viernes, 20 de abril de 2018

POR UNA EDUCACIÓN TRANSFORMADORA. Parte VII


IMPORTANCIA PARA LA EDUCACIÓN, EL APRENDIZAJE Y LA SOCIEDAD ACTUAL DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN
                                                                    Por Carlos Villacorta Valles
                                                                        odesi12@yahoo.es



Por una educación transformadora. Parte VII

La crisis de la educación actual, espera propuestas de transformación, no sólo medidas efectistas para salir del paso o mejorar aspectos relativos del problema. Propuestas de transformación que partan aclarando en primer término, conceptos prácticos y concretos como el de educar y enseñar por ejemplo. Y, señalando niveles de transformación que partan de nuestra realidad educativa, también con criterios prácticos. En las instituciones educativas sólo se enseña pero no se educa, y, de ello no son responsables los docentes, a no ser su indiferencia. La enseñanza sólo es instrucción y la instrucción es amaestramiento. 

En ese sentido, desde el punto de vista de la pedagogía para la transformación, partimos en conceptuar que: Educar es cambiar, mejorar, autocontrolar las emociones; es asumir el compromiso ético de ser mejor persona cada día. Instrucción es enseñar, es manejar diestramente la técnica, los conocimientos y la información, los planes y programas. La educación es interna, la enseñanza es externa. Ambos tienen diferentes objetivos, metas y metodología. Pero ambos siempre interactúan. Más aún en una pedagogía para la transformación.

Para que se comprenda mejor, resumiré lo que es el trabajo de enseñar y el trabajo de educar:

• El trabajo de enseñar se da en base a horas de estudio de determinada asignatura o área de estudio y para ello se elabora la Programación Curricular obligatoria para todas las instituciones educativas sean públicas o privadas.

El maestro enseña contenidos, instruye cómo hacer las tareas y para comprobar si el alumno aprendió, le toma un examen de todo lo trabajado o dictado. Cuando sale mal, le invoca y le da consejos. Finalmente le entrega su libreta de notas.

La evaluación, a pesar de estar llena de indicadores de competencias y capacidades, no hay claridad para comprobar si éstos efectivamente se han desarrollado en el alumno(a). Nadie se preocupa por comprobar si se han desarrollado las competencias y habilidades sino de la  nota cuantitativa. Para enseñar bien o tener claridad, es fundamental investigar, analizar y sintetizar los contenidos y principios metodológicos a través de la didáctica que es la doctrina general del proceso de enseñanza. Este trabajo tiene que ser especificado para cada Área de estudios.

La metodología finalmente se encarga de poner en práctica los principios didácticos, empleando la técnica y los medios necesarios para cada Área de Estudios. Matemática no vamos a enseñar igual que comunicación, etc.
    
• El trabajo educativo es el más difícil y complejo, no tiene límite ni tiempo. No sólo se da en la clase y en el aula, sino, prácticamente en cada momento. También necesita de un programa que cada maestro lo forja con su pensamiento científico, su desarrollo intelectual, su moral, sus convicciones, su disciplina y está dedicado fundamentalmente a dirigir la vida del estudiante a su cargo. Ayudarle a resolver sus conflictos y problemas, incluso personales y familiares. La síntesis sería la siguiente:

-          El maestro se propone ¿Qué debo hacer? Y ¿Qué debemos hacer? Para que mis alumnos asimilen mejor los conocimientos que les imparto durante la labor de enseñar. Ensayo estrategias metodológicas, así como su aplicación en la práctica. Y también, Cómo van a participar en forma efectiva y eficaz  conmigo, entre ellos y con los demás.

-          Forja en los estudiantes no sólo teoría sino sobre todo la práctica de  las cualidades morales, convicciones, hábitos conductuales, aptitudes sociales y se interesa que se vuelvan concientes y sobre todo aplicados a su vida diaria.

-          De ninguna manera puede desarrollar una actitud adaptativa del estudiante a su medio, su entorno social y al sistema en su conjunto; sino debe inculcarle la cualidad y la capacidad del cambio de sí mismo y del cambio social. Del logro de uno nuevo y mejor sistema donde vive. No sólo se mira procedimiento, habilidad, competencia, sino también contenido, teoría y realidad concreta.

Como puede comprobarse, enseñar y educar son complementos indispensables, interactúan, se dan al margen de nuestra voluntad. Sobre todo la de educar, que no tiene vida propia. Si no desarrollo una pedagogía para la transformación, entonces aplico para la conservación y el rutinarismo, la adaptación y la aceptación de las cosas tal cual son.

