jueves, 30 de agosto de 2012

♠ ORILLAS DE LA EDUCACIÓN COMO ÁRBOLES CAOBA: libro presentado en el I Encuentro Internacional de Poetas y Escritores Región Lima-Huacho


Presentación del libro
Orillas de la educación como árboles caoba
De Carlos Villacorta Valles

¡Alahua la selva! ¡Alaoita los maestros!  ¿Cuándo seremos escuchados?

Ponente: Carlos Villacorta Valles

Estimados amigos, poetas y escritores asistentes a esta magna Asamblea de la Palabra: I Encuentro Internacional de Poetas y Escritores ciudad de Huacho “Raúl Gálvez Cuéllar”, reciban mi más caluroso saludo y abrazo poético.

Vengo desde Moyobamba – Región San Martín: la Amazonía peruana. Hoy “Maravilla Natural del Mundo” a presentarles mi libro ORILLAS DE LA EDUCACIÓN COMO ÁRBOLES CAOBA. Este libro es ensayo pedagógico que, alejándose de toda rigurosidad académica clásica de un ensayo, está escrito en prosa poética y narración de un acontecimiento novelesco, cuyo protagonista principal o personaje, es un profesor que responde al nombre de JUSTINIANO, quién con el espíritu y pensamiento freiriano, lleva a cabo una propuesta pedagógica liberadora y transformadora en su escuela y su comunidad selvática de Chazuta-Tarapoto.

Este ensayo abriga dos objetivos centrales: el primero es apagar el silencio, que quema, araña y orilla nuestra selva peruana de los principales aspectos de la vida cultural, literaria y principalmente educativa. La selva peruana está casi ausente de la vida nacional. El segundo objetivo es insistir en la diversidad cultural y educativa contra la cultura y educación homogeneizante que se practica en el Perú, pese al mandato teórico de la diversificación. Existe una vasta bibliografía sobre educación, enjundiosos estudios críticos, analíticos y teóricos, pero, de manera homogeneizante; la multiculturalidad está también orillada de manera práctica.

Pretendo entonces, dentro del paradigma pluralista de la filosofía antisimilacionista del pluralismo cultural, insistir en la multiculturalidad e interculturalidad, frente a la uniformización cultural en tiempos de globalización. Y, considerando a la educación como uno de los ejes fundamentales para el desarrollo integral de una nación, plantear a partir de una experiencia local, rural, el desarrollo de una nueva política educativa nacional que lleve a la práctica la diversificación. La selva es el escenario pedagógico preciso para ello, porque estamos vinculados entre nuestros mitos y costumbres, nuestras etnias y cultura ancestral con el laboratorio biológico que es la selva. Puede ser la mejor apuesta de futuro, y las municipalidades pueden jugar un rol importantísimo como democracia local y su relación directa con la comunidad.

Para llamar la atención, hacer agradable y menos agotadora su lectura, este ensayo, reitero, está escrito intimando poesía y narración. También se emplea un centenar de palabras con la manera típica de decir las cosa del selvático nato, ese lenguaje regionalista  mezcla de español y quechuismo que le dan una gracia singular pícara y vivaracha que lamentablemente se están perdiendo, cuyo significado se dan al final del ensayo.

Una muestra de la poesía y la narración, lo digo así:

El hombre que vive y convive en la Amazonía armónicamente con la naturaleza y sus trinos tiernos de orquídeas y aguajes, tapires, tigrillos y guacamayos, abriga sueños y utopías con toda la intensidad de su cálido terruño. La selva es intensa, no sólo se sueña más, sino que se confirma que la utopía es posible y conseguible. Nada se puede comparar con la música que crea y endulza en nuestro mundo interior. Todo aquel que va, regresa convencido que la selva es un lecho de sueños y esperanzas y dirá orgulloso, estuve en la selva donde los sueños se escuchan. El chuncho de hoy ya no es el chuncho de ayer. Está sipi sipi para el progreso. La selva es cultura y no un ente fosilizado; es un sistema verde en evolución, intercambio, diálogo y mestizaje permanente; además de orden y armonía tiene imagen y sonido, es animación permanente. La selva es un macetero encendido.

