jueves, 21 de marzo de 2024

LA CULTURA DE VIOLENCIA Y LA VIOLENCIA CULTURAL SE HAN INSTALADO EN NUESTRAS MENTES

 

                ¿LA CULTURA DE VIOLENCIA Y LA VIOLENCIA

CULTURAL SE HAN INSTALADO EN NUESTROS MENTES?

                               Por Carlos Villacorta Valles

                                odesi12@yahoo.es

 

Estamos viendo y viviendo la violencia delincuencial que se instala, con más fuerza, en el Estado y en las calles. Un noticiero televisivo de 60 minutos, 57 minutos lo dedican a transmitir violencia. Normalizándola.

 

¿QUÉ ES CULTURA DE VIOLENCIA?

 

Cultura de violencia es la interiorización de la violencia en nuestra mente, como concepto, que nos hace ver como normal la respuesta violenta frente a un conflicto. Se ha instalado en el Estado, de ahí pasó a la TV, las familias y las calles. Culturalmente y políticamente la violencia del Estado sirve para evadir responsabilidades dignas y humanas.

 

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA CULTURAL?

 

La violencia cultural, son los diversos medios, mecanismos y leyes que se utilizan para legitimar o justificar la respuesta violenta para resolver un conflicto. Por ejemplo: el Estado y sus fuerzas armadas y policiales, para resolver la lucha de clases. La religión, con el miedo del pecado con destino al infierno o al paraíso, para someter y controlar.

 

En el caso del Perú, el Estado, representado por el Ejecutivo y el Congreso, ha emitido leyes para extorsionar, reprimir y violentar a los ciudadanos y dirigentes que realicen movilizaciones o actos de protesta en defensa de sus derechos. Si haces esto, te cae la ley. El Estado ha creado un patrón legal de respuesta violenta frente al conflicto social y laboral.

 

 EL MIEDO COMO INSTRUMENTO VIOLENTO PARA IMPONER

 

Según la RAE: “el miedo es la angustia por un riesgo o daño real o imaginario”. Por ejemplo: el “daño real” es la violencia del Estado, y, la violencia en las calles. El “daño imaginario” es pensar en el daño que causa y te paraliza. Lo religioso-simbólico es el más potente.

 

El asesinato, -en las manifestaciones de protesta-, por parte del Estado es algo real y, pensar que te van a matar cuando sales a protestar es el daño imaginario, para impedir que salgas a las calles. Un delincuente esperándote en la calle es algo real; lo imaginario está pensar que te van a robar o matar en la calle y, es una angustia permanente que la TV lo alimenta.

 

El daño real es la ley que criminaliza la protesta, donde, por todo, te han de acusar violentamente de terrorista; lo imaginario está en verte procesado, encarcelado, por tanto, evitas salir a la protesta.

 

Pero el daño imaginario bestial-violento que no nace de un daño real, es lo religioso. Significa pensar desde lo imaginario, un supuesto daño real en la otra vida: “arderás en el infierno”, te amenazan violentamente los sacerdotes, y, como no sabemos si existe o no, eso te genera una angustia gigantesca, que vulnera tu salud mental y, te hace controlable y de fácil sometimiento. Por ello, han creado la fe, porque no hay seguridad que exista Dios. La fe es Dios.

 

Así, el miedo como instrumento violento para imponerte, lo han instalado en nuestra vida pública, en la prensa (TV), en el discurso politiquero, en la escuela, en nuestros hogares; es decir, en los sistemas jurídicos y sociales, de ahí a nuestra mente, por su gran utilidad para obtener poder y conservarlo.

 

Han convertido nuestro miedo natural como alerta al peligro, en un miedo patológico sicosocial, afectando negativamente nuestro desarrollo individual y colectivo y nuestra salud mental.

 

CAUSAS DE LA CULTURA DE VIOLENCIA Y LA VIOLENCIA CULTURAL

 

Intencionadamente, a los efectos de la violencia se los toma como causa, por ejemplo: drogas y alcohol, pandillas juveniles, crimen organizado, desintegración familiar, impunidad, etc., que son efectos de la causa: la propiedad privada, que genera sociedades clasistas y, la injusta distribución de la economía. La clase que tiene el poder económico y el control, viven en la opulencia, somete y explota a los que no lo tienen y viven en carencia.

 

Desde la aparición de la propiedad privada, la historia ha vivido tres sistemas clasistas: la esclavista: con violencia directa y real. Feudalista: con violencia directa, real y religiosa. Capitalista: sistema actual que vivimos, con violencia directa y real, religiosa e imaginaria.

