viernes, 6 de julio de 2018

PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN Parte XVI


PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN Parte XVI
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
                                                                       Por Carlos Villacorta Valles
                                                                                odesi12@yahoo.es





3.13 TRANSFORMAR EL CARÁCTER IMPERATIVO E INFLEXIBLE DE LA GESTIÓN EDUCATIVA EN UNA GESTIÓN AMPLIA, FRESCA Y COOPERATIVA

Salvando algunas excepciones honrosas, las direcciones y subdirecciones de las instituciones educativas, son un fastidio permanente. Peor si éstas se convierten en agencias autoritarias, convirtiendo las gestiones en un acto desagradable y desarmonizante.

      El Perú es una extensa prisión administrativa, donde la gestión es un martirio. Escuchar  es la habilidad para desviar o simplemente para imponer. Un sistema donde los que tienen dinero abusan de la ley y las normas y para el ciudadano común no se hace nada, porque “no lo dice la ley”.

      Sin ningún tipo de iniciativa, orientación y consideraciones con la realidad, imponen las normas y directivas a pie juntillas, en una flagrante agresión al necesario e indispensable sentido común y, las normas y directivas en sus dioses.

      En el caso del seguro social, que son centros de la salud, es patético, la gestión es algo aberrante, el pobre enfermo, pierde lo poco de paciente que le queda y agrava más su situación de salud. Las UGELES están peor, un simple trámite tiene que pasar por cuatro manos.

      En el caso de nuestras instituciones educativas, este tipo de gestión y administración, son una traba intelectual al trabajo pedagógico de calidad. Los malos directores y subdirectores aluden siempre a las normas y directivas, para hacer las cosas, ante alguna sugerencia o iniciativa novedosa de los docentes. En todo caso dicen “voy a consultar”, buscando inferir sutilmente lo que ellos tienen dentro, un amor enfermizo al cargo, tienen miedo de perder su puestecito; recurren a la  amenaza y el miedo de la sanción, ya sea velada o de frente, en una clara confusión entre autoridad y autoritarismo.

     Ahora bien, no se quiere decir que no se cumpla con la ley, por el contrario, buscamos más bien la armonía en el cumplimiento de la ley y la realidad y los objetivos estratégicos que es inexistente por el supuesto del manejo técnico. “Yo soy técnico” dicen algunos, sin conocer absolutamente nada de lo que ello significa o para esconder sus limitaciones cognitivas.

      Precisamente, lo técnico, es el conjunto de actividades y tareas estratégicas y operativas para gestionar correctamente y conducir los recursos, armonizando los medios, que son los propios recursos, procesos y actividades, con los fines que son los objetivos o propósitos a alcanzar.

      Por tanto, técnicamente hablando, no sólo nos estamos refiriendo a los procedimientos practicistas, sino al manejo teórico y práctico de lo que queremos hacer, en este caso de la gestión.

      La buena gestión o el buen administrador será el que sabe interactuar los dos aspectos indispensables que tiene toda gestión: La estratégica, que son los objetivos bien definidos y la operativa, que son las acciones y procedimientos para llegar al objetivo y, si estos se amparan fundamentalmente en la realidad y necesidades del usuario, será dialéctica y científica, dándole a la gestión, en nuestro caso, educativa, una sensación y sobre todo definición amplia, fresca y cooperativa.
     
Un jefe, debe tener tres características básicas (Directores de IE):

      1.- Democrático-crítico.- Buscador en el desarrollo de su habilidad para coordinar, escuchando y promoviendo todos los puntos de vista. Debe ser un promotor de la participación. El mito del “buen profesor” del que no dice nada, no critica y se dedica en exclusivo a su aula debe desaparecer.

      2.- Científico renovador.- Saber cuando aplica una directiva en todas sus letras y cuando la conjuga con la realidad. Un buen gestor, distingue claramente, normas y directivas de función y normas y directivas de consenso, de lo contrario, anulan la iniciativa y el espíritu renovador.

      3.- Organizador defensor.- Debe ser un gran organizador de las condiciones democráticas y un gran defensor de sus trabajadores, porque fue maestro y sabe cómo es. Los “patroncitos” o “representantes del Ministro de Educación” deben ser combatidos, porque es desalentador.

      El peor error de la gestión es desalentar a los integrantes de la institución, provocar en ellos, inseguridad y amargura. Y, ésta se da cuando el trabajador siente que su participación es estéril o es burlado, cuando no se cumplen los acuerdos y lo peor, cuando se hace lo contrario.


