece plácido que cuando uno se muera lo lleven a la última morada seis burros con mantilla española?/Seis burros con mantilla española son una complicación social, el rito. De esta suerte, cuando el entierro es de tercera clase, ¿qué linaje de animales halarán al muerto?/ Fácil es saberlo con la leal ayuda de la lógica. Si para un muerto de primera son seis burros, para uno de segunda serán cinco carneros y para uno de tercera, cuatro gatos/¿Y el día en que el muerto sea burro?/Repara que los burros mueren sin protocolo. 



ESCÁNDALO ROUSKAYA



El Palais Concert era frecuentemente visitado por bailarinas de talla mundial, como la rusa Norka Rouskaya. La madrugada del 4 noviembre de 1917, ella escandalizó Lima al bailar en malla y con túnica gris en el cementerio Presbítero Maestro la danza fúnebre de Chopin. Estaban presentes, gozosos, los ‘colónidas’ Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui, Alejandro Ureta, César Falcón, entre otros. Se sospecha que la incursión fue planeada, en medio de humo y copas, en el Palais.

domingo, 27 de marzo de 2011

♠ BOSQUE QUE TE ALEJAS, RÍO QUE TE INCENDIAS


¡SE INCENDIA EL RÍO!

Y ¿dónde se fue el bosque?

A través de los milenios, la naturaleza ha mostrado su inmensa fuerza destructora. En los últimos siglos, el hombre ha demostrado también su inmenso poder para desencadenar desastres globales.
Por: Martha Meier Miró Quesada*
27 de Marzo del 2011
¿Qué tal si un día anda usted paseando tranquilo, fumando su cigarrito, tira la colilla al río y ¡zas! el agua se incendia? Vaya susto, ¿no? Bueno, algo muy similar ocurrió –sin usted y su cigarro– en 1969, en el río Cuyahoga de Cleveland, Estados Unidos (cosa recurrente desde 1936).
Los niveles de contaminación del río gringo, por los desagües domésticos y químicos, llevaron a que ardiera por más de media hora. El agua contaminada se convirtió en potente combustible. Lo de Cleveland es una de las más patéticas muestras de la irresponsabilidad del ser humano frente a un elemento del que depende su vida y la de la Tierra. Gran parte de los cuerpos de agua globales y locales están altamente contaminados. Basta echarle una mirada al puro y cristalino nacimiento del río Rímac y al convertido muladar que es a su salida por la cantidad de focos contaminantes a lo largo de su discurrir. Así se maltrata al río que calma la sed capitalina. Situaciones como esta se dan a lo largo y ancho del planeta al punto de que una de cada seis personas no tiene acceso al agua limpia ni segura. Las grandes reservas hídricas planetarias son devastadas deliberadamente en un crimen de lesa humanidad que no se castiga. El hombre transforma el agua en espesa, fétida e inservible mazamorra.
Hacedor de desiertos

“Primero fueron los bosques, después los desiertos”, así hablaba el vizconde Chateaubriand, filósofo y escritor francés. No se equivocaba. Es cierto que los desiertos son el resultado de procesos geológicos y climáticos de millones de años, pero hoy nadie duda que, desde hace buen tiempo, las actividades humanas colaboran con el imperio de la arena y la sequedad. “Nuestro país, comparado con lo que era, se asemeja a un cuerpo consumido por la enfermedad; todo lo que había de tierra grasa y fecunda ha desaparecido y no nos queda más que un cuerpo descarnado”, dijo siglos antes de Cristo el gran Platón, vislumbrando la voracidad del hombre por la madera para construir sus naves, sus armas, sus ciudades y quemarla para cocinar, calentarse y guerrear.

