Eva Ayllón volvió al Perú para una gira en provincias. Cantó en Ayacucho, en el Cusco, en Puno y finalmente en Piura. Su público la esperaba y ella llegó curtida, experimentada, llena de expectativas y de proyectos: una miniserie sobre su vida y un libro autobiográfico verán la luz pronto, pero es su nominación al Grammy Latino lo que la tiene en ascuas. El disco nominado es un homenaje a Chabuca Granda, cuya esencia, dice Eva, siente ahora más que nunca.
Por Cynthia Campos
Para escuchar a Chabuca Granda se necesita tener un amor que sea de todo, menos normal. Para cantarla, en cambio, se necesita tener la voz como fruta madura, como un vino a punto luego de un largo reposo. Es decir, haría falta estar en el momento en el que se encuentra ahora Eva Ayllón, quien llega a sus cuarenta años de vida artística con una satisfacción doble: haber soñado y concebido un disco de homenaje a la autora de “Fina Estampa”, y que ese mismo disco la haya puesto por cuarta vez en la carrera para ganar el premio Grammy Latino.
Eva Ayllón canta a Chabuca Granda titula la producción que podría ser galardonada en noviembre próximo en Las Vegas, Estados Unidos. El disco es una prueba de que el destino está lleno de paradojas. A mediados de los setenta, mientras se encontraba en Buenos Aires, cantando en La Trastienda, un club del tradicional barrio San Telmo, Chabuca Granda llegó a decir que allí se sentía la forastera más feliz del mundo. Pues bien, el año pasado fue precisamente Buenos Aires –y no Lima, ironías de la vida– la que vio nacer este disco grabado en vivo en el Teatro Ateneo de la capital argentina.
Se trata de una propuesta distinta a la de Kimba fa Malambo Ñeque, su disco anterior, vivaz y marcadamente afro. Esta última entrega es una mixtura de temas emblemáticos y otros menos conocidos con el toque argentino que le da una versión del entrañable tango “Nostalgias”. Pero ahora el inquieto espíritu de Eva se encuentra embarcado en otro proyecto: la celebración en el Perú de sus cuarenta años de vida artística, con nuevo disco bajo el brazo y la ilusión de que se abra una gran puerta para poder despedirse –sí, despedirse– como se debe.
–La nominación para un disco con temas de Chabuca es como volver a ponerla sobre un gran escenario...
–Sí, en realidad es Chabuca quien está nominada, no soy yo, y el sentimiento que tengo es de agradecimiento hacia ella. Estoy segura de que ella ha puesto algo suyo allí, ella ha ido empujando a los jurados para esta nominación, ella está reclamando justicia para la música del Perú, y estoy segura también de que el espíritu de Chabuca va a estar rondando la ceremonia. Ya es tiempo de que la música criolla peruana sea reconocida.
–¿Tuviste una preparación especial para realizar este disco? ¿Cómo lograr una buena interpretación de Chabuca Granda?
–Yo pienso que el reconocimiento se ha demorado un poquito, pero me ha dado la felicidad de poder realizar este proyecto en la mejor etapa de mi vida como artista y como mujer. Porque para cantar los temas de Chabuca tienes que haber pasado todas las decepciones habidas y por haber, sentimentalmente hablando. Tienes que haber amado, tienes que haber tenido marido, te tiene que haber dejado, todo eso para poder interpretar lo que realmente Chabuca quería decir.
–Y Eva ha pasado por todo eso...
–(Ríe) Bueno, sí. En el amor he pasado de todo. Desde el momento más denigrante para una mujer, que reclama y suplica amor, hasta el momento de mirar con desdén y decir: “Basta, no te necesito. Se acabó”. Todo eso lo he pasado. Pero también este proyecto me ha tomado en el mejor momento de mi voz. Antes yo tenía una voz buena y gritaba con toda energía y sentimiento. Luego me quedaba afónica. Ahora creo que sucede algo grandioso. Mi voz es más rica en matices, tengo trucos y sé jugar con ella. Ahora soy una mujer con experiencia. Cuarenta años de experiencia, ¡imagínate!
–Te identificas mucho con ella...
–Sí, el tema que más amo de todo el disco es “Vértigo”. Me siento plenamente identificada como mujer con esa canción. Además, la energía que se siente sobre el escenario es fascinante. Cuando entra la guitarra de Walter ‘Jocho’ Velásquez, luego el cajón suavecito ¡y la armónica!, la piel se me eriza, cierro los ojos y puede pasar un año... Pero creo que Chabuca sufrió mucho con esa canción. Sí, mucha decepción de amor. ¿Tú te imaginas a Chabuca no querida por un tipo cualquiera? ¿Que alguien no le haya hecho caso? Impensable.
