Casi dos siglos después de la Independencia de España, las repúblicas sudamericanas siguen discrepando sobre el papel de Bolívar y San Martín. Más aún en estos tiempos en que las identidades nacionales son afectadas por el peso de la globalización económica, los procesos de migración y el libre comercio.
Una de esas manifestaciones es el desencuentro de diferentes sectores sociales y políticos por definir el Himno Nacional del Perú, cuyo contenido, declarado intangible en 1913, por Ley 1801, sigue creando más de una discrepancia.
El arquitecto y urbanista Santiago Agurto Calvo, es Master por la Cornell University, Doctor Honoris Causa por la UniversidadNacional de Ingeniería y laUniversidad Wiener, ha librado varias batallas cívicas como el proyecto urbanístico “Descabalgando a Pizarro” que implicó, hace cinco años, el retiro de la Plaza Mayor deLima del monumento del conquistador español. Sigue adelante con un movimiento sustentado en una profusa investigación de veinte años, titulada “Levantando la humillada cerviz”.
Esta iniciativa revive ahora, porque han surgido condiciones para que elCongreso del Perú defina el contenido del Himno Nacional del Perú, aprobado en 1821 en un concurso convocado porSan Martín.
El Tribunal Constitucional, por resolución del 28 de mayo del 2005, señala tres elementos: Que debe ser eliminada LA PRIMERA Estrofa del Himno Nacional, que se debe recuperar la V Estrofa (aquella que algunos hispanófilos deLA PRIMERA República Aristocrática consideran que es lesiva a España o la “Madre Patria”) y que le corresponde al Congreso determinar qué estrofa deberá acompañar al coro.
Otro elemento a favor es que el 28 de Julio último, el Presidente de la República inició su mensaje a la nación con las siguientes palabras, que tácitamente constituyen una propuesta para legitimar el fallo del máximo organismo que vigila la Carta Magna del país con respecto al Himno:
“Dignas autoridades, hombres y mujeres en todos los hogares del Perú. Permítanme primero dejar constancia de mi profunda emoción al escuchar en la voz de los Representantes del Pueblo el Himno Nacional cantado con rotundo orgullo”.
A renglón seguido dijo. “Hemos cantado en él, que los Andes sostienen la bandera bicolor, anunciando a los siglos el esfuerzo, de ser libres por siempre. Queda pues atrás la apócrifa letra que nos llamaba oprimidos, de cerviz humillada, de indolencia de esclavos y consagramos así la estrofa del orgullo nacional, que hará vibrar en el corazón de los jóvenes nuestra convicción de triunfo”.
Agurto Calvo argumenta que al actual Congreso solo le restan once meses para poder legislar, tiempo que debe ser aprovechado para atender la demanda popular, porque ya hay varios antecedentes, que con diferentes artificios, siguen distorsionando la Historia.
Refiere que en el segundo gobierno del Presidente Fernando Belaúnde (1980-85), con el aval del Consejo de Ministros, que entonces lideraba el senador Manuel Ulloa, se elevó al Legislativo una iniciativa similar a la que busca acabar con la apócrifa, falaz, depresiva e ilegítima primera estrofa.
El gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-75) intentó modificar parte del Himno y también el régimen del general Morales Bermúdez (1975-80), pero esos intentos se frustraron porque, al no existir el Poder Legislativo, la decisión no tenía valor. En un diálogo entre Belaúnde y Morales Bermúdez, quedó la promesa que el gobierno democrático lo haría. Pero cuando el debate llegó a la Cámara Alta, el primer ministro de entonces, Manuel Ulloa, cambió el fondo de la propuesta y el tema pasó al olvido.
Agurto Calvo manifiesta su aprecio por el trabajo del musicólogo y periodista Carlos Raygada, fallecido en 1853, quien teorizó la problemática del Himno. Asimismo,, valora a los historiadores Gustavo Pons Muzzo y Juan José Vega, este último el primer estudioso peruano que proclamó las victorias de los Incas sobre los conquistadores y quien por muchas décadas batalló por la restauración del Himno Nacional. En igual forma resalta a todos los historiadores que ratifican que desde la Rebelión de Manco Inca, en 1553, hasta la llegada de San Martín en 1820, en el Perú nunca se dejó de luchar por el yugo español.
