No se trata de poner en duda el
delirio místico-asesino de quienes prohijaron, impulsaron o fueron parte de la
dictadura militar-cívica que asoló al territorio chileno entre 1973 y 1990 —o
la añoran—; el asunto es otro: se trata de saben quiénes y bajo qué órdenes
asesinaron —si lo hicieron— a uno de los grandes poetas del siglo XX. Es un
debe de la cultura chilena a la cultura del mundo. Una nota de Alemania y
otra de México.
I – Muerte de Pablo Neruda:
¿cáncer o asesinato?
La versión oficial sobre la
muerte del poeta chileno está en duda. Su principal biógrafo y el abogado
querellante comentan la investigación judicial que busca aclarar si el premio
Nobel fue asesinado. | VICTORIA DANNEMANN.*
12 días después del golpe militar
en Chile, el domingo 23 de septiembre de 1973, el poeta Pablo Neruda moría en
la Clínica Santa María, en Santiago. Todo estaba previsto para que al día
siguiente viajara a México, donde sería recibido como invitado por el
presidente de ese país. El avión esperaba en el aeropuerto para trasladarlo
cuanto antes.
Sin embargo, este viaje que
convertiría a Neruda en la segunda figura más importante de la resistencia a la
dictadura, después de la viuda del presidente Allende, nunca se realizó. El
poeta falleció ese domingo y la versión oficial –sostenida en forma unánime
hasta hace poco- fue que el premio Nobel de Literatura dejó de existir a causa
del avanzado cáncer de próstata que sufría desde hacía algunos años.
Sin embargo, recientes
declaraciones del chofer del poeta, Manuel Araya, a una publicación mexicana,
han generado controversia. Araya postula que Neruda habría muerto a causa de
una inyección que le fue puesta en el centro asistencial ese mismo
domingo.
“Hay numerosos informes médicos y
de testigos que acreditan que Pablo Neruda no padecía de caquexia producto del
cáncer, como indica el certificado de defunción de la clínica”, señala el
abogado del Partido Comunista, Eduardo Contreras, el cual presentó una querella
por este caso.
El jurista aclara que caquexia es
un estado de deterioro general avanzado y sostenido en el tiempo. Sin embargo,
fotos y testimonios, incluido el del embajador mexicano, demostrarían que en
esos días el poeta conversaba y caminaba, y no habría estado grave ni
moribundo.
Contreras agrega que en medios de
prensa chilenos, al día siguiente del deceso, se publicó que Neruda habría
sufrido un infarto luego de que le pusieran una inyección para calmarle los
dolores. Uno de los médicos que lo atendió declaró que efectivamente se le puso
un calmante. “La gran pregunta es en qué dosis. Y tampoco tenemos certeza de
qué le inyectaron”, agrega Contreras.
38 años después
Hoy el caso está en manos del
juez Mario Carroza, el mismo que investigó recientemente el fallecimiento del
ex presidente Salvador Allende. El magistrado está realizando diversas
diligencias y citando a declarar a testigos. Ante la solicitud de la ficha
médica de Neruda, la clínica contestó que no posee este documento. “Para mí es
muy impactante y muy extraño –señala el abogado Contreras- que no tengan la
ficha de una figura internacional como es Neruda. Y por otra parte, esta es la
misma clínica donde más tarde asesinaron al ex presidente Eduardo Frei”.
“No tengo dudas de que a Neruda
lo mataron. Sobre lo único que tengo dudas es si lo voy a poder demostrar”,
afirma Contreras. El abogado cree que el juez podría ordenar la exhumación del
cuerpo en las próximas semanas para que sea sometido a peritajes forenses, como
se le ha solicitado.
Sin embargo, no hay certeza sobre
la posibilidad de llegar a informes concluyentes. Los restos del poeta
estuvieron sepultados en Santiago y luego fueron trasladados a su
residencia de Isla Negra, frente al mar. Forenses consultados por los
querellantes tienen opiniones diversas. Si bien la tecnología actual permitiría
encontrar la presencia de algunas sustancias inoculadas, el efecto de la
humedad de la costa podría dificultar los hallazgos.
Hasta ahora, la Fundación Neruda se ha opuesto a la investigación y a que los restos del poeta sean exhumados.
El último día
Recientemente han aparecido
nuevos testimonios, incluido el de una testigo que afirma que la viuda del
poeta, Matilde Urrutia, le dijo que éste fue asesinado ¿Por qué ella y Manuel
Araya no hablaron antes?
