viernes, 8 de agosto de 2025

LA DEMOCRACIA ES UN FRAUDE, NUNCA LO TUVIMOS, NI EN NINGUNA OTRA PARTE. PLUTOCRACIA ES LO QUE TENEMOS.

 

LA DEMOCRACIA ES UN FRAUDE, NUNCA LO TUVIMOS, NI EN NINGUNA OTRA PARTE. PLUTOCRACIA ES LO QUE TENEMOS.  

Carlos Villacorta Valles


carlosvillacortavalles@gmail.com

Diario Regional AMANECER, Moyobamba-Región San Martín.

“La democracia es el poder del pueblo organizado”. “La plutocracia es el poder y gobierno de los ricos”.

En el Perú, el pueblo vota, pero no gobierna. No elige sus políticas. No decide el rumbo del país. Vivimos bajo un régimen de grupos delincuenciales –se hacen llamar partidos políticos- y actúan como operadores políticos de los que controlan el poder económico. El Estado, desde la invasión española, ha sido convertido en botín. La corrupción, el clientelismo, el crimen organizado se han infiltrado en todos los niveles ¿Puede llamarse esto democracia? ¡No! Es plutocracia y cleptocracia, que saquea al país en nombre de una república ficticia.

No podemos seguir llamando democracia a un sistema donde el pueblo solo aparece cada cinco años, para luego ser traicionado por quienes, bajo el manto de la legalidad, -fabricado por ellos mismos-, gobiernan en su contra.

Desde el siglo V a.C., la democracia ha sido una máscara de la dominación y explotación. En Grecia, los esclavos y las mujeres eran excluidos. Solo participaban los privilegiados.

ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA

La palabra democracia proviene del griego antiguo: demos (pueblo) y kratos (poder). Fue en Atenas, en el siglo V a.C., donde se implementó una de las primeras formas de gobierno consideradas democráticas. Sin embargo, esta democracia no incluía a la mayoría de la población: mujeres, esclavos, metecos (extranjeros residentes) estaban excluidos de todo. Solo unos 3,000 ciudadanos varones libres podían participar, frente a una población total que superaba los 250,000 habitantes (Hansen, 1999).

Para Moses Finley (1983), esta democracia fue una "democracia de propietarios", sustentada en el trabajo de los esclavos, y por tanto, solo fue democracia para una clase dominante. En palabras de Cornelius Castoriadis (1997), aunque fue un avance revolucionario para su tiempo, contenía en su seno la contradicción de erigirse como democracia sobre la base de la exclusión estructural.

DEMOCRACIA ACTUAL: ¿RITUAL ELECTORAL SIN PODER POPULAR?

En la actualidad, muchos regímenes políticos se autodenominan democráticos por el solo hecho de organizar elecciones periódicas. No obstante, el sociólogo Giovanni Sartori (1997) distingue entre democracia electoral y democracia sustantiva. La primera se reduce al acto de votar, mientras que la segunda requiere la participación efectiva, continua y consciente de la ciudadanía en los asuntos públicos.

Noam Chomsky (2000) y David Held (2006) sostienen que las democracias liberales actuales funcionan bajo una lógica representativa que, en lugar de empoderar al pueblo, lo desactiva políticamente. Se vota cada cinco años, pero luego el sistema político responde principalmente a intereses corporativos, bancarios o transnacionales. En el Perú, a la CONFIEP. Esto refleja una crisis de legitimidad: se participa en elecciones a nombre del pueblo, pero se gobierna contra sus intereses materiales.

En América Latina, Boaventura de Sousa Santos (2010) señala que las democracias han sido “bajas en intensidad”, es decir, desiguales, excluyentes y secuestradas por élites. La ciudadanía popular participa solo como electorado, no como sujeto activo de poder ni de decisión cotidiana.

¿DEMOCRACIA O PLUTOCRACIA?

Carlos Marx (1871) ya sostenía que las democracias burguesas son "formas políticas en las que la clase dominante ejerce su dominio de manera consensuada". El poder económico controla los medios de comunicación, las campañas políticas y el sistema judicial. Por tanto, muchas democracias actuales operan en realidad como plutocracias: gobiernos de los ricos, no del pueblo.

En este contexto, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1985) proponen una “democracia radical y plural” que recupere la participación directa y colectiva del poder desde abajo.

