César Vallejo conversa con Eguren
¿Desde sus primeros ensayos –le pregunto– su manera ha sido la misma de ahora?
–Sí –me responde, con viva alegría–. Con un solo breve paréntesis de romanticismo. Muchas de las maestrías de Rubén Darío –agrega– las tuve yo, antes de que se conocieran aquellas aquí. Solo que, hasta hace poco nomás, ningún periódico quiso publicar mis versos. Yo, desde luego, nunca me expuse a un rechazo. Pero, ya sabe usted, nadie los aceptaba.
–Sí –me responde, con viva alegría–. Con un solo breve paréntesis de romanticismo. Muchas de las maestrías de Rubén Darío –agrega– las tuve yo, antes de que se conocieran aquellas aquí. Solo que, hasta hace poco nomás, ningún periódico quiso publicar mis versos. Yo, desde luego, nunca me expuse a un rechazo. Pero, ya sabe usted, nadie los aceptaba.
Después, me relata sus largos años de aislamiento literario, que habían de ser tan fecundos para las letras americanas […].
–Yo y usted tenemos que luchar mucho –me dice, con gesto de suave resignación.
–Yo y usted tenemos que luchar mucho –me dice, con gesto de suave resignación.
Pero usted ya ha triunfado en toda la América –le arguyo–. ¿Qué noticias tiene de afuera?
–En Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, sé que me conocen y que reproducen con entusiasmo mis versos. Mantengo, además, numerosas relaciones con los intelectuales de esos países. En lo demás, ya veremos, ya veremos, pues todavía…
(Por mi mente pasan el dolor y el genio incomprendido, por su siglo, de Verlaine, de Poe, de Baudelaire).
–En Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, sé que me conocen y que reproducen con entusiasmo mis versos. Mantengo, además, numerosas relaciones con los intelectuales de esos países. En lo demás, ya veremos, ya veremos, pues todavía…
(Por mi mente pasan el dolor y el genio incomprendido, por su siglo, de Verlaine, de Poe, de Baudelaire).
–¿Y en Trujillo? –me pregunta Eguren con vivo interés.
Yo ante esta pregunta me turbo; y sin hallar cómo salir del paso, me revuelvo y cambio de actitud en el diván, hasta que, al fin, como alentado súbitamente por un recuerdo, le respondo:
–En Trujillo…
–En Trujillo…
Eguren me interrumpe, y me habla de los escritores de allá, amigos míos, para quienes dedica frases de entusiasta elogio.
–Además –redondea sus palabras con fina galantería–, Trujillo es una ciudad simpática para mí, y creo que posee bastante cultura. Yo le doy las gracias.
–Además –redondea sus palabras con fina galantería–, Trujillo es una ciudad simpática para mí, y creo que posee bastante cultura. Yo le doy las gracias.
Al despedirme, el día había volado.
(Fragmento de la entrevista que César Vallejo le hace al poeta Eguren el 30 de marzo de 1918 y que fue publicada en “La Semana”, Trujillo, N° 2).
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