El bosque que se pierde se lleva el inmenso tesoro de plantas medicinales, alimenticias y con potencial industrial aún por descubrirse, así como insectos útiles para controlar las plagas. Cada árbol que se extingue arrastra al menos a diez especies de flora y fauna consigo.
En el Perú, según cálculos especializados, hay más de cuarenta millones de hectáreas amenazadas –en costa, sierra y selva– por la desertificación: por la tala indiscriminada, por malas técnicas de riego, por expansión urbana y, cómo no, por la incertidumbre climática (calentamiento global) generada por nuestra extraña creencia del ‘progreso’. Como escribió el lúcido uruguayo Eduardo Galeano: “Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación”.
Loco clima

Las emisiones de los llamados gases de efecto invernadero (GEI) –producto de actividades industriales, la quema de combustibles fósiles para el transporte y aun de grandes operaciones ganaderas– han desencadenado cambios en los patrones climáticos globales.

Inundaciones, lluvias torrenciales, huracanes devastadores que roban vidas a su paso y borran poblados, glaciares que se derriten, inviernos más fríos, veranos más calientes. No hay recoveco en el planeta donde la gente no comente la “locura del clima”, que una buena porción de científicos considera generado por el hombre.
No matarás

Una vuelta por la historia basta para comprender que nuestra civilización se ha construido violando constantemente el quinto mandamiento de la ley de Dios: no matarás. Hoy mismo, los aliados –léase Occidente– bombardean Libia en nombre de la ‘democracia’, asesinando, contaminando, desmembrando familias, quebrando culturas y tradiciones, y traumatizando de por vida a millares de niñas y niños.

La cara más terrible del poder destructivo del hombre se vio en los eventos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, al final de la II Guerra Mundial. Hace ya casi 66 años, la era atómica irrumpió violentamente en la escena contemporánea. Y hasta ahora no comprendemos que en cualquier guerra hasta la victoria nos convierte a todos en perdedores.
Como si no fuera suficiente tener que lidiar con eventos naturales de magnitud y estar preparados para recuperarnos, debemos también enfrentar la estupidez de algunos congéneres y su vocación ecosuicida.

♠ POESÍA SÍSMICA Y TELÚRICA (Solidaridad con Japón)


PABLO NERUDA

Poesía sísmica y telúrica

No solo la tierra tiembla cuando los terremotos deciden estremecer el planeta. También lo hacen los poetas. Pablo Neruda, hijo de una tierra sísmica como Chile, es un ejemplo de cómo se puede convertir en belleza la dura experiencia de la tragedia.
Por: Enrique Sánchez Hernani
 27 de Marzo del 2011
Chile tiene la aciaga estrella de ser la región americana donde han ocurrido los sismos de mayor magnitud. Por algo en su historia está el sismo más catastrófico del planeta: el terremoto de Valdivia, del 22 de mayo de 1960, que alcanzó los 9,5 grados en la escala de Richter. Este ocasionó dos millones de damnificados y hundió a Valdivia cuatro metros bajo el nivel del mar, además de provocar la erupción del volcán Puyehue.
No es raro, entonces, que este país austral cuente con el poeta más conmovido por tales remezones: Pablo Neruda. En su sensibilidad seguramente influyó también su entusiasmo por la construcción de sus famosas casas y el temor a que estas se derruyeran: La Sebastiana, enclavada en el Cerro Florida de Valparaíso; La Chascona, edificada en una de las laderas del Cerro San Cristóbal, Santiago de Chile; y la famosa Isla Negra, situada en la comuna de El Quisco, Valparaíso. En todas ellas, el poeta tuvo que ver directamente con su rediseño y decoración.
En “Confieso que he vivido”, habla de La Sebastiana tras ser castigada con una sacudida: “Hace dos días volví a entrar, después de una larga ausencia, a mi casa de Valparaíso. Grandes grietas herían las paredes. Los cristales hechos añicos formaban un doloroso tapiz sobre el piso de las habitaciones. Los relojes, también desde el suelo, marcaban tercamente la hora del terremoto.
Cuántas cosas bellas ahora barridas con una escoba; cuántos objetos raros que la sacudida de la tierra transformó en basura. Debemos limpiar, ordenar y comenzar de nuevo. Cuesta encontrar el papel en medio del desbarajuste; y luego es difícil hallar los pensamientos”.
Los críticos creen que el poema “Desastres”, recogido en el libro póstumo “El corazón amarillo” (1974), también alude a esta misma casa, asolada por el terremoto, sobre la que el poeta dice: “En Valparaíso caían / alrededor de mí las casas / y desayuné en los escombros / de mi perdida biblioteca / entre un Baudelaire sobrevivo / y un Cervantes desmantelado”.
Poesía y testimonio

