viernes, 20 de junio de 2025

LA TRAMPA DE LA CALIDAD: UNA CRÍTICA AL CONCEPTO MERCANTILISTA DE LA EDUCACIÓN

 


LA TRAMPA DE LA CALIDAD: UNA CRÍTICA AL CONCEPTO MERCANTILISTA DE LA EDUCACIÓN

Por Carlos Villacorta Valles
carlosvillacortavalles@gmail.com
Diario Regional AMANECER. Jueves
19/06/25

¿QUIÉN DEFINE QUÉ ES CALIDAD?

Hablar de "calidad de la educación" se ha vuelto casi una obligación en discursos oficiales, políticas públicas, informes internacionales y agendas educativas globales. Sin embargo, es necesario detenernos críticamente y preguntarnos: ¿qué se entiende por calidad?, ¿quién la define?, y sobre todo, ¿a quién beneficia esa definición?

La "calidad" se ha convertido en una palabra fetiche: flexible, seductora, incuestionable. Pero también es una trampa semántica que disfraza relaciones de poder, desigualdades estructurales y un proyecto ideológico que transforma a la educación en una mercancía y a los estudiantes en insumos de productividad.

El concepto de “calidad” se refiere a la capacidad de un producto para cumplir con ciertos estándares establecidos y satisfacer a los "clientes". Cuando esta lógica se traslada a la educación:

  • Se asume que el estudiante es un producto.
  • La escuela/universidad es una fábrica.
  • El docente es un operario.
  • Y el mercado laboral es el cliente final.

Esta metáfora reduce la complejidad humana del proceso educativo y lo somete a los imperativos de la eficiencia, la estandarización y la competencia.

Hablar de “calidad educativa” en los términos actuales suele implicar:

  • Rankings, estándares, pruebas estandarizadas (como PISA).
  • Indicadores de desempeño (logro de aprendizajes medibles).
  • Evaluación centrada en resultados cuantificables.

Esto despolitiza y descontextualiza la educación. Ignora los factores estructurales (como pobreza, racismo, desigualdad cultural) y vacía de contenido crítico y transformador al proceso pedagógico.

La noción de “calidad educativa” ha sido usada como bandera para:

  • Justificar la privatización de la educación: Si el Estado “no asegura calidad”, el mercado debe suplirlo.
  • Promover la competencia entre escuelas, universidades, docentes y estudiantes.
  • Legitimar reformas que precarizan la docencia y reducen el currículo a competencias laborales.

En este sentido, la “calidad” es un caballo de Troya ideológico que sirve para mercantilizar derechos y reducir la educación a una inversión rentable.

Autores como Paulo Freire, Boaventura de Sousa Santos o Henry Giroux advierten que la educación no debe ser simplemente “eficaz” o “competitiva”, sino:

  • Un proceso liberador, crítico y profundamente humano.
  • Un espacio de formación ética, política y estética.
  • Un territorio de creación de sentido, de identidad y de transformación social.

I. ORIGEN EMPRESARIAL DEL CONCEPTO DE “CALIDAD”

El término "calidad" proviene del mundo industrial, en particular de la teoría de gestión empresarial y control de procesos. A partir de la posguerra, figuras como W. Edwards Deming y Joseph Juran desarrollaron sistemas para asegurar la “calidad total” en la producción industrial. Posteriormente, esta lógica fue transferida al ámbito educativo bajo el paradigma del management educativo.

Las reformas estructurales impulsadas por organismos como el Banco Mundial y el FMI desde los años 80 incluyeron la exigencia de “eficiencia” y “calidad” en los sistemas educativos, en clara sintonía con las políticas de ajuste estructural y privatización. Desde entonces, la educación comenzó a ser medida como una inversión económica, más que como un derecho o un proceso liberador.

II. LA MEDICIÓN COMO DOGMA: ESTÁNDARES, PRUEBAS Y RANKINGS

La calidad educativa fue secuestrada por las métricas. Pruebas estandarizadas como PISA, TERCE o ECE se convirtieron en los principales instrumentos para medirla, reduciendo la complejidad del acto educativo a una serie de indicadores cuantificables.

Así, se impone una visión tecnocrática que evalúa únicamente lo que puede ser medido: rendimiento en lectura, matemática y ciencia, ignorando dimensiones esenciales como la ciudadanía crítica, la creatividad, el arte, la sensibilidad humana o los saberes ancestrales. De este modo, la lógica de la competencia reemplaza a la del cuidado y la comunidad.

III. LA CALIDAD COMO MERCANCÍA: CONSUMIDORES Y PRODUCTOS

Cuando se habla de calidad educativa se habla desde una perspectiva neoliberal, se asume implícitamente que la educación es un bien de consumo. Los estudiantes se convierten en “clientes” o “capital humano”, y las escuelas y universidades en “proveedoras de servicios”.

Este modelo genera rankings, acreditaciones, certificaciones, estándares de desempeño, y una multiplicación de mecanismos de evaluación externa que favorecen a las élites y excluyen a los sectores populares.