QUÉ HACER

Una auténtica democracia, necesita no solo votar, sino también participar, deliberar, decidir y construir colectivamente el poder. Sin justicia social, sin igualdad real y sin participación permanente, la democracia no pasa de ser una ilusión formal.

Para que la democracia sea real y verdadera, se necesitan transformaciones profundas en diversos niveles. Aquí algunos pilares fundamentales:

1. DEMOCRATIZAR LA ECONOMÍA

  • Redistribución de la riqueza: la concentración de riqueza impide la igualdad y niega derechos.
  • Control social de los recursos estratégicos: servicios básicos como salud, educación, agua, energía y medios de comunicación deben estar al servicio del pueblo, no del lucro privado.
  • Presupuestos participativos y economía popular solidaria: permitir que la ciudadanía decida directamente sobre el destino de los recursos públicos.

2. DEMOCRATIZAR EL PODER POLÍTICO

  • Reformas constitucionales desde el pueblo: la constitución debe nacer del poder constituyente popular,
  • Revocatoria real y consulta popular vinculante: mecanismos directos para controlar a los representantes elegidos.
  • Descentralización con poder real: gobiernos locales y regionales con competencias y recursos suficientes.

3. DEMOCRATIZAR EL SABER Y LA EDUCACIÓN

  • Educación crítica y liberadora: como propone Paulo Freire, que forme ciudadanos conscientes, no repetidores de dogmas.
  • Acceso libre al conocimiento y a las tecnologías: romper con el monopolio informativo y digital.
  • Medios de comunicación públicos y comunitarios: para que el debate y la información no estén controlados por grandes intereses.

4. DEMOCRATIZAR LA JUSTICIA

  • Independencia real del Poder Judicial: que no esté al servicio del poder económico o político.
  • Justicia intercultural y comunitaria: reconocer y fortalecer las formas de justicia de los pueblos originarios.
  • Lucha frontal contra la impunidad y el lawfare: que no se criminalice a líderes sociales ni se proteja a corruptos.

5. FOMENTAR LA PARTICIPACIÓN POPULAR PERMANENTE

  • Organización de base: sindicatos, colectivos, comités vecinales, asambleas populares que controlen a los poderes del Estado.
  • Democracia deliberativa y directa: más allá del voto cada cuatro años, debe haber mecanismos de decisión cotidiana desde abajo.
  • Juventud, mujeres y pueblos originarios como protagonistas: no como cuotas decorativas, sino con poder efectivo.

BIBLIOGRAFÍA

  • Castoriadis, C. (1997). La democracia como procedimiento y como régimen. Paidós.
  • Chomsky, N. (2000). El lucro o la vida. Crítica.
  • Finley, M. (1983). Democracy Ancient and Modern. (Democracia antigua y moderna). Rutgers University Press.
  • Hansen, M. H. (1999). The Athenian Democracy in the Age of Demosthenes. (La democracia ateniense en la época de Demóstenes). University of Oklahoma Press.
  • Held, D. (2006). Models of Democracy. (Modelos de democracia) Polity Press.
  • Laclau, E., & Mouffe, C. (1985). Hegemony and Socialist Strategy. (Hegemonía y estrategia socialista). Verso.
  • Marx, K. (1871). La guerra civil en Francia.
  • Santos, B. de S. (2010). Refundación del Estado en América Latina. Siglo XXI.
  • Sartori, G. (1997). Teoría de la democracia. Alianza Editorial.
  • Hildebrandt, C. (2022). La república impune. Lima: HJ Editores.
  • Mariátegui, J. C. (1928). 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.

 

jueves, 31 de julio de 2025

FIN DE FIESTA CRIOLLA. AYACUCHO: LA BATALLA QUE NO FUE. SUPUESTAMENTE “SELLÓ LA INDEPENDENCIA”

 

FIN DE FIESTA CRIOLLA.

AYACUCHO: LA BATALLA QUE NO FUE.

SUPUESTAMENTE “SELLÓ LA INDEPENDENCIA”

 Por Carlos Villacorta Valles

carlosvillacortavalles@gmail.com


Jueves 31 de julio 2025

Diario Regional AMANECER. Moyobamba-San Martín.

 

Terminó julio y la celebración del Día del traspaso de poder colonial o fiesta criolla. Después vendría la supuesta batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, dizque “selló la independencia”. Donde se firmó la "Capitulación de Ayacucho", de los 18 puntos de esa capitulación, ninguno está a favor de Perú.  Así, imposible no ser irónico y hasta sarcástico ante semejante criollada, tirando para pendejada, porque no hubo tal, fue una componenda más.