Será en su obra poética donde Neruda brindará el testimonio del miedo, pero también de la esperanza, que suceden a estas desgracias. En sus “Odas elementales” figura un poema que da cuenta de la magnitud que ocupan los sismos en el imaginario nerudiano. Allí, en “Oda a Valparaíso”, dice: “nunca / tuviste / tiempo de vestirte, / siempre / te sorprendió la vida, / te despertó la muerte, / en camisa, / en largos calzoncillos / con flecos de colores, / desnudo / con un nombre / tatuado en la barriga, / y con sombrero, / te agarró el terremoto”. Pero como la poesía es invención de la belleza, así se construya sobre la tragedia, Neruda crea una deslumbrante imagen para aludir al movimiento sísmico: “Las sólidas / casas de los banqueros / trepidaban / como heridas ballenas”.

En 1939 ocurrió en Chile el terrible terremoto de Chillán. El sismo encuentra al poeta dedicado al proyecto que luego sería su “Canto general”, y se cree que los siguientes versos aluden a este seísmo: “Desperté cuando la tierra de los sueños faltó bajo mi cama./ Una columna ciega de ceniza se tambaleaba en medio de la noche,/ yo te pregunto: he muerto?/ Dame la mano en esta ruptura del planeta/ mientras la cicatriz del cielo morado se hace estrella”.
La patria temblorosa

Cuando ocurrió el devastador terremoto de 1960, Neruda no estaba en Chile, sino en Francia, donde la noticia lo conmueve hondamente. Escribe entonces un poema muy largo, “Terremoto en Chile”, que luego publicará en su libro “Barcarola”, y otro, llamado “Cataclismo”, que, según una carta que dirigió a su amigo Volodia Teitelboim, pensó publicar en París, en una edición de 100 ejemplares, de lujo, con ilustraciones de Picasso, Dalí, Tamayo, Miró, Matta y Sequeiros. “El total recaudado será para los damnificados nuestros y la reconstrucción” decía su carta, y repetía: “Hay que fundar otra vez la patria temblorosa. Pondré la poesía y la pintura en pie para la reconstrucción”.

“Terremoto en Chile” es un poema de 101 versos donde Neruda, estremecido por las dimensiones de la tragedia, canta: “Otra vez, otra vez el caballo iracundo patea el planeta / y escoge la patria delgada, la orilla del páramo andino, / la tierra que dio en su angostura la uva celeste y el cobre absoluto, / otra vez, otra vez la herradura en el rostro / de la pobre familia que nace y padece otra vez el espanto y la grieta”.
El sufrimiento de Violeta

La eximia folclorista chilena Violeta Parra fue otra de las artistas que se conmovió hondamente con el terremoto de 1960. Aquel domingo 22 de mayo estaba en el segundo piso de un hotel en Puerto Montt. Producto de esta experiencia escribió la canción “Puerto Montt está temblando”, que la llevó a una contemplación mística. Parra compuso: “Puerto Montt está temblando / con un encono profundo / es un acabo del mundo / lo que yo estoy presenciando […] La mar está enfurecida / la tierra está temblorosa / qué vida tan rencorosa […] le estoy pidiendo al Señor / que detenga su rencor”.

♠ EL RAYO HERIDO (De Feliciano Mejía)

Enviado por Feliciano Mejía de su inédito "Rendición de Cuentas"








EL RAYO HERIDO


                                                                     Palabras para Lino Quintanilla


Los párpados cerrados están de Lino y nadie debe llorar ni tener pena.                           

