MILLONES DE SOLES PARA DESPROFESIONALIZAR A LOS
DOCENTES
Y CONVERTIRLOS EN SERES DÓCILES E INFELICES
Por Carlos Villacorta Valles
Iniciamos otro año escolar y, nosotros también
iniciamos una serie de artículos referidos a la educación a partir del presente:
–sobre la situación actual del docente-. Es fundamental que se debata sobre la
educación y la labor de los docentes en el mundo de hoy, donde los docentes
están atravesando una profunda infelicidad. La educación jamás ha sido debate
en el Perú, sino imposición. Pues llegó la hora para su debate.
El docente actual es más infeliz que nunca. Hay que
mirar su rostro con una sonrisa forzada que el Ministerio de Educación publica
en sus portadas. A pesar que el Artículo
4, de la Ley 29944 (Ley de reforma magisterial), señala que “el profesor (…) es el agente fundamental del proceso educativo, presta un
servicio público esencial dirigido a concretar el derecho de los estudiantes y
de la comunidad (…)”; todo lo que hace la burocracia educativa apuntan a su
desprofesionalización, inclusive la supuesta capacitación que reciben los
desprofesionaliza. El docente es una mercancía más de la mercantilización de la
educación.
¿Y qué pruebas aporto para decirlo?
Basta mirarlos y conversar con ellos para comprobar
lo mal preparados que salen de las universidades e institutos pedagógicos. Los
profesores que trabajan por contrato nos manifiestan su inseguridad. Los
docentes nombrados han perdido casi por completo su autonomía y libertad, mucho
peor aún los docentes que hacen de supervisores o monitores, pues la gran
mayoría entra por amiguismo, supervisan con criterios estandarizados que los
aprenden de memoria y, todavía se dan el lujo de hablar mal y tienen la
pretensión de ser mejores que los docentes que supervisan. De igual manera
bulle en la cabeza de los docentes, la mentada “evaluación por desempeño”, que es otra cantaleta estandarizada,
que siempre está amenazando la tranquilidad laboral, erosionando la calidad de
la profesión docente –nadie que trabaje estresado lo hará bien-. La notable y
persistente preocupación para pagar sus deudas y sobrevivir diariamente con el
magro salario que reciben. Etc.
La situación del docente peruano, entonces ha empeorado,
algún logro de algún docente por mérito propio, lo difunden como logro de una “reforma educativa” que no da buenos
resultados, los docentes ya no pueden debatir sus inquietudes, porque les han
prohibido reuniones de iniciativa, menos sindical, ya no se observa sus
reuniones de buena convivencia solidaria y cooperativa, la mayoría de
directores son unos capataces, sólo saben recibir órdenes de las ugeles que lo
cumplen a pie juntillas. Ugeles en la mayoría de los casos convertidos en
cuarteles donde no puedes entrar con libertad y estos no dan ni un paso sin
consultar al ministerio. Solo controlar. Los docentes tienen un profundo temor
de hacer y decir las cosas. Sólo el cumplimiento de normas y directivas es el
ambiente, hayas desayunado o no. Además es una forma sutil de controlar también
tu mente y el control de nuestra mente nos quita la vida y voluntad propia.
No existe para los docentes, ningún tipo de
incentivo y estímulos. El estímulo en el Perú sólo es entre “amigos”. Vulgarmente los burócratas se
rodean de “su gente”, de sus “técnicos”, “sus incondicionales”. Arman
su feudo. Ellos no creen en el sujeto proactivo, menos en la empatía, sólo en
los incondicionales. Entonces la autonomía, la libertad individual, la
meritocracia y la verdadera capacidad son falacias en este sistema. Hacernos
creer a los maestros que “somos agentes
fundamentales de la educación” sin brindarnos ninguna facilidad,
capacitación permanente, mejores condiciones de trabajo, mejores salarios; es
una monstruosidad. La TV y la calle nos han reemplazado.
En educación, toda ilusión del trabajo científico y
creador se quiebra cuando se imponen normas y directivas, contenidos y
programas educativos a cumplirse estrictamente, hechos desde una oficina al
margen de la realidad y de sus ejecutores. La imposición anula creatividad e
iniciativa y vuelve rígido el cambio. En el caso de los docentes esta verdad es
evidente. Al plantear algo nuevo de inmediato le salen que “así no dice la norma”. En otros casos, los trámites son tan
engorrosos que ahí se quedan todas las energías que ya nadie pretende volver a
intentar. No estoy diciendo que no hay que cumplir las leyes y normas,
simplemente hay que cualificarlas.
Las últimas “reformas
educativas” están robotizando al docente, el docente ha entrado en un siniestro
proceso de domesticación, se les está quitando el alma; lejos de fortalecerlos emocionalmente y
hacerlos felices para que enseñen con tranquilidad; los docentes no se sienten
queridos, atendidos y escuchados, incapaces también de escuchar al otro. La
educación peruana es una educación infeliz. Lo peor es que los docentes también
han perdido su capacidad de indignación. Han apagado su capacidad de debatir. El
profesorado es un colectivo inexistente en las instituciones educativas, en la
comunidad y en la sociedad peruana, todos absolutamente todos los han perdido
el respeto y la consideración. Para que haya una buena educación se necesitan
docentes felices, con más autonomía y libertad, que valoren su profesión con
buena remuneración, verdaderas capacitaciones y un marco normativo real que le
oriente, le ayude y no le reprima.