AYACUCHO: LA GLORIOSA RENDICIÓN DE LA INDEPENDENCIA AJENA

Por algún rincón del tiempo, el 9 de diciembre de 1824, los patriotas ganaron una batalla y perdieron la guerra.

Dicen los libros de historia -esos respetables panfletos escolares bendecidos por el ministerio del olvido- que el 9 de diciembre de 1824, el Perú se independizó gloriosamente en la Batalla de Ayacucho. Trompetas, estatuas, desfiles, discursos de cartón piedra. ¡Oh, maravilla! La libertad se habría sellado con sangre, pólvora y patria. Pero basta soplar el telón para ver que tras la "Batalla" hubo más tinterillos que bayonetas, más firmas que fusiles, y más criollos jugando al cambio de amo que pueblos celebrando.

La verdad, esa incómoda señora, nos cuenta otra cosa: la "gloriosa Batalla de Ayacucho" solo fue una elegante rendición pactada, ¿una capitulación? Más bien una componenda, entre el virrey José de la Serna y el general venezolano Antonio José de Sucre. De los 18 puntos de la rendición –perdón- “capitulación”, los pueblos originarios fueron los grandes ausentes. Su lectura real sería de la siguiente manera:

18 MANDAMIENTOS DE LA SUCESIÓN BORBÓNICA - CRIOLLADA:

  1. Se reconoce la rendición de las fuerzas realistas, pero sin ofensa ni humillación. El honor, ante todo.
  2. Todos los jefes y oficiales realistas mantendrán sus rangos y serán respetados.
  3. Los oficiales rendidos podrán regresar a España con todos sus bienes. ¡Ni un solo sol embargado!
  4. El ejército vencido será tratado con cortesía y humanidad.
  5. Se garantizará el respeto a la propiedad privada. Nada de devolver tierras a las comunidades indígenas, por favor.
  6. No se perseguirá a nadie por sus ideas políticas ¡Qué moderna tolerancia!
  7. Se garantiza que los militares no serán juzgados por tribunales patriotas. Más impunidad que en una transición democrática.
  8. A quienes se queden en el Perú se les reconocerán sus derechos. ¡Porque los virreyes, también, tienen derechos humanos!
  9. Se permitirá la libre salida de quienes lo deseen. Hasta con pasaje pagado.
  10. Las tropas realistas serán auxiliadas con alimentos y transporte. ¿Quién dijo que la derrota no puede ser cómoda?
  11. Se permitirá que las fuerzas derrotadas retengan sus armas hasta el embarque. Por respeto, claro.
  12. Los hospitales de campaña seguirán funcionando bajo las normas realistas ¡Ni una curita menos!
  13. Las propiedades, archivos y papeles personales serán devueltos intactos.
  14. Se velará por los intereses económicos de los oficiales REALISTAS y sus familias.
  15. No se publicará ningún decreto de represalia ¡Nadie hablará de saqueos o masacres!
  16. Se evitará toda propaganda ofensiva contra los vencidos ¡Qué caballerosidad!
  17. El tratado será ratificado solemnemente y con testigos ¡Hasta notariado!
  18. Y por último, todo lo acordado tendrá plena vigencia legal, como si fuera la Constitución del nuevo Perú servil.

El original en este enlace:

https://historiaperuana.pe/periodo-colonial/emancipacion/capitulacion-ayacucho

¿Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS? ¿Y LAS TIERRAS ROBADAS?

En esos 18 puntos no se menciona ni una sola vez a los nativos, ni la devolución de sus tierras, ni el fin de los abusos, ni el resarcimiento por los siglos de esclavitud y expolio. Nada. Cero. Ni un mísero punto 19 que diga “devuélvase lo robado”.

José Carlos Mariátegui ya lo decía con amarga lucidez en su “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”:

“La independencia no significó una transformación de la estructura colonial, sino un cambio de amos.”

Los mismos latifundistas, los mismos clérigos, los mismos apellidos -pero con nuevos cargos en la república. La corona cambió de forma pero no de esencia. Se abolió el virreinato, pero no se fundó una patria, sino una hacienda más grande con capital en Lima.