Desde la sierra vino como el viento y al nacer en su Tankayllo, las piedras de Uripa por fin pudieron hablar desde su corazón.

Y sufrió. ¿Quién no sufre en nuestro país? Y lloró de rabia impotente junto a sus hermanos repletos de torpeza y hambre.

Mas sus lágrimas no fueron sino pasos por donde anduvo para llegar a saber que las cóleras pueden desaparecer, si juntos los de abajo nos decidimos a vivir.

Ya no está, Lino aquí.

No más le busquen en la foto o en la asamblea o en la chacra o recolectando frutos o al centro del Mitin o en el habla de la Federación.

No escucharemos su voz enronquecida por el frío y el cariño para todos, cantándonos waynos verdaderos, para que todos nosotros podamos aprendiendo respirar.

Era un Amaru. Los Amarus pasan como el fuego del rayo chamuscando las heridas, prendiendo candelas en los campos secos repletos de mala yerba, para que las cenizas hagan nacer buena semilla.

Por eso miles y miles de hombres le siguieron, huracanes, tormenta, bajando de quebradas y caseríos, para con él recuperar la tierra, quitándola de manos asquerosas; y preñándola hacerla frutecer, bien común, en medio de Andahuaylas.

Sépanlo. Fue conductor de hombres.

Mataba la pena. Como a peste enfrentaba a la desesperación .

Y se ocultaba a la amargura como escapaba de las manos de los uniformados que apresarlo querían como encarcelan constantemente a los hombres que traen la alegría a los humildes.

Lino tenía dudas. ¿Quién no duda con la luz en las manos cuando anda sobre pantanos repletos de culebras y en ciudades donde habitan osos carniceros?

Pero jamás fue vencido. Yo lo digo repitiendo el eco de las quebradas de Andarapa, el rumor de los valles de Toxsama, los gritos de las truchas de Pacucha, los cantos o llantos de los capulíes bajo el sol o la lluvia en Pariabarnba, el sabor de las retamas alegres de Cocharcas, el enojado pifiar del viento en Wankawacho.

Y los montes de piedra de todo el Apurímac, en ronco bramido, gritan por los poros de sus cerros y los ojos de sus abras y repetirán por siempre que nunca fue vencido.

Cerrados están los ojos de Lino.

Nadie jamás debe llorar sino proseguir el camino para por fin llegar al día verdadero.


sábado, 26 de marzo de 2011

♠ FRANZ KAFKA Y EL NUEVO ABOGADO (Análisis de la obra)

Enviado por Realidades y ficciones-Argentina





EL NUEVO ABOGADO [1]
de Franz Kafka


Tenemos un nuevo abogado, el doctor Bucéfalo. Poco hay en su aspecto que recuerde la época en que era el caballo de batalla de Alejandro de Macedonia. Sin embargo, quien está al tanto de esa circunstancia, algo nota. Y hace poco pude ver en la entrada a un simple ordenanza que lo contemplaba con admiración, con la mirada profesional del aficionado a las carreras de caballos, mientras el doctor Bucéfalo, alzando gallardamente los muslos y haciendo resonar el mármol con sus pasos, ascendía escalón por escalón la escalinata.

