COMPORTAMIENTO HUMANO Y LA EXPANSIÓN
DEL INDIVIDUALISMO Y EL EGOISMO COTIDIANOS
¿CUÁLES SON LAS RAZONES QUE EXPLICAN
NUESTRO COMPORTAMIENTO?
Por Carlos Villacorta Valles
carlosvillacortavalles@gmail.com
Jueves 25 de setiembre del 2025
Diario Regional Amazónico AMANECER.
San Martín-Moyobamba.
Últimamente
escuchamos frases como: “yo tengo mis propias ideas, respeta”. “Si quieres que
la sociedad cambie, cambia tú, primero”. “Yo soy libre para hacer lo que me da
la gana”. Etcétera.
Tales frases son acompañadas por el aumento de
conductas individualistas y egoístas que son los principios básicos del
capitalismo. En tiempos recientes, el discurso de la “libertad personal” y la
“autenticidad” se ha expandido con fuerza, originadas por la descomposición del
mismo capitalismo y su imposición cultural neoliberal, proliferadas con los
libros de “autoayuda”, las redes sociales, la cultura del consumo y la idea de
que cada persona debe “ser fiel a sí misma” sin importar lo colectivo.
Estas frases son síntoma de una cultura donde el YO
se coloca por encima del NOSOTROS, lo que puede fortalecer la autonomía,
pero también generar aislamiento, falta de compromiso social y banalización de
la idea de libertad; diluyendo la posibilidad de pensar en transformaciones
sociales profundas, porque todo se reduce a cambios individuales y no
estructurales.
Ahora bien, es importante tener ideas propias, pero
también escuchar, dialogar y construir juntos. Cambiar uno mismo es valioso,
pero no basta: si queremos que la sociedad mejore, necesitamos organizarnos y
trabajar colectivamente, porque los problemas grandes no se resuelven solos.
¿QUÉ ENTENDEMOS
POR CONDUCTA HUMANA? ¿CUÁLES SON LAS
RAZONES QUE EXPLICAN NUESTRO COMPORTAMIENTO?
La conducta humana es el
conjunto de acciones, respuestas y formas de actuar que manifiesta una persona
en su interacción con el entorno, consigo misma y con los demás. Está
determinada por factores biológicos (instintos, necesidades, genética),
psicológicos (emociones, pensamientos, personalidad), pero ante todo SOCIALES
(normas, cultura, aprendizaje).
LA CONDUCTA HUMANA, EN SU DIMENSIÓN SOCIAL, parece
haberse convertido en un espejo donde se refleja lo más oscuro de nuestra
época: la indiferencia, el egoísmo, el culto a lo extranjero y la tendencia a
pisotear al otro para elevarse a sí mismo. ¿De dónde proviene este
individualismo que nos arrastra a la soledad en medio de la multitud? ¿Es una
condición natural del hombre, como sostuvo Hobbes al afirmar: “el hombre es un
lobo para el hombre” (Hobbes, Leviatán, 1651), o es, más bien, el
resultado de un orden social y económico que fomenta la competencia y la
separación?
La filosofía crítica nos
recuerda que el ser humano no nace indiferente ni egoísta, sino que se forma en
un entramado de relaciones históricas y culturales. Marx ya advertía que “la
esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo, sino al
conjunto de las relaciones sociales” (Tesis sobre Feuerbach, 1845). Y si
el capitalista nos impone la lógica del éxito individual, no es extraño que la
solidaridad se convierta en rareza y la empatía en debilidad.
En ese sentido, las
razones que explican nuestro comportamiento es el sistema económico y social,
que premia la competencia sobre la solidaridad, el que nos empuja hacia la
indiferencia. Estos conceptos invitan a revisar no solo al individuo, sino
también a la posición de clase que lo condiciona.
LA CONDUCTA HUMANA SEGÚN MARX
Recurro a Marx, porque encuentro en sus conceptos lo
más cercano a la verdad y a lo científico. Desde el marxismo, la conducta
humana no se entiende como una expresión aislada de la voluntad individual,
sino como el resultado de las condiciones materiales de existencia y de
las relaciones sociales de producción.
En, Ideología
alemana, Marx y Engels (1974) plantean que la conducta no puede
comprenderse como un fenómeno puramente psicológico, sino como práctica
social: “Lo que los
individuos son, depende de las condiciones materiales de su producción. Y
presupone, a su vez, un intercambio entre los individuos”. (p.19-20).
(https://www.ugr.es/~lsaez/blog/textos/ideologia/ideologiaalemana.pdf)
En su,
Contribución a la crítica de la
economía política, Marx, señala: “No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia” (1970, p. 7).
¿SOY LIBRE PARA HACER LO QUE ME
PLAZCA?
Claro
que no, pese a que en el capitalismo se proclama la libertad como derecho
universal: libertad de elegir, contratar, consumir, expresarse. Sin embargo,
esa libertad no es más que la
libertad del capital para expandirse y la del individuo para vender su fuerza
de trabajo en el mercado. Somos libres en la medida que el sistema nos lo
permita. Es decir, se trata de una libertad formal que encubre una relación de
dependencia y explotación.
·
No
tenemos la posibilidad de elegir: estamos condicionados por sobrevivir.
·
La
“libertad de consumo” depende del dinero, y quienes no lo tienen carecen de esa
libertad.
·
La
supuesta igualdad ante la ley oculta la desigualdad material entre ricos y
pobres.
·
Ni
hablar sobre la libertad de expresión, quienes criticamos al sistema, o somos
perseguidos, o somos excluidos.
Erich Fromm, en El miedo a la libertad, advierte que la
libertad moderna, reducida a la mera capacidad de elegir dentro del mercado,
produce un sujeto aislado, inseguro y manipulado por fuerzas económicas y
culturales invisibles. La ilusión de que uno “elige libremente” se convierte en
mecanismo de dominación, pues la mayoría de las decisiones están condicionadas
por la propaganda, la necesidad económica y la estructura de poder.
“PARA QUE EL MUNDO CAMBIE TIENES QUE CAMBIAR
TÚ PRIMERO”
Parece motivadora y positiva. Pero si la
analizamos profundamente, resulta engañosa, con anestesia política, funcional
al orden establecido. Es una consigna que circula en manuales de autoayuda, en
discursos empresariales y en la cultura dominante. Porque:
1.
Individualiza
un problema colectivo:
traslada un asunto estructural y político (explotación, corrupción, etc.) al
plano de la moral personal.
2.
Despolitiza
la transformación social: hace
creer que basta con el cambio individual para transformar la realidad global. Se
minimiza la necesidad de organización, la participación política y
confrontación con estructuras del poder.
3.
Responsabiliza
al individuo y absuelve al sistema: porque “tú no cambiaste lo suficiente”. En lugar de cuestionar
las élites. Si sigues siendo pobre, explotado o discriminado, es porque TÚ “eres
incapaz”.
4.
Funciona
como ideología de control: se
vende como autoayuda, espiritualidad o “coaching”, pero en el fondo desarma la
voluntad de transformación colectiva. Las personas se concentran en su YO y
dejan intacto el sistema que reproduce las injusticias.
Foucault, en Vigilar y castigar (1975), lo llama:
“tecnología del yo”, un modo de disciplinar a los sujetos, con la ilusión de
que su felicidad depende únicamente de su YO.
Paulo Freire advertía en Pedagogía del oprimido
(1968) que: “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo: los hombres se
liberan en comunión”.