AYACUCHO, ESA BATALLA DE PAPEL

¿Quién ganó realmente en Ayacucho? ¿Los pueblos? ¿El Perú profundo? No. Ganaron los herederos de encomenderos, los nuevos abogados de la república criolla, los que cambiarían la bandera pero no el hambre, el escudo pero no la servidumbre. Dice Mariátegui, no se rompió con la colonia, se prolongó con otro nombre.

Don Fernando fue reemplazado por don Simón y sus amigos, con todo respeto al mito bolivariano. Mientras tanto, los pueblos originarios, siguieron arando la tierra con el lomo, pagando tributo, y esperando una revolución que jamás llegó…

En Ayacucho se firmó un acuerdo donde los criollos tomaban el control, los realistas se iban en primera clase, y los nativos seguían en las minas, los obrajes, las punas, los andenes de la miseria.

LA HISTORIA OFICIAL, FALSIFICADA

Cada 9 de diciembre marchamos con banderitas de colores, creyendo que somos libres, porque nos lo dijo el profesor.

Pero los pueblos siguen esperando su verdadera independencia: aquella que devuelva las tierras, honre la memoria, rompa el racismo estructural y entierre, ahora sí, el virreinato fantasma que aún gobierna tras los retratos republicanos.

En resumen, la "gloriosa independencia" no fue ni tan gloriosa ni tan independiente. Fue una componenda escrita con tinta criolla, con rúbrica de generales y silencio de comuneros. Una batalla sin batalla, una firma sin justicia, un parto de nación que parió un calco de la colonia.

Porque al final, como en todo acto de magia polítiquera, lo importante no es lo que se ve, sino lo que se oculta con aplausos, desfiles y feriados patrios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Mariátegui, José Carlos. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Amauta, 1928.
  • Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria, 1968.
  • Bonilla, Heraclio. Independencia en el Perú: Las palabras y los hechos. Lima: IEP, 1972.
  • Flores Galindo, Alberto. Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes. Lima: Horizonte, 1986.
  • Capitulación de Ayacucho (texto completo). Archivo General de la Nación.
  • Quijano, Aníbal. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. CLACSO, 2000.
  • Roel, Virgilio. El Perú en el siglo XIX. Idea. 1986.

 

viernes, 25 de julio de 2025

EL ABANDONO HISTÓRICO A LOS MAESTROS CESANTES Y JUBILADOS EN EL PERÚ: UNA DEUDA MORAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA

 

EL ABANDONO HISTÓRICO A LOS MAESTROS CESANTES Y JUBILADOS EN EL PERÚ:

UNA DEUDA MORAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA

Por Carlos Villacorta Valles

carlosvillacortavalles@gmail.com


Julio/24/2025

Diario Regional AMANECER, Moyobamba-San Martín.

 

LOS PASOS DEL MAESTRO EN EL LABERINTO DE LA PATRIA AUSENTE

Desde los albores de la República hasta el presente, el docente peruano ha sido uno de los actores sociales más determinantes en la formación de ciudadanía, cultura y soberanía nacional. Sin embargo, paradójicamente, ha sido también uno de los más maltratados, precarizados y silenciados por las políticas estatales, no solo en sus magros salarios, sino en las leyes restrictivas, las reformas sin participación, la sobrecarga laboral y el desprestigio sistemático promovido desde los medios y los gobiernos neoliberales.

Docentes de inicial, primaria y secundaria trabajan hasta 12 horas diarias reales, -que serían 60 horas semanales-, pero son  pagados solo por 30 semanales. Se les exige ser tutores, psicólogos, gestores administrativos, llenando decenas de formatos, reportes y plataformas virtuales (SIAGIE, SISEVE, ESCALE).

Los burócratas responsabilizan a los docentes por los bajos resultados educativos, sin considerar: pobreza infantil, desnutrición, abandono estatal, currículo inadecuado o exclusión digital. La prensa mercenaria los acusa de “flojos”, “ideologizados” o “resistentes al cambio”. Políticos de derecha los usan como chivos expiatorios para justificar privatizaciones o recortes. Este desprestigio es el miedo a que el maestro asuma una cultura crítica y transformadora.