Se promociona una educación “de calidad” que es, en realidad, una educación que cumple con las exigencias del mercado laboral, adaptando los currículos a las necesidades del capital y despolitizando la enseñanza. Se forman trabajadores obedientes, no ciudadanos transformadores.

IV. INVISIBILIZACIÓN DE SABERES LOCALES Y EXPERIENCIAS POPULARES

La obsesión con la “calidad” despoja de valor a los saberes locales, comunitarios, ancestrales. En lugar de partir de las necesidades reales de los pueblos, se impone un currículo estandarizado y ajeno a los contextos.

La diversidad cultural es tolerada como folclore, pero no es reconocida como conocimiento legítimo. Los procesos pedagógicos que emergen desde los barrios, las comunidades rurales o los movimientos sociales son marginados por no “cumplir estándares”.

La educación de calidad, en este sentido, opera como una forma de colonialismo epistémico: impone una sola forma de saber y de evaluar el mundo, desechando otras formas de conocimiento, espiritualidad y convivencia.

V. ALTERNATIVAS: REPENSAR LA EDUCACIÓN DESDE UNA MIRADA CRÍTICA Y EMANCIPADORA

Es urgente y necesario desmercantilizar el lenguaje y el sentido de la educación. En lugar de hablar de calidad, debemos hablar de pertinencia cultural, justicia educativa, dignidad pedagógica y transformación social.

Hace unos meses me preguntaron: en concreto ¿Qué decimos, entonces? Respondí que, hasta “integral” sería mejor, pero hablar de “educación justa” en lugar de “educación de calidad”, es mi sugerencia.

Así, recuperar a Paulo Freire, a José Carlos Mariátegui, nos permite construir una pedagogía justa, centrada en la conciencia crítica, en la liberación y en el diálogo de saberes.

Debemos defender la educación como un acto político, un derecho humano y una herramienta para la transformación de las condiciones de vida. Esto implica no solo enseñar contenidos, sino cultivar el pensamiento crítico, la sensibilidad ética y la capacidad de luchar por un mundo más justo.

DESMONTAR EL MITO DE LA CALIDAD

La noción hegemónica de “calidad educativa” no es neutra. Está cargada de ideología, de intereses económicos, de visiones del mundo que deben ser cuestionadas. Si queremos una educación verdaderamente transformadora, no podemos aceptar sin crítica los marcos conceptuales que nos impone el mercado.

No se trata de negar toda forma de evaluación o mejora, sino de recuperar el sentido profundo de la educación como proceso humano, político y comunitario. Solo así podremos construir una educación que no mida con métricas vacías, sino que transforme vidas y territorios.

ALGUNAS PREGUNTAS PARA EL DEBATE

  • ¿Qué significaría hablar de “educación justa” en lugar de “educación de calidad”?
  • ¿Cómo podemos construir indicadores alternativos desde las comunidades y no desde las industrias?
  • ¿Cuál es el papel del Estado, las escuelas, los docentes y los movimientos sociales en esta disputa semántica y política?

jueves, 5 de junio de 2025

ESTADO CLÍNICO DE LA SALUD NACIONAL: DEL BISTURÍ A LA PRESTIDIGITACIÓN

 

ESTADO CLÍNICO DE LA SALUD NACIONAL: DEL BISTURÍ A LA PRESTIDIGITACIÓN

Por Carlos Villacorta Valles

carlosvillacortavalles@gmail.com


05-05-25

Diario Regional “Amanecer”. Moyobamba-San Martín

 

En el Perú la salud se muere y nos mata, principalmente en EsSalud. Una cosa es que te digan, otra que lo vivas. Yo acabo de vivirlo en marzo, abril, mayo y junio 2025, con la hospitalización de mi compañera en el Almenara. Le operaron en marzo 2025, de inmediato le dieron de alta, se hospitalizó nuevamente más enferma que antes con la operación infectada, le volvieron a abrir y, 3 de junio, le acaban de dar de alta, pese a que la malla que le colocaron sigue flotando en peligro de infectarse. Así, miles están en esta situación y cientos se mueren por esta mala práctica. Desasosiego total que me invita a declarar la salud en estado crítico surrealista, una categoría médica aún no reconocida por la OMS pero ya habitual en nuestros hospitales. Las camillas gimen, las jeringas lloran, y los estetoscopios solo detectan los latidos del presupuesto que se escapa por la ventana. Aquí, los médicos han aprendido el arte inverso de la sanación: curar con recetas que enferman, inyectar con agujas de burocracia, diagnosticar con el tarot administrativo. El paciente entra con dolor de estómago y sale con hipertensión fiscal. Lo peor, se creen dueños, pese a que nosotros les pagamos, pues nos descuentan mensual, no poco.

MILLONES DE SOLES RECAUDADOS DESAPARECEN

Los millones de soles destinados al sector salud tienen un talento envidiable: desaparecen como conejos de sombrero en función de gala ¿Equipos de última tecnología? Desaparecidos. ¿Medicamentos esenciales? Ausentes. ¿Camas UCI? Sí, pero en los discursos. En lugar de hospitales, hay laberintos.

Pero no desesperemos: los informes oficiales indican que todo marcha bien, lo cual confirma que el delirio es total.