 Ahora bien, la comprobación del trabajo educativo transformador se da en las actitudes y cualidades positivas y manifestaciones conductuales adecuadas  de los estudiantes, en diferentes y diversas oportunidades, cuando están solos o en presencia del maestro. Por ejemplo a la hora del recreo, en las excursiones, en su casa, con sus hermanos, sus padres, sus visitas, sus vecinos, sus amigos, en fiestas, en el cine, con sus demás compañeros, los demás maestros, las autoridades, etc. Aquí no se mide con notas, es un reporte personal de los avances cualitativos serios y sinceros elaborados por los propios estudiantes. Comprobado posteriormente, en forma discreta, por el maestro. Para luego ser traducidos en una nota cuantitativa lo más aproximadamente posible a la cualitativa. Y, posteriormente para corregir los errores comunitariamente; aprendiendo de ellos y fortalecer y consolidar los logros.

Esta práctica se debe convertir en una decisión, una aspiración y hábito contundente del estudiante; lo que estaríamos logrando su transformación. Para que lo aprendido se convierta en hecho cualitativo o la instrucción se convierta en educación, debe llevar al niño y al joven a ser otro, superior, y sobre todo llevarlo a la transformación de su realidad. Incorporar el conocimiento a nuestro comportamiento cotidiano para ser mejor, es parte importante de la educación transformadora. En teoría existe este llamado, pero, nadie lo cumple. Algunos lo utilizan como catarsis al incumplimiento. Nuestro pueblo necesita de su cumplimiento, necesitamos con urgencia, como puede notarse una pedagogía para la transformación, para la educación actual, su aprendizaje y la sociedad en su conjunto de valores incumplidos.

Forjemos una escuela que mueva la conciencia de transformación

Conciencia de transformación hacia la libertad y la conquista de una sociedad mejor. Forjemos una escuela que desarrolle la vida comunitaria, aprenda y enseñe a transformar el mundo; es la única defensa que tenemos en contra del rutinarismo e individualismo educativo. Sigamos creyendo en una escuela solidaria y comunitaria que cultive en nuestros niños y jóvenes el inmenso sueño de aprender y enseñar el cálido amor a la humanidad.

En ese sentido, el alumno no se transforma solo, necesita que los demás estén en el mismo camino, por tanto, el maestro, necesita también coordinar con los demás maestros para el trabajo en colectivo, comunitario; si éste no existe, el trabajo individual se debilita y el logro de transformación es mínimo y a veces se pierde. Se transforma en individualismo, caro favor al rutinarismo. Se pierde en el camino la vitalidad y la trascendental importancia de una pedagogía para la transformación.

Para el logro de una transformación efectiva del trabajo educativo, se necesita la participación voluntaria, comunitaria y sincera de cada maestro de una institución educativa y fuera de ella. Aquí es cuando se choca contra el sistema, porque incluso, increíblemente hay maestros defensores del sistema en forma activa y otros que son pasivos, comúnmente los indiferentes.

 La función primordial del sistema actual, es el perfeccionamiento de los procedimientos individuales; forjando un sujeto individualista y egoísta. Sólo busca el triunfo individual, los gurús de la autoayuda orientan en ese sentido, por eso hay un Bill Gates que tiene ahora en su cuenta personal más de 90 mil millones de dólares y sigue vendiendo más caro su mercancía de software. Por esta razón se priorizan “competencias” y no los objetivos. Entonces se da la confrontación desleal, enfermiza de lo colectivo y lo individualista, sin ver necesidades, posibilidades, ubicación y mejor oportunidad, dando vida una sociedad enferma, llena de odio y resentimiento, que sólo piensa en el individuo y no en los demás, donde la solidaridad es una palabra sin sentido y la filantropía y la caridad una ofensa de lesa humanidad.

Si queremos cambiar  todo ello, miremos entonces la importancia fundamental de una pedagogía para la transformación, no hay otra posibilidad. Esta es la meta más grande a la que contribuye el trabajo educativo transformador en el sistema actual. Y, ésta debe ser la meta y aspiración de todos los maestros. He ahí la inmensa importancia de una pedagogía para la transformación.

Por tanto, el maestro no sólo debe manejar bien la labor de enseñar los contenidos, sino, fundamentalmente manejar bien la técnica de la labor educativa, una preparación moral consiente donde prime lo colectivo, teniendo en cuenta principalmente como viven nuestros estudiantes y que tipo de sociedad o sistema nos envuelve y condiciona. Así empieza la metodología del trabajo de educar para transformar. Y, como puede comprenderse está aparejada al trabajo de enseñar e instruir. Siendo lo fundamental el de educar.





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