LA LECTURA ES PRÁCTICA CULTURAL
Por Carlos Villacorta Valles
odesi12@yahoo.es
Ya
nadie puede negar que la lectura es el instrumento fundamental para elevar
nuestro nivel cultural. Así, la lectura afina la forma como vivimos, como
soñamos, como nos relacionamos con los demás, como trabajamos, como escribimos,
inclusive como amamos. Todo ello implica práctica cultural y son pilares del
desarrollo humano.
El
Ministerio de Cultura debe ubicarse como actor principal y, ponerse a la altura
de estos desafíos, claro, hablando como mediador de lectura. Pero, también, le
corresponde a toda la gestión pública, considerando que lo social y cultural no
solo es un problema técnico, requiere interacción de todos, intercambios y
argumentos más flexibles y sólidos sobre la lectura como afición y no como
hábito. Permitir que la ciudadanía participe para que los proyectos no sean
elaborados solo por las élites.
Si
le damos una lectura a la práctica cultural moyobambina, durante el último medio siglo, vamos a coincidir en su
desarrollo cultural sobre cuatro pilares fundamentales: 1.- Desarrollo urbano o
urbanización. 2.- Economía informal. 3.- Migración o “cholificaciòn” como lo
dice Aníbal Quijano y 4.- Organización popular. Cuatro pilares que forman la
mesa cultural de Moyobamba que merecen ser estudiados con detalles, para poder
ubicar la continuidad de su desarrollo como “Cuna de la cultura”. Profundos
cambios, que, regresa un moyobambino después de 30 años. Se siente un extraño.
Sin
embargo, hay que considerar a la migración como fundamental. El migrante, en su
mayoría, es un transformador por excelencia, un productor informal, un
ciudadano politiquero, un “cholo emergente”, pero también, un disociador.
PERO NO TODO ES LINEAL, HAY UNA PRÁCTICA CULTURAL
DISOCIADORA
La
práctica cultural se da en medio de conflictos, negociaciones, indiferencias,
inclusive en medio de socavamientos entre ciudadanos que escinden. Moyobamba
tiene una gran virtud, se une para lograr grandes causas, sobre todo cuando
siente que lo están quitando lo que le pertenece.
Es
por ello, a todas luces, la lectura tiene que ser vista como una práctica
cultural y social. Esta concepción nos permitirá corregir severos defectos
culturales y sociales, como, por ejemplo, cuando aquel año fatídico del presupuesto
para el aeropuerto de Moyobamba, ciertos moyobambinos muy conocidos, haciendo
una mala lectura de las circunstancias, no permitieron que se construya el
aeropuerto en el distrito de Calzada, con el “San Benito” de que “tiene que ser
en Moyobamba”, es decir, no consideraron que Calzada es, también, Moyobamba. En
medio de esta discusión bizantina, Tarapoto se llevó el presupuesto.
Hablando
de manera general, para no herir subjetividades, que es otro de nuestros
defectos. Nos sentimos heridos fácilmente y, a veces no perdonamos: “hoy me has
criticado, ya tendré mi oportunidad de darte duro”, pero el defecto terrible
que tenemos es no hacer nada, ser indiferente, sin embargo, criticamos con
crueldad al que hace algo: “qué interés tendrá para hacer lo que està haciendo”.
Siempre encontramos algún defecto en los demás. Nos desgastamos en la lucha
para hacer quedar mal al otro, para no ayudarle, para desbancarlo. Esto
indudablemente es una cultura disociadora.
Por
otro lado, los politiqueros nos han acostumbrado al gesto, a la pose y no a la
reflexión y, últimamente al tàper o voto mercenario, a la impunidad o a burlar
las leyes.
La
lectura más profunda de nuestra práctica cultural nos permitirá abordar las
causas de nuestros problemas y no seguir ensimismados en los síntomas.
LA
LECTURA COMO PRÀCTICA CULTURAL Y SOCIAL
Tenemos
que reconocer que los seres humanos somos seres integrales en permanente
formación y forja, con capacidad de pensamiento y acción en íntima relación con
los demás. Es así, como el estudio del
sujeto ya no debe centrarse en el tú, sino
en el nosotros, significando un llamado a la trasformación de sí mismo y
el de todos como actores comunitarios.
Por
ello, las políticas culturales públicas, de los municipios, regionales,
ministerios, etc., deben concebirse como
política social, que viene del pueblo y va al pueblo, hablando vallejianamente.
El ciudadano debe participar activamente, para que la política cultural sea
significativa, liberadora y democrática: sensibilizar a nuestro pueblo sobre
los problemas que dificultan su desarrollo humano y dotarnos de los
instrumentos fundamentales para la interpretación y transformación social en la
forja de la sociedad nueva, justa y comunitaria.
La
ausencia de una política cultural liberadora y democrática en nuestros
gobiernos municipales y regionales hasta la actualidad, ha causado y está
causando importantes costos sociales y culturales: ciudades antihigiénicas,
depredadoras del medio ambiente, embarazos precoces, drogadicción, pandillaje
juvenil y delincuencial. Etc. En el campo administrativo: ausencia total de
profesionales o personalidades idóneas en gestión cultural y, como
consecuencia, falta de investigación y producción cultural.