El abogado Contreras afirma que
el clima de represión acalló cualquier otra versión que no fuera la oficial:
“Por una parte el temor ante la dictadura creó esta idea que se transformó en
mito. En un momento en que todos andaban corriendo por salvar su vida, nadie
reclamó y pasó como un hecho más”.
Mientras Neruda estaba
hospitalizado, Araya y Matilde Urrutia habrían viajado a Isla Negra a buscar
algunas pertenencias que el poeta encargó para el viaje. Según Araya, Neruda
los llamó para que regresaran en forma urgente, diciendo que le habían
inyectado algo contra su voluntad. El chofer relata que al llegar lo
encontraron agitado y tenía una mancha rojiza en el abdomen.
Araya habría sido enviado por un
médico a comprar un medicamento y en la calle fue detenido por una patrulla y
llevado hasta el Estadio Nacional, lugar de detención donde permaneció dos
meses.
“Manuel era un muchacho de origen
campesino —agrega Eduardo Contreras-—. Vio que asesinaban a varios dirigentes y
dice que trató de hablar, pero no lo escucharon. Ya estaba instalado en la
conciencia colectiva de Chile que Neruda murió de cáncer”.
En busca de la verdad
En Berlín, el mayor biógrafo del
poeta, David Schidlowsky, autor de Las furias y las penas: Pablo
Neruda y su tiempo, considera que es muy valioso hacer una investigación
de este tipo para aclarar las causas de su muerte y despejar todas las dudas,
ante la aparición de estos nuevos antecedentes.
El profesor y estudioso en
literatura indica que en sus indagaciones sobre Neruda no encontró datos sobre
un posible homicidio. Efectivamente el autor de los 20 poemas de amor estaba
sufriendo las complicaciones del cáncer que podría explicar su deceso a los 69
años de edad, pero las nuevas informaciones aparecidas ameritan una
investigación.
“Yo creo que la figura de Neruda
es tan internacional que aclarar cómo murió no va a cambiar su figura de gran
poeta, con sus altos y bajos como todo ser humano —indica Schidlowsky—, pero
para Chile sí es muy importante saber la verdad, para la confrontación de lo
que fue la dictadura. Porque si llegan a demostrar que el segundo premio Nobel
que tuvo Chile fue asesinado… una barbaridad como esa es inaceptable”.
Aunque no se pueda demostrar la
acción de terceros en la muerte de Neruda; investigadores y
cercanos al poeta siempre han sostenido que el golpe militar y la llegada de
Augusto Pinochet al poder fue un duro revés para el estado anímico del poeta,
que habría acelerado el proceso de su muerte.
“Ahora que hay nuevos
antecedentes y dependiendo de los resultados de la investigación, es de esperar
que se encuentre a los responsables, en caso de que haya sido asesinado”,
concluye David Schidlowsky.
* Periodista.
Editora: Claudia Herrera Pahl
En Deutsche Welle (www.dw-world.de).
II – Analgésico pudo causar
muerte de Neruda
Es tal vez imposible evitar las
suspicacias. Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura, el gran poeta
latinoamericano, hubiera podido ser el gran vocero de la oposición a la
dictadura de Augusto Pinochet. Sin embargo, falleció 24 horas antes de su
salida de Chile rumbo a México, en los turbulentos días que siguieron al golpe
militar.
Mientras que su viuda negó un
posible asesinato y su fundación dice lo mismo, la teoría renació casi 40 años
después dejando en evidencia las sospechas que han pendido en esta nación de 17
millones de personas sobre el hecho de que la historia completa, siniestra y
truculenta de lo ocurrido en los días posteriores al golpe permanece oculta.
La versión oficial dice que la
pena que le ocasionaron el golpe militar y la muerte de su íntimo amigo, el
presidente Allende, lo sumieron en una depresión que aceleró su enfermedad y lo
mató 12 días después.
Pero los indicios de que Neruda
no murió de causas naturales en la víspera de viajar cobraron relevancia cuando
el Partido Comunista chileno (PC) decidió finalmente escuchar la denuncia de
Manuel Araya, chofer, secretario y guardaespaldas del poeta, según la cual fue
asesinado.
El 5 de diciembre Araya pidió la
exhumación del cadáver para despejar las dudas. Dijo que Neruda murió pocas
horas después de una inyección de dipirona que le aplicaron en el estómago, y
que le causó fiebre y malestar generalizado.
El abogado del PC, Eduardo
Contreras, presentó una denuncia por el presunto homicidio del poeta en mayo,
luego de que la revista mexicana “Proceso” publicara una entrevista con Araya
que causó revuelo internacional. “Fue ese año que conocimos a Manuel Araya: su
relato es coherente y comprobable”, dijo Contreras, jurista especializado en
derechos humanos.