 

La propiedad privada, desde su nacimiento, es avarienta y voraz, genera problemas económicos y, los problemas económicos crea dos grandes violencias: la opulencia y la carencia. Además promueve el  individualismo y el egoísmo.  

 

La opulencia lo tienen los que controlan el poder económico, actualmente el 1% según OXFAM; la mayoría por explotación, corrupción y coimas; son los denominados capitalistas que dominan a través de transnacionales, monopolios y oligopolios y, en efecto, usan la violencia, el chantaje (corrupción) y el miedo para dominar e imponer su poder, con sus operadores políticos controlan el Estado. Hasta estos momentos han impulsado dos guerras mundiales de reparto del mundo. Los únicos valores que practican son: la violencia, la ganancia, el dinero, la mentira, el egoísmo, la calumnia, la competencia desleal, el individualismo, el control y la destrucción.

 

A través de la educación y los medios de comunicación, esos valores son instalados en las familias y las mentes de las personas, produciendo un ser humano totalmente inestable, muy débil en su salud mental.

 

Ahora bien, tanto la opulencia y la carencia son problemas económicos que generan problemas sociales, educativos, culturales, de salud mental (sicológicos y siquiátricos), angustia e intranquilidad permanente, por tanto, infelicidad. Nadie puede ser feliz en un lugar donde tienes que cuidarte de todos.

 

EL CAPITALISMO ES UN SISTEMA MORBOSO Y VIOLENTO

 

El capital (dinero) es una necesidad y valor actual, con ello funciona el sistema, pero cuando se pone por encima del valor del ser humano y fabrica riqueza de manera enfermiza, ambiciosa, mediante el robo y la explotación, deviene en capitalismo.

 

Al capitalista (“empresario”), le interesa un pepino las consecuencias o efectos del sistema productivo que impone: como pagar salario de hambre, que es violencia generadora de pobreza, delincuencia y causante de la desintegración y violencia familiar. Así, el capitalismo considera al ser humano como una mercancía. Por eso, de viejos nos votan al rincón del olvido.

 

El capitalista, -está demostrado hasta la saciedad-, utiliza la violencia como arma de control, a ellos no les interesa frenar la violencia, muy por el contrario la atizan. Un sistema que además propaga el morbo y la perversión, el vedetismo-desnudo y homosexualismo; chismes y escándalos, como espectáculos y formas de vida. La violencia degradante y el misticismo, las supersticiones de todo tipo, la astrología y la suerte mística, como formas de logro y creencias. Pone de moda, músicas y cantantes groseros y sexualistas como el reggaetón, así como  lo horripilante y monstruoso, como gustos artísticos. Promueven libros plagados de morbosidad, sadismo, masoquismo y autoayuda, como modernidad. Con todo ello, penetran descaradamente en nuestros hogares a través de los medio masivos de comunicación principalmente la TV.

En ese sentido, muchos expertos están considerando, también que, el amor y el sexo, son construcciones económico-socio-políticos.

Por otro lado, cada vez más se profundiza, también, la degradación de los derechos democráticos fundamentales y sindicales de la clase obrera y los trabajadores.

 

LA VIOLENCIA DEL SISTEMA DISOCIA NUESTRA PERSONALIDAD.

 

En efecto, destruye nuestro  autocontrol y regulación de nuestras emociones, generando permanentes crisis personales y familiares, por ello nos volvemos más violentos y nos crean “enfermedades” como negocio: depresión, bulimia, anorexia, impotencia, bipolaridad, obesidad etc., y  no paran de fabricar pastillas para estos males, pastillas que nos vuelven más neuróticos.  

 

Esconden el morbo y violencia de los de arriba; se las pasa por blandas y aisladas, santas y puras. Solo se difunde la violencia de los de abajo.

 

¿HAY QUE RESOLVER VIOLENCIA CON MÁS VIOLENCIA?

 

Claro que no, son las autoridades competentes que deben cumplir con su función, que hasta el momento no lo están haciendo. Ningún cabeza de capitalista piensa, que resolver la pobreza, el hambre y la miseria, sería una de las medidas más efectivas para detener la violencia. Esto inicia pagando un buen salario.


 Tenemos la única alternativa clara y sin reservas: investigar, interpretar y transformar este sistema capitalista de violencia en uno mejor, más sano y humano. Los docentes tienen que contraponer la expansión de la violencia con más lectura y cultura.


 Hay que combatir la violencia con más lectura y cultura. Los pueblos que leen están hermosamente condenados a ser libres.

 

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