PATRIA ROJA, SINDICALMENTE, ES UNO DE LOS RESPONSABLES DE LA SITUACIÓN DEL MAESTRO

Reivindicativamente y desde una perspectiva sindical crítica, uno de los principales responsables de la precarización de la labor docente en el Perú ha sido el partido político Patria Roja, que durante décadas ha controlado y controla el SUTEP. En lugar de defender con firmeza los derechos del magisterio, esta cúpula partidaria ha priorizado el control político y económico de la Derrama Magisterial, una poderosa entidad financiera del gremio, traicionando las verdaderas luchas del magisterio nacional.

Ahora, convertidos en los "nuevos ricos", usufructuando de los aportes obligatorios de los maestros a través de la Derrama, mientras la mayoría de profesores sufre sueldos indignos, inestabilidad laboral y abandono estatal. Esta situación refleja una burocratización y corrupción sindical que ha impedido una verdadera unidad y lucha combativa del magisterio por mejoras reales, como pensiones dignas, nombramientos justos y respeto profesional.

Cesa y jubila el maestro y sus penurias se triplican, por ello:

NACE EL FUNTEP

Para entablar la lucha por pensión justa, acabamos de forjar el Frente Único Nacional de los trabajadores en la educación y del pueblo: FUNTEP, lo integran: Ancije, Conadepen, Acje-Lima, Adcejú, Siter-Lima, Sinael Ugel 03, Conaec-Perú, Simprosase, Fademacop. Invitamos a todos los maestros cesantes y jubilados a integrarlo, así como a todos los trabajadores en lucha o quieran luchar por una mejor sociedad, más justa y solidaria.

LA LUCHA NECESARIA POR PENSIONES EQUIVALENTES AL SUELDO DE UN DOCENTE ACTIVO DE LA PRIMERA ESCALA

Desde 1990, se nos ha precarizado y abandonado completamente ¿Quién puede vivir con 500 soles u 800 soles, que es la pensión mensual promedio que recibimos? Actualmente, ya no sobrevivimos, tenemos que escoger o medicina o comida, ni para eso nos alcanza. Solo nos queda morir luchando por una pensión justa y digna.

HOY ALZAMOS LA VOZ DESDE LA NIEBLA, DESDE LA TIZA SECA, DESDE LA PIZARRA ROTA, PARA DECIR: ¡PENSIONES DIGNAS YA!

Exigimos una pensión mensual equivalente a lo que gana un docente en actividad de la primera escala, que es un aproximado de 3 mil 300 soles. Exigir al menos este monto no es una utopía: es una exigencia ética y constitucional. El artículo 24 de la Constitución señala el derecho a una pensión que asegure el bienestar del trabajador en su etapa de cesantía. Si a esto le agregamos el artículo 4, 6 y 7 de la misma Constitución, que dice: el Estado protege a las personas de la tercera edad, pero cuando los maestros envejecemos, cuando los trabajadores envejecemos, el Estado se vuelve sordo, mudo y ciego.

¿Puede una nación llamarse justa si deja morir en la miseria a quienes la educaron? ¿Qué clase de república somos si quienes sembramos conciencia hoy debemos elegir entre medicina o comida?

Con la Ley de Reforma Magisterial, se consolidó el nuevo escalafón docente, pero nosotros los cesantes y jubilados no fuimos incluidos. Perdimos el derecho a homologarse con los activos. No solo nos cortaron la pensión, sino también, el porvenir.

Ahora bien ¿ES POSIBLE FINANCIAR PENSIONES DIGNAS?

Sí, es posible, si existe voluntad política. El Estado peruano cuenta con diversas fuentes de financiamiento que pueden sostener una reforma previsional justa. Así tenemos algunos:

1.     Reorientación del gasto público: reducir el gasto en consultorías, altos sueldos de funcionarios, publicidad estatal y proyectos ineficientes.

  1. Impuesto a las grandes fortunas y a la renta minera: se calcula que un impuesto del 1% a las grandes empresas mineras generaría más de S/ 2,000 millones anuales.
  2. Recaudación eficiente de la SUNAT: el Perú pierde más de S/ 60,000 millones anuales por evasión fiscal.
  3. Lucha contra la corrupción: se pierden más de S/ 23,000 millones al año por corrupción en el aparato estatal.
  4. Aplicar un impuesto progresivo a las utilidades bancarias y mineras que, en conjunto, generaron más de S/. 25,000 millones de ganancias netas el año 2024.
  5. Eliminar las exoneraciones tributarias abusivas (más de 16,000 millones anuales) que hoy tributan menos que un maestro.

No estamos contando lo que las instituciones devuelven el dinero no ejecutado, el MINEDU por ejemplo ha devuelto más de 2 mil millones de soles.