3.14. TRANSFORMAR LA SUPER EVALUACION ESCOLAR ACTUAL QUE NOS VUELVE SUPERMAESTROS, EN UNA EVALUACION CIENTIFICA, DEMOCRATICA Y EQUILIBRADA

Las evaluaciones escolares son una especie de sanción. Lejos de ser una comprobación de logros, avances y dificultades, se han convertido en una letanía del “sí estudió” y el “no estudió”. En definitiva el mito del “buen alumno” el que obtiene notas altas y del “mal alumno” el que obtiene bajas notas o desaprobatorias. Pocos son los maestros que se dedican a enterarse de las causas de las bajas notas en las evaluaciones

      Sin embargo, estas evaluaciones escolares cuantitativos son el eje de la educación. Es el factor que está altamente fortalecido dentro de la educación. En otras palabras: El eje de la educación es la evaluación y su nota, impuesta por el Ministerio de Educación.

      Cuando el maestro dice: “Este es el rol de exámenes” o en todo caso “mañana tomo examen” en el tono que lo diga, suave o fuerte, siempre causa temor y ansiedad en el estudiante. Y, es que precisamente, el informe que tiene que presentar sobre promoción y repitencia está basado en esas evaluaciones. De esta manera: El alumno se prepara para el examen; el padre exige a su hijo un buen examen; el profesor informa las notas de los exámenes. La palabra examen o evaluación es un fantasma que recorre todas las aulas, las calles, el hogar y la cabeza de todas las autoridades educativas. Es un problema más del sistema.

      Tanto es así, que se ha generado un prejuicio muy arraigado que, “de un 50% a más de notas desaprobatorias el malo es el docente”, de tal manera que este docente que pueda encontrar esta realidad en su aula, para aminorar la situación y no tener el problema de porcentaje mayor, emplea todo los recursos que le es posible: revisión y nota de cuadernos, una asignación, un trabajo adicional, etc. Como puede comprobarse, todo referido a evaluaciones y notas, pero no a investigar las reales causas y atacar por ahí. El sistema y su tiempo realmente no te permiten tomar otros factores, te encajonan en la nota.

¿De dónde proviene esta antieducación? Completamente comprobado que viene de las insulsas “autoridades educativas”. Mire usted lo que están haciendo ahora con los propios docentes, la calidad de su trabajo de enseñar, lo van a medir y controlar mediante las evaluaciones punitivas,  según Ley. El problema central es que a la educación se lo está mirando como una fábrica de enlatados. Si se pensaría en seres humanos, no se fabricarían notas; se evaluaría personalidad y valores, actitudes y conductas, ¿cómo? He ahí el quid del asunto, ¡no quieren pensar!

      Llegó la hora que esta situación se contemple con mayor seriedad. Proponernos (Los propios maestros, porque nadie lo hará por nosotros)) una evaluación científica, democrática y equilibrada. Esto es: Lograr que la evaluación vaya más allá del examen cuantitativo numérico. Aproximarnos un poco más cerca de la realidad del alumno, escucharlos a ellos: Suscribir datos, criterios, consignas y propósitos de orientación y mejoramiento del rendimiento académico pero, ante todo, de actitudes y conductas, no sólo del alumno, sino también del profesor. Autoeducarnos debe ser una constante práctica; analizar el proceso del aprendizaje, la programación curricular. Debe haber un espacio prudente para ello dentro de la calendarización. El equivocado concepto: A más dictado de clases mejor calidad debe superarse; porque no permite el intercambio de experiencia docente ocupando algunas horas de clase. La práctica ha demostrado que no es así. La cantidad no puede ser sinónimo de calidad. Hay que buscar que mejorar esta situación. Lograr que la evaluación sea parte de la lección no el fin. Parte del conocimiento no el cuco. Basta de las súper-evaluaciones que nos convierten en súper-maestros.

      La evaluación debe ayudar a aprender cualitativamente: Investigar la realidad, saber analizar y sintetizar, saber poner en práctica los conocimientos, ser más autónomos y responsables y buscar constantemente la perfección de la capacidad y las habilidades. Ser cada vez mejor.

      La evaluación debe ser liberadora: No debe calificar “el éxito” o “el fracaso”, sino el proceso, el avance y desarrollo para ser mejor persona y contribuir en la transformación de los demás y la sociedad.


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