viernes, 15 de junio de 2018

PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN Parte XIII


PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN Parte XIII
-Crisis de la educación: causas y soluciones-
                                                                       Por Carlos Villacorta Valles
                                                                                odesi12@yahoo.es





3.9. TRANSFORMAR EL ROL PASIVO DEL MAESTRO EN UNO MÁS ACTIVO, PROTAGÓNICO Y CRÍTICO EN FUNCIÓN DEL CAMBIO SOCIAL ESTRUCTURAL.



I

Honrando las excepciones, los docentes hemos perdido la fuerza y el espíritu para el cambio transformador si alguna vez lo hemos tenido. No basta desearlo, hay que ponerlo en práctica. El docente debe ser leal consigo mismo y trabajar como debe ser. Debe asumir un compromiso personal, superando el recelo uno del otro, que hace que un docente sea enemigo del otro. La primera lucha fundamental que debemos emprender los docentes es la lucha cruenta contra uno mismo e imponernos una conciencia educativa científica y colectiva. Significando ello, la necesidad de participar en la acción transformadora, fortaleciendo siempre al colectivo. Es una búsqueda constante de abstraer la realidad y actuar sobre ella para transformarla, dando y adquiriendo; porque, la educación  se adquiere y se da. Al igual que la conciencia de clase. Así nos transformamos en maestros. Cualquiera no es maestro.


II

El maestro de acuerdo al desarrollo histórico social concreto, debe ser el primer nacionalista, en el sentido de lo nacional, abrigar en sus profundidades y en sus actos, un gran espíritu nacional, traducido en una pasión inextinguible por nuestra cultura andina y amazónica en todos sus legados, y a la vez debe ser un internacionalista lúcido, capaz de engarzar lo nuestro con el mundo, sobre todo con el avance de la ciencia y la tecnología de la comunicación y la información y el pensamiento de transformación social. A la par que respeta las leyes, deber ser libre y autónomo, sin libertad y autonomía no hay desarrollo, sino sumisión y sujeción.

      La cultura andina y amazónica debe conjugarse con el aprendizaje del quechua en todos los niveles. Todo maestro debe saber quechua. Y, para ello debe facilitársele todas las herramientas y metodologías del caso, principalmente actitudes que le induzcan a desarrollar y fortalecer nuestra diversidad cultural, etnias, lenguas, costumbres y tradiciones de nuestros orígenes, con una potente educación bilingüe.

      Para ello necesita desarrollar y fortalecer su pensamiento científico, caminar la ruta de la dialéctica, ser un auténtico político que hace educación y democracia. Desarrollando estrategias, metodologías y contenidos que forje en los estudiantes las mismas características.

III

La sociedad peruana y el mundo nos imponen un reto: Saber interpretarla, entenderla para transformarla. Las instituciones educativas y la familia son los principales medios para ello, construyendo los núcleos organizadores, los centros de debate y los centros de difusión.

      Dentro de esta actitud y plenitud cualitativa ¿Se exigirá mucho a los docentes? ¡Claro que no! Es la función vital y actual a cumplirse: la transformación. Donde ha de suprimirse la mediocridad y afloren la firme decisión y politización a riesgo de transgredir los códigos y cánones burgueses, sus costumbres y leyes, sus políticas educativas que, sin ninguna consideración surgen de los libros e informes extranjero y oficinas de sus representantes para mantener el estado de cosas y defender el presente sistema social injusto.

      Para contrarrestar esta injusta situación, el maestro constituye el factor fundamental, sólo así el tiempo será necesario, la vida tendrá un fin, las dificultades fáciles barridas y el maestro estará cumpliendo su auténtico rol. Sin olvidar jamás que, el maestro tiene el rol también de aprendiz.

      En el tipo de sociedad que vivimos, es importante y fundamental la politización del maestro y adquiera una actitud partidista, en el sentido de la mayor eficacia en el trabajo pedagógico a favor del pueblo, en el sentido del cambio de mentalidad y en el sentido del cambio social estructural, tarea que nunca debe dejarla pretextando el bajo salario.