HOSPITALES DEL DELIRIO Y LOS SUEÑOS ROTOS

Así es, la salud ha entrado en un estado crítico de irrealidad: una enfermedad que no ataca el cuerpo sino la lógica. En este territorio febril, los hospitales son catedrales del sinsentido, y los médicos -no todos, pero los suficientes- han cambiado el juramento hipocrático por el hipnótico arte de enfermar con recetas de cartón y bisturíes sin filo. Diagnostican con el oráculo del azar, recetan placebos con código de barra y sonríen mientras las colas crecen como serpientes infinitas que se muerden la cola.

En este delirio nacional, el cuerpo ya no se cura: se convierte en símbolo, en mercancía, en papel sellado con tinta invisible. Y mientras tanto, el pueblo resiste, se automedica con rezos, hierbas y rebeldía, esperando que algún día despierte el sistema o, al menos, que sueñe con sanar.

DATOS CLAVE SOBRE ESSALUD

Infraestructura Deficiente

El déficit hospitalario es hecatombe, un promedio de 1.5 camas por cada 1,000 habitantes. En Almenara hay más hospitalizados que camas, lo que ha llevado a situaciones donde los pacientes son atendidos en pasillos.

Altas Médicas Prematuras

Los pacientes son dados de alta sin haber completado su tratamiento, lo que resulta en reingresos más graves y hospitalizaciones prolongadas. Esta práctica no solo afecta la salud del paciente, sino que también incrementa los costos y la carga sobre el sistema de salud.

Certificados de Incapacidad Temporal

EsSalud otorga Certificados por Incapacidad Temporal para el Trabajo a los pacientes hospitalizados, cada semana; si la hospitalización dura dos meses, el paciente recibe hasta 8 certificados consecutivos. Esta minucia en la duración de estos certificados dificulta la contratación de personal temporal en reemplazo, afectando la productividad de las empresas y, si fueran docentes, dejan a los chicos sin un profesor.

Desabastecimiento crítico de medicamentos

Según un informe de la Contraloría General de la República, el 85% de los hospitales de EsSalud presentan desabastecimiento de medicamentos esenciales, afectando tratamientos para enfermedades como VIH, cáncer y condiciones psiquiátricas. Además, se detectaron excedentes de medicamentos próximos a vencer, con un valor superior a S/ 36 millones, evidenciando una mala gestión de inventarios.

Bajo gasto en salud per cápita

Según el diario Gestión, el gasto en salud per cápita en Perú es de S/ 523, significativamente menor que en países como Colombia (S/ 1,248) y Chile (S/ 1,679). Esta diferencia refleja limitaciones en la capacidad del sistema para brindar servicios de calidad.

LA SALUD MATA NIÑOS

La mortalidad materna en Perú se estima en 68.5 por cada 100,000 nacidos vivos, con disparidades significativas entre áreas urbanas y rurales. En zonas rurales, menos del 50% de las mujeres cuentan con asistencia profesional durante el parto, en contraste con casi el 90% en áreas urbanas.

LA SALUD COMO DERECHO HUMANO

El derecho humano a la salud es uno de los pilares fundamentales de una sociedad justa. Sin embargo, la frase “y nos siguen matando” desnuda la brecha abismal entre ese derecho proclamado y la realidad brutal de nuestros hospitales.

En un mundo donde la ciencia médica ha avanzado como nunca antes en la historia, resulta brutalmente contradictorio que aún hoy millones de personas sigan muriendo por enfermedades prevenibles, por falta de acceso a atención médica o por políticas que priorizan el lucro sobre la vida. En pleno siglo XXI, no se trata ya de la imposibilidad técnica de garantizar la salud, sino de una decisión política y económica.

 

NOS SIGUEN MATANDO

“Nos siguen matando” no es una metáfora retórica. Es una denuncia viva. Nos mata la corrupción que se roba el dinero de hospitales y postas médicas. Nos mata el racismo, el olvido, el privilegio, la delincuencia que gobierna. El Estado solo administrando la muerte. Nos siguen matando, no por ignorancia, sino por negligencia, por abandono, por violencia estructural.

Porque mientras la salud siga siendo un privilegio, mientras se permita que la pobreza sea una condena de muerte, nos seguirán matando. Y cada muerte evitable será una herida abierta en la conciencia colectiva. Pero también, cada vida defendida será una llama encendida en la lucha por un mundo más justo.

QUÉ HACER

Por su parte: EsSalud enfrenta una crisis multifacética que requiere reformas estructurales urgentes. La mejora en la gestión administrativa, la inversión en infraestructura y equipamiento, y la revisión de políticas relacionadas con la atención médica y los subsidios por incapacidad son esenciales para garantizar una atención de calidad a los asegurados.

Por nuestra parte, necesitamos:

  1. Organización popular: sin lucha, no hay derechos reales.
  2. Control ciudadano del presupuesto público: saber cuánto se invierte en salud y exigir transparencia.
  3. Formación en salud comunitaria y derechos humanos.
  4. Memoria y denuncia: contar las historias de quienes murieron por abandono estatal.
  5. Luchar por un sistema de salud universal, gratuito y digno.