Neruda perteneció por 28 años al
PC hasta el día de su muerte.
Araya dice que un médico, que no
atendía a Neruda cuando estaba internado en una clínica, le puso u ordenó
ponerle la inyección letal.
Neruda había sido recluido en la
Clínica Santa María por un cáncer de próstata que sufría, por padecer de
flebitis y de una artrosis en la cadera. “Coincidentemente”, dijo Araya en tono
irónico, el médico Sergio Draper, “iba pasando por el pasillo, (cuando) la
enfermera lo llama diciendo que Neruda tenía muchos dolores, y este médico, muy
gentil, va y le coloca una dipirona (un analgésico), y la dipirona… lo mata”.
Araya no fue testigo directo de
los hechos. Dice que una enfermera le contó la historia y que no recuerda su
nombre.
Se intentó establecer
comunicación, sin éxito, con Draper llamando a la clínica y al Colegio de
Médicos de Chile. Pero en un reportaje de la revista Ñ, del argentino diario El
Clarín del 6 septiembre de 2011 titulado ¿Quién mató a Pablo Neruda?,
Draper dijo que “a Neruda lo vi solamente un instante, el domingo 23 de
septiembre, a mí no me correspondía atenderlo.
“Ese día la enfermera de turno me
dijo que, aparentemente, Neruda sufría de mucho dolor, le dije que se le
aplicaría la inyección indicada por su médico, si mal no recuerdo fue una
dipirona… Fui nada más que un interlocutor. Es el colmo que estemos
constantemente bajo sospecha”.
El 24 de septiembre de 1973, el
diario chileno El Mercurio publicó una versión similar a la de Araya. Dijo que
Neruda falleció “por causa de un ataque al corazón… a consecuencia de un shock
sufrido. Luego de habérsele puesto una inyección de calmante su gravedad se
acentuó″, entró en un
estado de precoma y falleció a las 22:30.
El juez que investiga el caso de
Neruda, Mario Carroza, no ha decidido si ordenará la exhumación de los restos
del poeta, enterrado en Isla Negra, donde vivía.
Según el abogado Contreras, el
juez pidió la historia clínica de Neruda pero el director médico de la clínica,
Cristián Ugarte, respondió que en virtud del tiempo transcurrido, 38 años, ya
no se encuentra en los archivos. El abogado indicó que la ficha del hospital,
ubicado en el vecino puerto de Valparaíso, muestra que la enfermedad estaba
bajo control.
La exhumación, no obstante,
podría no servir para aclarar las dudas. “Es poco probable que sea útil la
exhumación, salvo que quedara algún resto de alguna sustancia tóxica en la
médula de los huesos”, dijo el médico forense Luis Ravanal. “Una cosa es
detectar la sustancia, pero otra es demostrar que está en concentraciones
suficientes para matarlo. Es decir, es difícil demostrar que estaba en dosis
letales o terapéuticas” .
Araya dijo que intentó en ocho
ocasiones, al menos, explicarle a la dirigencia del PC que Neruda murió
envenenado. “Yo golpeé tantas puertas, nadie me escuchaba”. Agregó que lo
intentó durante la dictadura y después del retorno de la democracia, en 1990.
“Era un muchacho cuando trabajaba
con Neruda… no lo conocía nadie, vivíamos en dictadura, no estábamos en ese
tiempo preocupados de informaciones distintas a las de Matilde Urrutia (la
viuda del poeta)”, dijo Contreras. Años después de su muerte, Urrutia declaró
en Europa que pensaba que al poeta lo habían asesinado, según información de
prensa que hace parte de la querella.
Neruda y Allende simbolizan una
turbulenta y confrontacional era en la historia de Chile y sus muertes
ocurridas después del 11 de septiembre de 1973 han estado envueltas bajo el
misterio.
Las autoridades recientemente
exhumaron el cuerpo de Allende y confirmaron que el ex presidente se suicidó y
que no fue capturado cuando las tropas se tomaron La Moneda.
Nueve años después, en enero de
1982, falleció el ex presidente Eduardo Frei Montalva, presuntamente envenenado
con talio y derivados del gas mostaza en la misma Clínica Santa María. Un juez
especial acusó a cuatro médicos y a dos agentes de la dictadura de
suministrarle las sustancias tóxicas al ex mandatario. Sus restos fueron
exhumados y el caso se encuentra en investigación.