Es increíble cómo nos han moldeado y moldean el
desánimo. La indiferencia, la conducta pusilánime han dejado de ser una
vergüenza; son casi como un hábito que quieren pasar como cordura y prudencia.
La administración peruana –en el caso particular de la educación- es una
opresión burocrática permanente de humillación implementadas por “tecnócratas” y empleados insensibles
traídos de la nada, por cada gobierno de turno. Estos burócratas no tienen
responsabilidad ante nadie, se tapan entre ellos, se llaman entre ellos, pocos
son los profesionales capaces que tienen la altura moral y profesional para el
cargo. Los demás entran en estampida con cada gobierno de turno y, protegidos
como están, hacen lo que quieren. La gran mayoría de burócratas educativos son
la plaga de la educación.
¡Oiga, pero les han duplicado el salario!
El salario no, si, han aumentado bonificaciones,
que nos quitan cuando cesamos, duplica-miento que al final tampoco es coherente
con la realidad económica que vivimos: antes del año 1990, teníamos un promedio
de salario entre 500 soles a 600 soles, con 50 centavos de sol podíamos comprar
10 panes, con el shock de Fujimori, con un sol podíamos comprar esos 10 panes y
con el mismo salario. Actualmente el docente percibe un salario promedio de mil
doscientos soles, sin embargo con un sol sólo puede comprar 6 panes, el salario
docente no ha recuperado su capacidad adquisitiva. Los profesores cesantes
estamos peor, mucho peor los que pertenecen a las AFP ¿Acaso nunca se han
preguntado cómo sobrevive un docente?
El Ministerio de Educación invierte 689 millones de
soles al año en soporte pedagógico, talleres, cursos y programas de
actualización, sin ningún criterio real, sólo para justificar gastos para no
perder los préstamos que reciben del Banco Mundial*. En su momento El
vicepresidente del Consejo Nacional de Educación (CNE) Hugo Díaz, –actualmente
su Presidente-, aseguró que
"anualmente [el Minedu] devuelve S/. 2. 850 millones al Tesoro
Público". Reflejo de la incapacidad de la burocracia. Son realidades
que desprofesionalizan la carrera docente.
Siete problemas y necesidades fundamentales del
docente que el Estado debe resolver con urgencia para que les de tranquilidad y
felicidad: -INCLUIR LO QUE CORRESPONDE AL DOCENTE
CESANTE-
1.- Su nivel remunerativo, que es el más bajo de
América Latina.
2.- Formación y preparación docente (cuando está
estudiando).
3.- Capacitación real y efectiva (cuando está
trabajando).
4.- su marco normativo (que sea real y orientador,
no represor).
5.- Evaluación para ubicar sus problemas y
resolverlos.
6.- Mecanismos de incentivo económico y ascenso de
nivel por eficiencia e innovación.
7.- Recortar los plazos para que los docentes asciendan
de nivel.
A esto hay que agregar la descomunal incapacidad de
sus autoridades educativas en todos sus niveles burocráticos; que inclusive
ningunean a los docentes y trafican con las plazas laborales.
¡Por supuesto! Los docentes son cómplices de su
situación.
Pese a su situación, gran parte de docentes se
sobreponen, en algunas regiones se escucha la recuperación de su indignación,
en San Martín preparan una huelga, voy a referirme a ese gran sector de
docentes que se debaten en la total indiferencia. No hacen nada para recuperar
su capacidad de indignación. Pocos hablan de cultura a sus alumnos. Una gran
mayoría de docentes ya no disponen ni del verbo, son un eco del ministerio de
educación, de las ugeles, los directores y del sistema, son antisindicato, son
una sombra de la lucha de sus reivindicaciones. Al docente ya no le interesa si
ahoga a su alumno en la indiferencia, lo deja marchar hacia la intoxicación
espiritual. Se deja imponer todo, hasta en que momento van a reír y hablar.
Este tipo de docentes son cómplices del sistema. Los docentes salen de las
universidades y los institutos con profundas carencias sociales y políticas
acumuladas y una falsa responsabilidad. Este docente, si no se autoeduca es el
alienado más peligroso. Les pido encarecidamente, tener el valor de reconocerlo
y avergonzarse por ello, porque iniciarías recuperando tu capacidad de
vergüenza, y la vergüenza es un sentimiento revolucionario. Sólo con un
sentimiento revolucionario podemos combatir la domesticación que somos
víctimas, porque nuestro domesticador sabe que nos embrutece de cansancio, y la
domesticación disminuye el rendimiento. Toda sociedad embrutecida es fácil de
doblegar. Apreciado docente, Tú tienes la palabra.
Notas:
*http://rpp.pe/politica/elecciones/asi-esta-el-peru-2016-los-docentes-en-la-educacion-publica-noticia-939152
Fuentes:
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