La
ausencia de una política cultural liberadora y democrática, nos aleja de una
sociedad abierta, tolerante y pluralista, nos genera una severa crisis de
identidad y de pertenencia, por tanto, una sociedad fragmentada, individualista
y egoísta.
Por
ello, la lectura debe ser reconocida como estricta práctica cultural y social.
Lo que la hace una práctica empíricamente observable y desarrollable de manera
comunitaria. Una práctica que educa y forma, es decir que forja identidad
cultural y personalidad social. Así, la lectura como práctica cultural, obedece
a las mismas leyes que las otras prácticas culturales, claro, con sus
diferencias.
CUANDO
LE PREGUNTAMOS A ALGUIEN, ¿QUÈ LEE?
Este
subtítulo nos lleva al terreno de la dominación cultural y social, pues lo que
lee, de alguna manera va a decirnos la posición que ocupa: o dentro de la
“cultura dominante” o dentro de la “cultura dominada”; pues la lectura como
práctica cultural y social constituye el espacio por excelencia del escenario
de la dominación social.
Así,
la coacción cultural y social pesa en la lectura la forma característica de la
imposición o dominación cultural. La interrogación elemental de ¿A quién lees?
o ¿Qué lees?, nos enseña su nivel de instrucción, el número de libros que lee
al año, su forma de leer, mucho peor aún si no lee nada.
De
esta manera, la lectura es un objeto social, lees de acuerdo a la clase social
a la que perteneces, creo, es lo que debe ser, sin embargo, los que controlan
el poder económico, subliminalmente te dirigen a los libros que debes leer,
querer un libro y odiar otro, poder leer con tranquilidad un libro y tener
miedo de leer otro libro, pero más la indiferencia a la lectura. No tenemos
libertad de lectura. En el sistema que estamos viviendo, siempre habrá una
contradicción entre el mundo del texto con el mundo del lector.
En
ese sentido, la lectura como práctica cultural caerá en los cánones de
“legitimidad” o “ilegitimidad”. La apropiación de los bienes culturales pasará
igual que la distribución desigual de los bienes materiales.
Nos
toca a nosotros, democratizar la lectura, para leer lo que mejor nos guste y
poder investigar sin temor algún libro. Recuperar la presencia del libro y leer
lo que quiero.
¿QUÊ CONCEPCIÒN DE LA LECTURA SOSTENEMOS?
No
lo tenemos. Una puesta en función de la «Càtedra de lectura, escritura y
bibliotecas del Perú» por CERLALC a través del Ministerio de Cultura, desde el
2018 puso sobre el tapete nuestra pobre realidad de la lectura y los conceptos
que no tenemos sobre la misma. Por ello, uno de sus principales
objetivos señalaba:
La Cátedra buscará promover la
reflexión y el pensamiento sobre la lectura, la escritura y su fomento en el
Perú; impulsar el diálogo intersectorial y el trabajo articulado sobre el
libro, la lectura y las bibliotecas; incidir en la construcción y desarrollo de
las políticas públicas de lectura, escritura y bibliotecas del país; y
desarrollar procesos de formación a mediadores de lectura y escritura en los
que la lectura sea reconocida como un acto intelectivo complejo, una práctica
sociocultural y un derecho cultural. (https://perulee.pe/catedra). El
subrayado es mío.
Que
la lectura sea reconocida como una práctica sociocultural, es fundamental, lo que no se conceptuaba en el
Perú. No se trata, entonces, de separar la lectura de las otras instituciones u
otras prácticas sociales. La lectura està íntimamente ligada a las cuestiones
de integración familiar, el buen empleo, la vivienda digna, un trabajador
honrado, etc.
En
ese sentido, la práctica de la lectura pública no es la única práctica de las
bibliotecas, sino que debe buscar el compromiso del trabajo coordinado con las
otras instituciones, sobre todo con los mediadores de lectura y los
trabajadores sociales, más las organizaciones populares y los colegios. En
otras palabras, las bibliotecas deben sensibilizar y forjar la íntima relación
entre el campo social y el campo cultural. Así debe capacitarse al mediador de lectura y
al bibliotecario.
El
bibliotecario, como mediador de lectura debe ir a buscar al lector, si el
lector no asiste a la biblioteca, el bibliotecario debe ir hacia él.
Pero
aquí hay algo fundamental, las municipalidades deben crear bibliotecas bien
implementadas, con presupuesto necesario para su funcionamiento conforme lo
estamos planteando. Las bibliotecas deben ser Centros culturales de todas las
artes.
En
general, las bibliotecas deben buscar:
- Crear
espacios de lectura en la mayor cantidad posible de la comunidad, para
diversificar el encuentro con el libro: bibliotecas rodantes, animar cuentos,
préstamo de libros a domicilio, talleres de escritura, etc.
- Ir
con las familias, a los centros de trabajo, hospitales, etc.
- Hacer
el seguimiento de los lectores.
La
lectura es una práctica cultural que define el perfil de un pueblo.
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