–Para la ceremonia del año pasado, en la que también estabas nominada, no asististe. ¿Esta vez piensas ir?
–Sí, esta vez quiero ir porque la ceremonia será en Las Vegas. A mí me encanta Las Vegas, es un lugar alucinante. Además, ya la sola nominación es un premio. Más que por el premio voy a que mis ojos se diviertan y a darle relajo a mi cuerpo. Es que cuando estás nominado tienes acceso a todos los lugares y puedes compartir con los famosos y con los artistas menos conocidos. Eso me gusta. En el 2003, cuando estuve nominada por mi trabajo con Los Hijos del Sol y con Pedro Aznar, fue lo máximo. Tener un lindo vestido, ir en limusina de hotel a hotel, es todo mágico, como en un sueño. Quiero volver a vivir eso.
–¿Cómo recibió el público argentino el disco sobre Chabuca?
–Fue genial. Primero, porque yo ya tengo un público cautivo en Argentina y cantar temas de alguien que aman como Chabuca lo han sentido bien. Por otro lado, he contado con mucho elemento argentino. Está el maestro Franco Luciani en la armónica, Facundo Guevara en la percusión, quien era el percusionista de Pedro Aznar. Fue una mezcla muy interesante entre los argentinos y la música negra.
Eva, la miniserie
–Anunciaste una miniserie televisiva sobre tu vida, luego de haber rechazado la idea.
–Tengo que ser honesta. Yo siempre he dicho que no quería nada de eso porque es un poco peligroso. Es decir, la historia puede estar bien contada pero por esos temas de presupuesto quizá puedan obviar detalles sutiles pero importantes para mí. Así que lo dejé todo en manos de mi manager y le dije: “Que sea lo que Dios quiera, pero no me digas nada porque me pongo muy nerviosa”. Y ahora tendré una miniserie de cuarenta capítulos. Me parece increíble que ya esté en marcha.
–También quieres alejarte de los escenarios grandes. ¿Eva ya se cansó?
–No, ni hablar. Lo que sucede es que la situación económica no es la misma y no puedo pretender realizar presentaciones con 40 mil personas todos los años. Sí quisiera realizar un último gran concierto por mis 40 años de vida artística en el que solo se vea a Eva Ayllón. No pierdo la esperanza de que sea por ejemplo en el estadio de la Universidad de San Marcos el 31 de octubre. No me estoy despidiendo del todo. Es más, yo sigo de gira ahora con otro disco y en octubre volveré al Perú para completar una serie de presentaciones.
–No es el mismo proyecto que el de Chabuca...
–No, a Chabuca ya la he paseado por Estados Unidos y Europa. Ahora tenemos una nueva producción que se llama Cuarenta años cantándole al Perú, que es lo mejor de mi repertorio con motivo de mi aniversario. Después de Ecuador me voy a Australia, Miami y Atlanta. La gira debe terminar en febrero.
–Pedro Suárez Vértiz dijo una vez que no existía una nueva generación del criollismo...
–Creo que a Pedro le pasó como a mí ahora que estuve por el norte, por ejemplo. Yo no sabía quién era Tony Rosado o los Piura Boys. Como no es mi rubro, desconozco. Sí existe una nueva hornada de criollos, lo que sucede es que no hay difusión.
–En todo caso la música criolla, lejos de afianzarse, parece haberse restringido...
–Los tiempos no son los mismos. Yo me rocé con los mejores: con Lucha Reyes, Los Morochucos, Los Kipus, y el criollismo era masivo. Ahora tienes que tocar mil puertas antes de que alguien pueda sacarte un disco. A nosotros nos falta amor por nuestra música, hacer que se escuche en los aeropuertos, en los hoteles, en el taxi, en los colegios. Yo hace tiempo quería hacer conciertos en los pueblos jóvenes. No encontré apoyo. Quería dar charlas en universidades. No pasó nada. Pero todavía quiero hacerlo.
–¿En qué proyectos anda Eva ahora que vive ya seis años fuera del país?
–Luego de haber hecho este homenaje a Chabuca Granda, quisiera grabar un homenaje a Mercedes Sosa. Quizá más adelante. Y, bueno, en Estados Unidos siempre realizo presentaciones y cuando no estoy trabajando me encanta mi faceta de ama de casa. Me quedo hasta tarde contestando mails o en el Facebook, y luego me levanto temprano para ver a mi hijo Francisco, que es el único que vive conmigo. Carlos (su otro hijo) ya se casó y va a ser papá. Si mi ojo no se equivoca será una bebé, será mi primera nieta.
Así está Eva. En su mejor momento y anhelando que esta vez el Grammy se anuncie con guitarra y con cajón, para poder ser –como Chabuca– la forastera más feliz del mundo. La República
No hay comentarios:
Publicar un comentario