Santiago Agurto no cesa en su tarea cívica, no como chauvinista sino para alentar el amor al país, afectado profundamente por la ausencia de reformas sociales y económicas de contenido popular. Alista una nueva cruzada en torno al rescate de la Covadonga, embarcación Chilena hundida por una trampa explosiva, un “bote-bomba”, durante la Guerra del Pacífico, y que se encuentra en el norte de Lima, en la localidad de Chancay. Solo el mayor conocimiento de la historia permitirá seguir construyendo los sueños de San Martín y Bolívar, afirma.
Las estrofas por definir
VI estrofa
En su cima los Andes sostengan,/la bandera o pendón Bicolor,/que los siglos anuncie el esfuerzo/que ser libres, por siempre nos dio./A su sombra vivamos tranquilos,/y al nacer por sus cumbres el sol,/renovemos el gran juramento/que rendimos al Dios de Jacob.
Nota. Tampoco esta estrofa que hoy se canta oficialmente, goza de consenso, por ese verso “del dios de Jacob”, en un Estado laico y con diversidad de credos religiosos, y porque la iglesia católica también es responsable de la muerte de millones de indios y de la destrucción del Tahuantinsuyo.
Aún perviven admiradores de la República Aristocrática, que recuerdan el intento reformista de 1901, aprobado por el gobierno de Eduardo López de Romaña, para elegir una nueva letra, considerando que la del poeta iqueño Torre Ugarte, era agresiva hacia España. Dicho concurso lo ganó el poeta José Santos Chocano, cuyas estrofas con el mismo coro llegaron a cantarse en las escuelas y se publicaron en los cancioneros populares. La primera de las seis estrofas del poeta limeño fue un hermoso poema que valora por igual la acción de Bolívar y San Martín:
Si Bolívar salvó los abismos/ San Martín coronó la altitud;/y en la historia de América se unen/como se unen arrojo y virtud/Por su emblema sagrado la Patria/ tendrá siempre, en altares de luz/ cual si fuesen dos rayos de gloria,/dos espadas formando una cruz.
V estrofa
Excitemos los celos de España/Pues presiente con mengua y furor/Que en concurso de grandes naciones/Nuestra patria entrará en parangón./En la lista que de éstas se forme/Llenaremos primero el reglón/Que el tirano ambicioso Iberino,/Que la América toda asoló.
Nota. El Tribunal Constitucional se ha pronunciado por la reincorporación de esta estrofa.
VI estrofa
En su cima los Andes sostengan,/la bandera o pendón Bicolor,/que los siglos anuncie el esfuerzo/que ser libres, por siempre nos dio./A su sombra vivamos tranquilos,/y al nacer por sus cumbres el sol,/renovemos el gran juramento/que rendimos al Dios de Jacob.
Nota. Tampoco esta estrofa que hoy se canta oficialmente, goza de consenso, por ese verso “del dios de Jacob”, en un Estado laico y con diversidad de credos religiosos, y porque la iglesia católica también es responsable de la muerte de millones de indios y de la destrucción del Tahuantinsuyo.
Aún perviven admiradores de la República Aristocrática, que recuerdan el intento reformista de 1901, aprobado por el gobierno de Eduardo López de Romaña, para elegir una nueva letra, considerando que la del poeta iqueño Torre Ugarte, era agresiva hacia España. Dicho concurso lo ganó el poeta José Santos Chocano, cuyas estrofas con el mismo coro llegaron a cantarse en las escuelas y se publicaron en los cancioneros populares. La primera de las seis estrofas del poeta limeño fue un hermoso poema que valora por igual la acción de Bolívar y San Martín:
Si Bolívar salvó los abismos/ San Martín coronó la altitud;/y en la historia de América se unen/como se unen arrojo y virtud/Por su emblema sagrado la Patria/ tendrá siempre, en altares de luz/ cual si fuesen dos rayos de gloria,/dos espadas formando una cruz.
V estrofa
Excitemos los celos de España/Pues presiente con mengua y furor/Que en concurso de grandes naciones/Nuestra patria entrará en parangón./En la lista que de éstas se forme/Llenaremos primero el reglón/Que el tirano ambicioso Iberino,/Que la América toda asoló.
Nota. El Tribunal Constitucional se ha pronunciado por la reincorporación de esta estrofa.
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