viernes, 26 de abril de 2024

LA VIOLENCIA QUE AZOTA NUESTRO PAÍS: CAUSAS Y EFECTOS DEGRADANTES

 

LA VIOLENCIA QUE AZOTA NUESTRO PAÍS

CAUSAS Y EFECTOS DEGRADANTES

 

                                                            Por Carlos Villacorta Valles

                                                                     odesi12@yahoo.es

 

El asesinato de policías, la desaparición de una policía en SJL, el copamiento del Estado por la delincuencia, principalmente del narcotráfico, el arrebato de un celular por minuto, etc., hacen del Perú, una forma insoportable, insegura e irritante para vivir; pero quizá, el efecto más degradante de la violencia que vivimos es la creciente desigualdad y la pobreza extrema, donde, según el INEI, más de 4 millones de niños viven en hogares con necesidades básicas insatisfechas, en casas de plástico, sin agua potable y luz eléctrica; mientras un sector privilegiado gasta toneladas de agua en sus piscinas y sus jardines. UNICEF informa que, más de 20 mil niños mueren por enfermedades curables antes del año de vida y, más de 10 mil niños ni siquiera llegan a cumplir el mes de nacidos. Esto indudablemente es criminal y, hasta genocida.

 CAUSAS DE LA VIOLENCIA

 La causa principal de la violencia es el sistema, el sistema que vivimos es el capitalismo. El capitalismo se basa en dos grandes pilares: la propiedad privada y, la libertad de mercado o libertad de saqueo. -El ser humano es considerado una mercancía-, llevando al capitalismo a sufrir tres grandes crisis estructurales: económica, sanitaria y climática; la que a su vez trae tres grandes consecuencias: la genocida concentración de las riquezas en pocas manos, una profunda desigualdad social y, la incorregible y creciente debilidad del Estado, controlado por la mafia capitalista, por ello, el Estado entrega los recursos y riquezas naturales a las grandes corporaciones capitalistas nacionales y transnacionales para su explotación, a cambio de un magro impuesto, pero un suculento 10% a favor personal del “gobernante”.

 Así estructurado el sistema capitalista, genera diversos tipos de violencia, pero para el presente texto, los voy a dividir en dos grandes violencias: la violencia política-delincuencial y la violencia delincuencial propiamente dicha.

 LA VIOLENCIA POLÍTICA-DELINCUENCIAL

 Se refiere a cómo el Estado ha sido tomado por delincuentes que hacen de políticos. Si nos damos un paseo por la historia, vamos a encontrar un hecho muy visible: el capitalismo, económicamente, se consolidó y desarrolló mediante la violencia política. Los más resaltantes: la invasión (colonización o despojo violento de los medios de producción); el asesinato (de líderes políticos opositores); el robo y la esclavización salarial (explotación a los trabajadores y obreros). De esta manera, logró mantener su poder económico. Siendo su lema delincuencial político: si tienes dinero (capital), tienes el poder político (Estado) y, si tienes dinero y poder, haces lo que quieres.

  Señala, Federico Engels, en su libro, Anti- Dühring: el poder, la violencia, no es más que el medio, mientras que la ventaja económica es el fin. Y en la medida en que el fin es “más fundamental” que el medio aplicado para conseguirlo, en esa misma medida es en la historia más fundamental el aspecto económico de la situación que el político (Pág. 235).

 Entonces, la violencia no es una causa, sino la consecuencia de un sistema económico. Así, la violencia es consecuencia del capitalismo y, está íntimamente anexada políticamente al Estado. Un Estado que debe impartir justicia para todos, no lo hace, solo para los que tienen el poder económico.

 El ser humano en el capitalismo, no es dueño de sí mismo, se le aleja de todo, del desarrollo económico, de la política, de las leyes, de la ideología, aparentemente somos libres para decidir, sin embargo, no participamos en ninguna de las decisiones del Estado, a pesar que la democracia lo señala, pero nos centran solo en votar cada cinco años y, nos hacen creer que los elegimos para que nos representen, ello nunca sucede; se alejan de nosotros para controlarnos coercitivamente, hasta de sus propios partidarios. La democracia es una ilusión. Así, la violencia política es delincuencial, que se muestra de manera directa-visible y de manera sutil o fina violencia.

 El Estado, se encarga de justificar la violencia política delincuencial, permite y justifica el asesinato de la población que protesta y se moviliza, generando la degradación de los derechos democráticos fundamentales y sindicales de la clase obrera y los trabajadores. 