El médico Draper fue uno de
varios médicos llamados a declarar en el proceso de Frei, quien se recuperaba de
una operación de hernia en la misma clínica pero repentinamente empeoró y
murió. Conteras dice que el certificado de defunción del poeta indica que murió
de caquexia: una desnutrición extrema causada por una rápida baja de peso, que
origina tal debilidad que impide desarrollar actividades mínimas.
Al momento de su muerte Neruda,
sin embargo, pesaba más de 100 kilos, según Araya y el embajador de México en
Chile en 1973, Gonzalo Martínez Corbalá. Él dijo desde Ciudad de México que “el
Pablo Neruda con que yo hablé el sábado 22 (de septiembre) era el mismo del
primer día que lo conocí físicamente (en Isla Negra, en 1972), en su cama, en
su recámara, pero lúcido”.
El ex diplomático, que visitó
varias veces a Neruda en la clínica para arreglar detalles de su salida del
país, dijo que el poeta “hablaba, hacía bromas… y estaba muy lúcido”. También
dijo que antes de las declaraciones de Araya jamás pensó que Neruda hubiera
muerto asesinado, pero que ahora tiene “dudas”.
El cree que si el poeta hubiera
llegado a México, se pudo haber convertido en un gran opositor de la dictadura.
“La historia moral de Neruda era universal, no podía haber sido contenida en
México y en América Latina… Con Neruda vivo hubiese sido muy distinto”, dijo
Martínez.
La Fundación Pablo Neruda, que
maneja su herencia y legado, incluyendo los derechos de autor y la
administración de sus casas-museo, desestimó la tesis del asesinato. “No parece
razonable construir una nueva versión de la muerte del poeta, sólo sobre la
base de las opiniones de su chofer, quien viene insistiendo en este asunto sin
más prueba que su parecer”, afirma en un comunicado la fundación que preside
[el abogado] Juan Agustín Figueroa.
Entre el legado de Neruda están
las casas-museo La Sebastiana y La Chascona, un terreno de cinco hectáreas
próximo a su residencia en Isla Negra, variadas colecciones que recopiló a lo
largo de su vida de libros, mascarones de proa, relojes, pinturas y los
derechos de autor de su prolífica producción.
La casa de Isla Negra la donó en
vida al Partido Comunista, pero los militares la confiscaron el mismo año del
golpe. Otra casa se la dio a su ex esposa Delia del Carril.
Araya y Contreras coinciden en precisar
que el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada murió
sin hacer testamento, pues nadie veía cercana su muerte a pesar del cáncer.
El embajador Martínez recordó que
tenía un avión esperando en el aeropuerto de Santiago y que después de que
Neruda se enteró de cómo se desarrollaba la represión contra los opositores en
Chile, decidió aceptar la invitación del entonces presidente Luis Echeverría
para viajar “como invitado del gobierno mexicano” , el sábado 22 de septiembre.
Cuando el embajador llegó a
buscar a Neruda a la clínica el sábado, Neruda simplemente le dijo que había
posponer su viaje hasta el lunes. El ex diplomático mexicano decidió no
discutir con Pablo Neruda, pero los 300 asilados que tenía montados en un
avión, listos para volar al exilio, tuvieron que esperar encerrados en la
aeronave pues si la abandonaban significa salir de territorio de México y caer
en riesgo, dijo el embajador Martínez.
Fue el domingo, según Araya, el
día que le pusieron la inyección a Neruda. El embajador Martínez asistió a su
funeral en La Chascona, su casa de Santiago. Horas antes, había sido asaltada
por los militares que destruyeron gran parte de sus colecciones. Un pequeño
cortejo de cuatro o cinco vehículos partió hacia el Cementerio General. Al
acercarse, vieron a filas de soldados a cada lado de la calle del cortejo.
Pese a la amenaza de los soldados
apuntando con sus fusiles, la gente empezó a aglutinarse poco a poco. Urrutia y
algunos embajadores se bajaron de los vehículos y empezaron a caminar. De
repente, el cortejo creció hasta llegar al medio millar de personas
aproximadamente.
La multitud empezó a entonar el
himno de la Internacional Socialista, hasta que el murmullo se convirtió en un
canto a voz en cuello.
En el diario mexicano El Universal (www.eluniversal.com.mx).
Vaya¡¡¡¡ pues me he quedado perpleja , no había leiedo tan hermoso resumen ni tampoco sabia de tan horrendo hecho , Dios ilumine al responsable de hechar un manto de Luz y se haga justicia , con todo respeto .
ResponderEliminarMARIALAURACATEURA.BLOGSPÒT.COM