ENTONCES,  LO QUE FALTA NO ES DINERO, ES MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL.

Con solo una parte de esos recursos, se podría cubrir el aumento de pensiones con el salario de la primera escala magisterial. No es un lujo. Es una reparación. El presupuesto está. Es hora de redistribuir, de priorizar la educación no como discurso, sino como política de Estado.

Para ello, es fundamental, crear un FONDO NACIONAL DE COMPENSACIÓN JUBILATORIA DEL MAGISTERIO PERUANO.

Reitero, esto no es solo un problema económico. Es una decisión ética, política, cultural y constitucional.

Una pensión digna de S/. 3,300 soles mensuales, reitero, no es una utopía, y el Estado, puede pagarla, si se decide por fin a priorizar la vida y no la especulación, el saber y no la ignorancia. Porque un país que olvida a sus maestros, es un país condenado a la ignorancia.

FUENTES:

·         Ministerio de Educación del Perú (MINEDU). Informes de ejecución presupuestal y escalas docentes.

·         INEI. Estadísticas de infraestructura educativa, pobreza y salarios.

·         Ley N° 24029 - Ley del Profesorado.

·         Ley N° 29944 - Ley de Reforma Magisterial.

·         Congreso de la República. Leyes de Presupuesto anual (2012-2025).

·         CEPAL, UNESCO, OIT: estudios sobre trabajo docente en América Latina.

 

lunes, 21 de julio de 2025

LOS MONTONEROS Y LA TRAICIÓN DE PUNCHAUCA: UNA INDEPENDENCIA FRUSTRADA PARA LOS PUEBLOS DEL PERÚ

 

LOS MONTONEROS Y LA TRAICIÓN DE PUNCHAUCA: UNA INDEPENDENCIA FRUSTRADA PARA LOS PUEBLOS DEL PERÚ

Por Carlos Villacorta Valles


carlosvillacortavalles@gmail.com

Julio 17/07/2025

LA OTRA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA

La historia oficial de la independencia del Perú ha sido narrada, en gran parte, desde la perspectiva de las élites criollas y militares, marginando a los verdaderos protagonistas populares: los montoneros, campesinos, aborígenes y mestizos que combatieron desde décadas antes a la corona española. Una mirada crítica revela que el proceso estuvo lleno de contradicciones, pactos de élite y traiciones a los sectores populares que verdaderamente combatieron por la emancipación.

Este ensayo busca recuperar esa historia silenciada y señalar cómo el Pacto de Punchauca entre José de San Martín y el Virrey La Serna marcó un punto de inflexión que traicionó las aspiraciones populares de emancipación. La proclamación de la independencia en 1821 no trajo justicia, sino el reacomodo de la oligarquía criolla en el poder, dejando intacto el viejo orden colonial.

LA LUCHA POPULAR INDEPENDISTA ANTES DE SAN MARTÍN

Mucho antes de la llegada de San Martín en 1820, las resistencias populares contra el régimen colonial habían estallado en múltiples regiones. La rebelión de Túpac Amaru II (1780-1781) en el sur andino y la de Túpac Katari en el Alto Perú no fueron hechos aislados, sino el preludio de un largo proceso de insurgencia social y étnica. Luego de su derrota, surgieron montoneras rurales compuestas por campesinos, mestizos, aborígenes y algunos patriotas criollos radicales, quienes asaltaban guarniciones, cortaban rutas de suministros y sostenían una guerra de guerrillas contra el virreinato.

El historiador Virgilio Roel Pineda señala que “la independencia no se habría consolidado sin el accionar constante de las guerrillas rurales, llamadas montoneras, que operaban en los Andes, la costa y la selva del Perú central y sur” (Roel, 1971). Estas luchas no respondían simplemente a consignas ilustradas o liberales, sino a demandas concretas de tierra, justicia y fin del tributo colonial.

EL CERCO A LIMA POR LAS MONTONERAS, SAN MARTÍN TRAICIONA

Hacia 1820-1821, las montoneras lograron cercar Lima desde varios frentes: en la sierra central (Cerro de Pasco, Tarma, Huánuco), en Ica y en los valles costeros del sur. San Martín, tras desembarcar en Paracas y tomar Huaura, no controlaba la ciudad capital. Eran los grupos armados populares quienes estaban imponiendo presión al virreinato.