  LA VIOLENCIA PROPIAMENTE DICHA

 Se refiere a la delincuencia callejera, la desintegración de las familias, el consumismo, la drogadicción y el alcoholismo, pasando por la pornografía, la pedofilia y otras aberraciones sexuales. Un sistema, que además, propaga el morbo y la perversión, el vedetismo y homosexualismo como espectáculo, modelo y chisme, la violencia degradante y el misticismo, las supersticiones de todo tipo. Pone de moda lo horripilante y monstruoso, la astrología y la suerte mística, penetrando descaradamente en nuestros hogares a través de los medio masivos de comunicación, principalmente la TV. Promueven libros plagados de morbosidad, sadismo y masoquismo, de tal manera que cuando veamos en la vida real lo que hace y engendra el capitalismo, nos perezcan normales.

 LA VIOLENCIA, EN ESTE SISTEMA, ES UN FENÓMENO ECONÓMICO, POLÍTICO, SOCIAL Y CULTURAL.

 En el mundo, la violencia política-delincuencial lo ejerce la CIA (Central de Inteligencia Americana), cuerpo de élite, compuesto por millones de agentes formados de diversos antecedentes étnicos, educativos y profesionales, diseminados por todo el mundo, no solo para recolectar información, sino para financiar dictaduras y partidos autoritarios preparados por ellos. Sabotear y derribar gobiernos contrarios a EEUU. Para frenar el creciente ascenso de las luchas de los pueblos por su liberación y la forja de un nuevo sistema con justicia social. Realiza múltiples actividades, principalmente de terrorismo, contra-inteligencia, crimen organizado internacional, tráfico de narcóticos y control de armas. No las combaten, sino las propicia. Gasta anualmente más de 800 mil millones de dólares para no permitir gobiernos en contra de EEUU.

 El golpe más sensible en nuestro continente: la de Chile 1973, donde fue asesinado brutalmente su presidente, Salvador Allende. La CIA colocó al sanguinario Pinochet, que violentó 17 años.

 En Venezuela, La CIA mueve todo para desprestigiar nacionalmente e internacionalmente al gobierno: primero Chávez, ahora de Maduro. Provocar escasez, con bloqueos económicos, para que el pueblo confronte a su gobierno.

 Las atrocidades cometidas por la CIA es interminable, Perú no escapa a ello: la CIA pone todos sus esfuerzos para que salga elegido Alberto Fujimori en 1990, quien, sin preparación, ni ideas, ni estrategias, sin influencia política, pero con una ambición enfermiza, es candidato ideal de EEUU para manipularlo e imponer el neoliberalismo.

 EL BRUTAL CONSUMISMO QUE NOS IMPONE EL SISTEMA DISOCIA NUESTRA PERSONALIDAD

 ​El consumo es el acto de utilizar algo, sea producto o servicio para satisfacer una necesidad. Capitalistamente hablando, es el acto de comprar algo que necesitamos. En cambio, el consumismo es el instrumento capitalista que siembra el deseo de comprar lo que no necesitamos. La TV es el principal medio para imponerlo.

 Con respecto a los que tienen poder económico, el consumismo brutal es un problema sicológico –ansiedad y alienación-, consistente en comprar exageradamente cosas que no necesitan; con el que llenan ese vacío personal insatisfecho por la opulencia; disociando su personalidad con individualismo, egoísmo y poses egocéntricas y agresivas, y hasta racistas.

 Por su parte, los que no tienen poder económico, el brutal consumismo va más allá de la ansiedad y la alienación, es el deseo insatisfecho de querer comprar algo y no poder hacerlo, lo que disocia la personalidad, porque lleva a satisfacer ese vacío letal de otra manera, quien sabe, con el alcohol, la agresividad y hasta el robo.

 El consumismo brutal destruye nuestro autocontrol y regulación de nuestras emociones, generando permanentes crisis personales y familiares, tanto para los de arriba como para los de abajo; por ello nos volvemos más violentos y nos crean “enfermedades” como negocio: depresión, bulimia, anorexia, impotencia, bipolaridad, obesidad etc., formas de violencia sistemática.

Al consumismo brutal hay que combatirlo con lectura, lectura y más lectura. Llenamos ese vacío letal con la lectura de un buen libro.

 

 

 

 

 

 

 

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