En general, la Magistratura aprueba la admisión de Bucéfalo. Con asombrosa perspicacia dicen que dada la organización actual de la sociedad, Bucéfalo se encuentra en una posición un tanto difícil y que en consecuencia y considerando además su importancia dentro de la historia universal, merece por lo menos ser recibido. Hoy –nadie podrá negarlo– no hay ningún Alejandro Magno. Hay muchos que saben matar, tampoco escasea la pericia necesaria para asesinar a un amigo de un lanzazo a través de la mesa del festín; y para muchos Macedonia es demasiado reducida y maldicen en consecuencia a Filipo, el padre; pero nadie, nadie puede abrirse paso hasta la India. Aún en sus días las puertas de la India estaban fuera de todo alcance, aunque su camino fue señalado por la espada del rey. Hoy dichas puertas están en otra parte, más lejos, más alto; nadie muestra el camino; muchos llevan espadas, pero sólo para blandirlas, y la mirada que las sigue sólo consigue confundirse.
Por eso, quizás, lo mejor sea hacer lo que Bucéfalo ha hecho, sumergirse en la lectura de libros de derecho. Libre, sin que los muslos del jinete opriman sus flancos, a la tranquila luz de la lámpara, lejos del estruendo de las batallas de Alejandro, lee y relee las páginas de nuestros antiguos textos.


ANÁLISIS DE “EL NUEVO ABOGADO” DE KAFKA
por Héctor Zabala ©


La obra –entiendo– es de una ironía cruda, que parte de una idea descabellada pero genial: Bucéfalo, sin Alejandro Magno ni otro caudillo militar que esté a su altura, carece de un empleo digno de sus méritos y sólo le queda leer y releer libros de derecho.

Es decir, un caballo de guerra –reencarnado en un hombre moderno– no tiene otra opción que moderar su espíritu belicoso y ocupar su tiempo en un burocrático empleo de oficina. Y paradójicamente, los máximos responsables judiciales lo aceptan, no por su idoneidad en la interpretación y manejo de las leyes sino porque entienden que merece una oportunidad de progreso por haber sido un factor castrense fundamental en la historia humana.

El cinismo que encierra esto es notable: quien ayer fuera famoso por coadyuvar a imponer la fuerza bruta en todo el mundo, hoy termina como un ignoto leguleyo dedicado a la aplicación civilizada del derecho.

Por supuesto, el narrador no nos dice expresamente que el doctor Bucéfalo sea la reencarnación de su tocayo, pero es obvio que lo sugiere al aseverar que ciertas actitudes y algunos detalles de su cuerpo delatan ese origen a un ojo experto en caballos.


Hay quienes llegan a ver esta narración como autorreferencial, pues Kafka en su vida hacía algo equivalente: trabajaba como asesor legal en seguros [2], cosa que suponía un freno mal aceptado por él mismo a su hiperactividad literaria (que recordaría a la de un caballo desbocado) y que constituía su verdadera pasión y razón de ser.

Pero más allá de este detalle anecdótico, el narrador incluye en este cuento varios hechos o alegorías de la vida del rey y general macedonio:


• “…para muchos Macedonia es demasiado reducida y maldicen en consecuencia a Filipo, el padre…” Esto debe tomarse como una alegoría. Macedonia representa aquí a los estados europeos que se disputaban la hegemonía en tiempos de Kafka, pero que eran incompetentes para sojuzgarse unos a otros de manera categórica y definitiva. Esta maldición a Filipo sería por envidia; envidia de no poder realizar las grandes conquistas de aquel rey [3] o la de anteriores reyes europeos. Frente a lo hecho por Filipo, los logros fronterizos de los monarcas de fines del siglo XIX resultaban de una mezquindad patética.

• “…tampoco escasea la pericia necesaria para asesinar a un amigo de un lanzazo a través de la mesa del festín”. Estando ambos ya muy borrachos, Alejandro Magno mató de esta forma en Samarcanda a su amigo Clito, apodado el Negro, en el año 328 a JC, si bien después se lo recriminaría a sí mismo hasta el punto de intentar suicidarse. La discusión nació cuando Clito le achacó que Filipo de Macedonia, padre de Alejandro, había sido mejor rey y general. [4]

• “Aún en sus días las puertas de la India estaban fuera de todo alcance…” En efecto, después de una campaña relámpago de ocho años en la que conquista los territorios de Asia Menor, Siria, Egipto, Mesopotamia, Persia y parte del Asia central, Alejandro logra invadir el valle del Indo derrotando a varias tribus locales y finalmente al rey Poro en 326 a. JC. Pero luego de esa última batalla del río Hidaspes, se ve obligado a replegarse y a evacuar la India por la fuerte posición de nuevos enemigos allende el Ganges y la rebelión de su propia tropa, desesperada al verse día a día más y más lejos de sus bases.