El historiador Heraclio Bonilla argumenta que “la independencia del Perú no fue un proceso impulsado por las élites, sino una consecuencia de la descomposición del sistema colonial y de la presión de los sectores subalternos” (Bonilla, 1972). Fue este contexto el que llevó a San Martín a negociar con el virrey La Serna en Punchauca (junio de 1821), buscando una salida pactada para la transición política, evitando una toma popular de Lima.

EL PACTO DE PUNCHAUCA: LA TRAICIÓN SILENCIOSA

El 2 de junio de 1821 se celebró una reunión secreta en la hacienda Punchauca, al norte de Lima, entre José de San Martín y José de la Serna. San Martín proponía un modelo monárquico moderado, con un príncipe europeo al frente del nuevo Estado, y prometía garantías para los intereses de las clases dominantes. La Serna aceptó retirarse a la sierra, dejando Lima en manos de los patriotas, a cambio de que no se permitiera un levantamiento popular descontrolado.

Mientras tanto, San Martín engañaba a los montoneros, diciéndoles que la ciudad sería entregada pacíficamente y que no había necesidad de entrar en ella. Según testigos de la época, muchos jefes montoneros se sintieron traicionados cuando, pocos días después, San Martín ingresó solo a Lima y proclamó la independencia el 28 de julio de 1821.

El historiador Nelson Manrique ha denunciado esta traición como “el acto fundacional de una república criolla que nace de espaldas a los sectores populares, marginando a quienes hicieron posible la caída del virreinato” (Manrique, 1993).

EL REAL FELIPE Y LA CLASE DOMINANTE CRIOLLA

Mientras La Serna huía a la sierra para reorganizar su ejército en el Cusco, la élite limeña se refugió en la fortaleza del Real Felipe del Callao, esperando el desenlace final del conflicto. Tal como señala el historiador Charles Walker, en La rebelión de Túpac Amaru (2014), “la élite limeña temía más a los montoneros que a los realistas, pues representaban una posibilidad de revolución social, no solo política”. Para ellos, San Martín ofrecía una solución intermedia: asegurar la independencia sin revolución social. Esta clase dominante mantuvo sus propiedades, privilegios y control político tras la independencia.

La independencia se proclamó, paradójicamente, “a nombre de los indígenas, y por la voluntad general de los pueblos”, pero sin que los pueblos indígenas recuperaran sus tierras ni se abolieran los tributos ni las formas de servidumbre. Se mantuvieron las estructuras raciales, económicas y políticas del régimen colonial.

El jurista e historiador Luis E. Valcárcel afirmaba que: “la república peruana fue una continuación del virreinato, con otro ropaje legal; las castas dominantes permanecieron en el poder, sin que la masa indígena viera realizados sus anhelos” (Valcárcel, 1927).

¿INDEPENDENCIA O CONTINUIDAD COLONIAL?

La historia de los montoneros y el pacto de Punchauca revela una verdad incómoda: la independencia del Perú no fue un proceso de guerra independista, sino una transacción política pactada entre sectores criollos y realistas, que buscaban evitar el estallido de una revolución social como la que se había dado en Haití. La independencia del Perú fue una revolución traicionada.

La figura de San Martín, lejos de ser un libertador absoluto, fue el mediador de una independencia conservadora, que dejó intacta la opresión de las mayorías.

Hoy, a más de dos siglos de la proclamación de 1821, urge repensar la historia desde los vencidos, los excluidos, los traicionados. La verdadera independencia sigue pendiente.

 

Bibliografía

  • Bonilla, Heraclio. Independencia en el Perú: las palabras y los hechos. Lima: IEP, 1972.
  • Manrique, Nelson. Utopía, memoria y poder: Ensayos de historia e ideas en el Perú. Lima: SUR, 1993.
  • Roel Pineda, Virgilio. Formación histórica de la nación peruana. Lima: Editorial Los Andes, 1971.
  • Valcárcel, Luis E. Tempestad en los Andes. Lima: Amauta, 1927.
  • Flores Galindo, Alberto. Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes. Lima: IEP, 1986.
  • Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú (1822-1933). Lima: Editorial Universitaria, 1968.
  • Walker, Charles. La rebelión de Túpac Amaru. Lima: IEP, 2014.
  • Contreras, Carlos y Cueto, Marcos. Historia del Perú Contemporáneo. Lima: IEP, 2004.