No todas las amistades y los
amores son buenos
Sopitas
Hoy que es 14 de febrero,
admitámoslo, el amor aparece para algunos como ambrosía de dioses y para otros
como amarga cicuta. Para estos últimos cínicos escribo. Bierce definió al
cínico como: “Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como
son y no como debieran ser”. Hablemos pues de Amor pero no de su
placentera experiencia sino de sus fatales consecuencias; borracho de amor es
una expresión que se usa a la ligera pero explica muy bien por qué nos
enamoramos. Uno se emborracha por cobarde, por la necesidad de aislar la mente
de todo aquello que nos aplasta, por la simple razón de no vivir el mundo y su
cruel realidad; por todo esto también nos enamoramos. Igual que la borrachera,
el amor nos causa una terrible resaca.
Nada es para siempre dicen los
que han sufrido y hasta las pirámides se van destruyendo, granito por granito,
con el soplo tímido del aire. El amor también se acaba y sólo el engaño de la
rutina nos hará creer lo contrario. Todos, por un momento, hemos sentido que
somos uno con el otro de tal manera que cuando nos lo arrancan apenas nos
quedan fuerzas de odiar. Sí, el odio no se contrapone al amor, es su
consecuencia más natural.
Pero no se confunda querido
lector, aquí no ensayo la apología de la tristeza del resentido, busco más
bien, en una día tan misterioso, arrebatarle el monopolio de los sentimientos a
lo cursi, y explorar otros, también naturales, también bellos en su singular
dimensión; aquellos sentimientos que emergen cuando las expectativas mueren,
cuando el hechizo del otro ha terminado. Muy pocos se han encargado de abrazar
las consecuencias del amor, de caminar orgullosos por las ruinas luego del
cataclismo de cupido.
La literatura nunca ha
tenido miedo, tal vez por ello sea la mejor vía para abordar el tema, así que,
aquí les presento cinco cuentos de amor que terminan muy mal.
Onneti y el abismo son viejos
conocidos, todo aquel que lo haya leído ya habrá visto a los ojos la belleza
del infortunio. Onneti logró construir un universo en ruinas y sus personajes
representan al héroe invertido, aquel que ha decidido transitar el horrible y
honesto camino de la búsqueda de sí mismo, de su monstruo interno.
En “Bienvenido, Bob” Onneti nos
recuerda qué cerca están el amor y el odio y que este último se puede convertir
en cándida rutina, en la única superioridad del experto en tiempo y desamor.
Raymond Carver es un
escritor norteamericano cuyos cuentos están marcados por un tortuoso viaje, el
del matrimonio. Mucho intentó recuperarse Carver de sus relaciones terminadas
pero terminó abandonándose en el dulce engaño del alcoholismo. Carver sabía que
la embriaguez no nos hace olvidar el pasado pues no es el pasado lo que nos
duele sino el futuro arrancado ayer. El alcohol entonces parece hacernos dejar
de esperar lo que no llegará.
En “Intimidad”, Carver ensaya
precisamente el futuro perdido a través de la catarsis del recuerdo. Sí, en
“Intimidad” habla una de las criaturas más maquiavélicas: la ex esposa. La ex
esposa tiene el poder del reproche porque ella sola conoce al que fue su hombre
en las dimensiones más oscuras. Este cuento ilustra aquello en lo que se puede
convertir el amor, un juego de poder cuya estrategia es la palabra.
Amparito ya había aparecido en
nuestra selección de 10
cuentos perturbadores que no conocías. Dávila dedicó su obra en prosa a la
literatura fantástica. Las mujeres de Amparo Dávila son personajes que
proyectan muy bien la terrorífica policromía del sentimiento femenino. Dávila
les prodigará momentos de horrible placer de la mano de la locura, la muerte y
el doloroso amor.
Tina Reyes es una mujer sola que,
como muchos, desearía tener a alguien a su lado con quien compartir su vida.
Sin embargo, la cosa no es tan fácil; ¿se ha preguntado querido lector (si lo
está) por qué está solo? “Tina Reyes” puede tener la respuesta a su dilema:
puede que haya algo más terrorífico que la ominosa soledad, algo a lo que nos
resistimos hasta la locura: compartir lo que somos con otro.
Oscar Wilde… la tragedia.
No hay mucho que sirva de introducción a la prosa de Wilde, a su teatro, a sus
lúcidos ensayos. Wilde siempre vivió fuera. Las fronteras de lo social, de la
sexualidad, del lenguaje, le causaban risa al mordaz escritor. En él queda la lección
de burlarse de lo indispensable y tomarse en serio lo rechazado.
“El ruiseñor y la rosa” es un
cuento miles de veces antologado, un cuento de profunda, triste belleza. Aquí,
Wilde construye una sublime fábula con un final devastador. El amor de los
románticos terminó de morir en este cuento en donde Wilde nos dice que, a pesar
de los esfuerzos mentales, del engaño de la esperanza, el amor sucumbe siempre
a las hipócritas convenciones sociales.
Jean Lorrain es uno de los
malditos. Fiel representante de la prosa y la poesía decadente y simbolista. El
fin de siglo francés le dio a la literatura sus más perturbadoras ensoñaciones.
Necrofilia, ocultismo, locura, anarquía; el decadentismo siempre se empeñó en
mostrar lo otro con el hermoso fin de asustar al burgués.
En este cuento, Lorrain propone
otra forma de amor. El personaje principal, sí, sólo ama a las
tuberculosas. Aquí confluyen Eros y Tanatos en el acto sexual, el placer
de amar lo marchito, lo que está por terminarse. Al fin, es el amor la mejor
forma de olvidar que estamos muriendo, su hechizo nos hace sentir eternos, pero
siempre amamos a un ser que está muriendo, siempre estamos muriendo al amar.
En fin, aquí les dejo la
definición de amor de Ambrose Bierce, que pueden encontrar en su Diccionario del
Diablo. ¡Feliz día de San Valentín!
Amor, s. Insania temporaria
curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo
las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas
otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones
artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen
alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más
frecuentemente para el médico que para el enfermo.
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