      Estoy mirando las contorsiones de la mediocridad y los defensores del sistema gratuitos y pagados, concientes e inconscientes, cuando leen la palabra politización o cambio social estructural, su enfurecimiento, su tono y gesto burlón, porque estoy invadiendo sus intereses de clase. Lo mismo les sucede a los alienados globalizadores, que se creen modernos, que siempre han despreciado lo nuestro, lo nacional, la cultura andina y amazónica. Pero, que bien se hacen los nostálgicos por su tierra, cuando están en el extranjero.


VI

Asimismo, el maestro está en una encrucijada cuando se habla de política, realidad nacional, etc. Porque nos han hecho creer que la labor educativa debe estar alejada de estos tópicos, pese a ser el que transmite los “conocimientos” y el “pensamiento” de los “intelectuales” y “políticos” que los elaboran. Es decir quieren que se transmita lo que los que controlan el poder económico pretenden sea nuestra verdad al margen de nuestra opinión.

      Por otro lado, saben perfectamente que, de alguna forma los maestros son los guías precisos y prácticos (porque la TV y la calle nos han remplazado), por esta razón se nos prepara mal, se nos llena de palabrería inútil y con teorías falaces se nos acostumbra a una vida rutinaria y cómoda, siendo la universidad una de las grandes responsables de ello. A través de una caduca, hábil e hipócrita política educativa, nos mantienen prisioneros, primero a los maestros y como tal a millones de personas que dependen de nuestro trabajo. Ahí están las aulas como jaulas y las escuelajaulas.

      Los maestros debemos tener plena conciencia de esto, sin tardar un solo momento, hacer los esfuerzos necesarios para el rejuvenecimiento de nuestras ideas, porque así nos impone nuestra situación de excluidos. Todo lo que la burguesía señala que es caduco, para nosotros es nuevo, joven, lleno de vitalidad.

V

El maestro debe ser ante todo un hombre político, sabio en psicología, que tenga una función especial que no se lo ponga al cubierto, por el contrario debe ser un hombre completo. Ya deben pasar los días en que nos ponen al margen de la vida y la lucha social política. No se puede ser un simple maestro. Salir y sacar a los estudiantes de las jaulas y escuelajaulas y, mostrarles el mundo y la sociedad, tal cual son.

      El papel enorme de los maestros debe ser rescatado en la práctica y éste, reitero, no debe justificar su inoperancia e indiferencia a la exigua remuneración, porque, hay maestros con una existencia patética tan indiferente. Son tan indiferentes, que son indiferentes hasta de su propia indiferencia. Es una verdad tan evidente, como que mañana es otro día.

      La baja remuneración no debe cerrar las puertas de nuestro cerebro, debe servir más bien para una explosión espiritual y convertirse en realidad viva, en lucha ardiente, en voluntad resuelta contra la postergación y el autoritarismo teórico y práctico de los que ostentan el poder. Un maestro de este temple vale por varios maestros, quien sabe por cientos.

      Es curioso señalar que algunos docentes, pese a comprender  y vivir su propia situación, se impone muchas veces a sí mismo, una astenia política, quedando un individualismo montarás por sobre su buen nombre y el buen ejemplo que desea significar. Basta de ser “Prudentes fingidos y falsos virtuosos” como señala categóricamente José Saramago en su hermosa novela “Ensayo sobre la ceguera”.

      Entonces, queda totalmente descartado, que cuando hablamos de política, pueda significar una fuerza ambiciosa a la que se entregan determinadas personas en busca de satisfacer intereses personales mezquinos, que algunas llegan al extremo hasta de equivocarse en su juramento (“Juro por la plata” dijo una vez un congresista electo). Esta vulgaridad política es lo que descartamos. No la política como ciencia y como ciencia debe ser ordenada, creadora, humanista, real, honesta y evidente y sobre todo revolucionaria, como señala Mariátegui.

VI

El maestro debe ser un político que hace educación, un hombre que piensa más allá de sus propias reivindicaciones, con una concepción más sana de la política, que, cuando participa desarrolle pedagogía política.

      El maestro es el elemento social político por excelencia. Ojalá ya empiece a sentir y actuar con sed de transformación de este orden injusto. Y, se una y organice con aquellos que piensan lo mismo.

      Ser un buen maestro significa inconformidad con nuestras verdades y, por sobre todas las cosas, ser un buen maestro significa educar para la transformación del orden injusto que nos toca vivir. Esta debe ser nuestra verdad. No importa los sinsabores que nos traiga. Un maestro no sólo es queja, es transformación.


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