• El narrador descubre también cierta confusión, contradicción y hasta fanfarronería en los reyes europeos de su tiempo: “Hoy dichas puertas están en otra parte, más lejos, más alto; nadie muestra el camino…” Es obvio que usa la alegoría de las puertas del Punjab (India) para referirse a un dominio absoluto y casi mundial que rivalizara con el que en su tiempo tuvo Alejandro de Macedonia, inalcanzable para cualquier líder político o militar de fines del siglo XIX o principios del XX, por más bravucones y entorchados que aparecieran ante la gente común (“…muchos llevan espadas, pero sólo para blandirlas…”).

Si bien fue publicado años más tarde como parte del libro Un médico rural [5], este cuento fue escrito en el invierno europeo de 1916-1917, es decir en plena Primera Guerra Mundial, y no cabe duda la alusión a esta calamidad bélica cuando, otra vez en tono sarcástico, Kafka nos dice “[hoy]… hay muchos que saben matar…”

[1] En alemán Der neue Advokat.
[2] Kafka se doctoró en derecho en 1906, pero tuvo siempre la idea de alejarse de Praga, de sus padres y de toda obligación que le limitara escribir. Hay varias cartas que lo afirman. Una de 1912 quizá nos sirva de resumen: “Praga no me suelta. Es una madrecita con garras”. En 1907 fue contratado por la compañía Assicurazioni Generali y en agosto de 1908 ingresará en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia, puesto en el que permanecerá hasta su jubilación anticipada en 1922. Dos años más tarde moriría de tuberculosis pulmonar.
[3] Si bien Alejandro Magno fue quien conquistó Asia, su padre Filipo II había sido quien organizara al ejército macedónico para ese fin, proyectara el plan general de campaña y sometiera entretanto las importantes ciudades de Grecia central y meridional (Atenas, Esparta, etc.). Estos preparativos echaron los fundamentos para las futuras campañas de su hijo, cosa que sabía todo el mundo. De ahí que este legado de Filipo implicó un tormento para la autoestima y prestigio de Alejandro, quien a menudo renegaba de la memoria de su padre.
[4] La hostilidad de Alejandro Magno hacia su padre fue proverbial. Ningún macedonio desconocía la anécdota del banquete de bodas de Filipo II con Eurídice, sobrina del general Átalo, en el que se había bebido demasiado, como siempre: ante una insinuación que ponía en peligro su herencia al trono, Alejandro le había tirado una copa por la cabeza a Átalo, insulto que Filipo intentó reprimir con espada en mano. Pero cuando el rey pierde pie y cae al suelo por la borrachera, la cáustica respuesta de Alejandro no se hizo esperar: “Miren [señalando a su padre], quiere ir de Europa al Asia y ni siquiera es capaz de pasar de una mesa a la otra”.

Franz Kafka
Quizá sea casualidad, pero esta lucha padre-hijo (por momentos soterrada, por momentos abierta), se reeditaría también en la familia de Kafka. Se sabe que Franz Kafka tuvo una relación bastante tormentosa con su padre Hermann, un exitoso comerciante de Praga pero al parecer bastante despótico con su familia (leer Carta al padre). También es conocida la desaprobación del padre hacia su actividad literaria, por considerarla una pérdida de tiempo.
[5] En alemán Ein Landarzt.






Franz Kafka.
Nació el 3/7/1883 en Praga, Imperio Austro-Húngaro (hoy República Checa) y murió el 3/6/1924 en Kierling (muy cerca de Viena), Austria.
Sobre este autor, puede leerse más en REVISTA SESAM Nº 80
http://www.sesamweb.com.ar/