TOMAS TRANSTRÖMER
El Nobel del hielo
ESTABA CANTADO QUE TOMAS TRANSTRÖMER SE HARÍA DEL NOBEL DELITERATURA. JUNTO CON SWEDENBORG Y STRINDBERG, CONFORMA EL TRÍO DE AUTORES SUECOS MÁS REPUTADOS DE LA POESÍA UNIVERSAL.
Por: Enrique Sánchez Hernani
Es el primer poeta en ganar el Nobel en los últimos quince años. La última vez que la Academia puso ojos en la poesía fue en 1996, cuando premió a la polaca Wislawa Szymborska. Tomas Tranströmer (1931) es el octavo sueco en alcanzar el Nobel, pero hace cuarenta años que ninguno de sus compatriotas lo recibía: los últimos fueron Eyvind Johnson y Harry Martinson, quienes lo compartieron en 1974.
INFLUYENTE
Tomas Tranströmer tiene 80 años. En 1990 un derrame cerebral le dejó paralizado el lado derecho del cuerpo. No puede hablar, pero concede entrevistas por escrito y no ha dejado de escribir, publicar libros y tocar curiosas piezas musicales clásicas para el brazo izquierdo, pues es un buen pianista aficionado. Es el poeta vivo más influyente y uno de los más traducidos: 50 lenguas.
Tomas Tranströmer tiene 80 años. En 1990 un derrame cerebral le dejó paralizado el lado derecho del cuerpo. No puede hablar, pero concede entrevistas por escrito y no ha dejado de escribir, publicar libros y tocar curiosas piezas musicales clásicas para el brazo izquierdo, pues es un buen pianista aficionado. Es el poeta vivo más influyente y uno de los más traducidos: 50 lenguas.
Su esposa Mónica es su contacto con el mundo. Esa levedad corresponde al carácter de su poesía. Ha escrito poemas desde 1954, año de su debut literario, pero es un bardo de carácter más bien mesurado.
Una razón de su parquedad puede ser que trabajó como psicólogo para sobrevivir. Lars Gustafsson, un amigo suyo, ha explicado que el poeta tuvo que trabajar duro toda su vida y que solo podía escribir los sábados por la tarde, en habitaciones pequeñas y poco cómodas.
VIDA DURA
Tranströmer nació en Estocolmo en 1931, hijo de un periodista y una maestra. A poco de nacer, sus padres se separaron, y tuvo que irse a vivir con su madre a un barrio en las afueras de la ciudad: “vecindario abigarrado” –como ha escrito–, donde los borrachos pululaban en las escaleras y los mendigos tocaban a la puerta. La pobreza marcó su infancia.
Tranströmer nació en Estocolmo en 1931, hijo de un periodista y una maestra. A poco de nacer, sus padres se separaron, y tuvo que irse a vivir con su madre a un barrio en las afueras de la ciudad: “vecindario abigarrado” –como ha escrito–, donde los borrachos pululaban en las escaleras y los mendigos tocaban a la puerta. La pobreza marcó su infancia.
Su paso por la escuela fue difícil. Se sentía “algo anormal” por su condición económica y porque despertaba las iras de uno de sus maestros. Para colmo de males, el niño Tomas fue víctima de un mozallón de la escuela, que continuamente le pegaba. Para evitar ese sufrimiento, fingía abandonar su cuerpo y se convertía en un “cadáver”. La treta surtió efecto, pues el abusivo se cansó de maltratarlo. No fue raro que Tranströmer sintiera a los 15 años una dimensión que iba a desarrollar posteriormente en su poesía: la angustia y la existencia de la enfermedad (curiosamente en uno de sus poemas “anuncia” la hemiplejia que lo afectaría años más tarde). En la etapa escolar, se dedicó a tocar piano y creyó que ese podía ser su oficio futuro hasta que, a los 18 años, descubrió la poesía.
POESÍA INTERIOR
El flamante Nobel confesó, en una entrevista a “El País” de España, que semejante descubrimiento fue posible porque durante los estudios secundarios lo inclinaron al estudio del verso clásico. Para él Horacio y los surrealistas eran parte de una misma cosa. Eso marcó su poesía, a la que se ha descrito como ajena al ruido exterior, que proviene de la conciencia y de la dolorosa indagación sobre el sentido de la existencia humana.
El flamante Nobel confesó, en una entrevista a “El País” de España, que semejante descubrimiento fue posible porque durante los estudios secundarios lo inclinaron al estudio del verso clásico. Para él Horacio y los surrealistas eran parte de una misma cosa. Eso marcó su poesía, a la que se ha descrito como ajena al ruido exterior, que proviene de la conciencia y de la dolorosa indagación sobre el sentido de la existencia humana.
Tranströmer ha trabajado sobre los grandes temas: la muerte, la historia, la memoria y la naturaleza. Sin embargo, su poesía pertenece al mundo del sosiego y la templanza.
Ha escrito en versos clásicos y medidos, en verso libre, haiku y también en prosa poética. Durante años, trabajó como psicólogo con delincuentes juveniles en la prisión de Roxtuna, Suecia, experiencia volcada en sus versos.
Premonitoriamente, al reflejar un episodio de su vida junto a unos discapacitados –como hemos mencionado–, previó el estado en que iba a quedar.
El poeta mexicano Homero Aridjis, quien lo conoce desde hace años, dice que es un hombre con gran fortaleza, de enorme espiritualidad y fe. Su traductor al español, Roberto Mascaró, cuenta que es “sencillo, de pocas palabras, de risa fácil, conocedor de la vida y de muchas regiones del mundo”.
Es un ácido crítico de la sociedad sueca y aborrece que su país haya devenido en una vacuidad funcionalista cuando antes brilló por su humanismo.
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