(…)

A las 6 en punto de la mañana, el maestro Justiniano abre las puertas de su casa al sol en el distrito de Chazuta. Sale y recibe con profundos suspiros el verdor selvático y el airecillo aromático de sus bosques y frutales. El rumor inmenso del impetuoso y musical río Huallaga le hace sentir una libertad auténtica, circulando por su mente profundas reflexiones de emplear ese maravilloso material para forjar una propuesta educativa de conservación y desarrollo de su pueblo, y no puede dejar de sentir también la angustia de comprobar cómo los árboles de buena madera como la caoba y las plantas medicinales se encuentran cada vez más lejos, casi como extraños ya a sus moradores, se orillan cada vez más.

(…)

Justiniano, es uno de los maestros inquietos e innovadores de la escuela chazutina, construida a orillas de la Plaza principal, acuartelada de gruesas paredes de concreto como cercos que la rodean, en cuyo interior, al decir del maestro Justiniano, los alumnos estudian en aulajaulas, todas las materias, menos la selva, casi olvidados por completo del árbol vida, el bosque puro, la arcilla-tierra artística, el idioma nativo, su cultura y folclor y los senos prodigiosos de la Cordillera Nor Oriental de los Andes que en su  proyección desciende como un remanso y abre la Amazonía en Selva baja y Selva Alta.

El maestro Justiniano, perfumado con el aroma de una pedagogía transformadora, llevaba a la práctica acciones que, según él, se encontraban en las orillas de la educación. Su Proyecto  de Transformación Educativa presentado  en la Dirección y luego fundamentado en la Asamblea de Profesores, fue dado el visto bueno y el compromiso de la mayoría de participar en las mismas, antes de su aprobación definitiva.

(…)

El Plan promovía la salida al campo de todo el colegio tres veces al mes. Una Clase en el Bosque, era el título de la actividad. De acuerdo con lo programado, tenían que ir al bosque inexplorado, en todo caso al río, al cerro, a la mina, a la maderera, a la cocha, al aguajal, a buscar frutas silvestres, a la etnia más cercana, a la chacra de alguno de los alumnos, en fin al lugar escogido para ese día. En el mismo lugar de los hechos y, facilitados por sus profesores, los alumnos deben sugerir lo que desean saber, ayudar a desarrollar el tema, utilizando sus conocimientos adquiridos hasta ese momento bajo cualquier circunstancia, ya sea con sus profesores anteriores, en los libros, con sus padres, en la calle o en las andanzas con sus amigos.

(…)

Una educación con toda la fuerza de su conciencia cósmica que nos convenza que el ser natural es superior al ser humano. Es decir, el “mundo salvaje de la selva”, es superior al “mundo civilizado” de la sociedad, y que es éste, el gran provocador de las grandes tempestades y desastres naturales con su insensatez e incapacidad de vivir en armonía hasta consigo mismo.

Mientras los pueblos se van quedando calvos de árboles, la nueva propuesta pedagógica de aplicación que empezaba a forjar el maestro Justiniano, hacía pensar y reflexionar a los chicos y a sus profesores en esta primera clase en el bosque.

(…)

Al aplauso de los niños, el viento los regresaban cánticos emotivos como bramidos de flores, y los pajarillos intentando una sonrisa participaban en la mágica fiesta pedagógica.

Todos los documentos educativos oficiales y no oficiales, libros y tratados actuales hablan y proclaman que la educación debe estar centrada en los niños, en el alumno, pero que curiosidad y hasta patético, a la hora de la hora sólo se piensa y prioriza el presupuesto. Es decir, en la práctica, tenemos una educación centrada en el presupuesto.

(…)


Don Goyo, como todos los domingos, escuchaba misa con toda su familia y como siempre se sentaba en primera fila de la iglesia tarapotina. Su estandarte de hombre próspero y emprendedor brillaba en todo el ambiente para mayor gloria de Dios; se arrodillaba solemne, hacía calmo la señal de la cruz y rezaba el Padre Nuestro con unción de buen parroquiano.

(…)

Entre copa y copa y un suculento almuerzo regionalista, don Goyo le confesó que le tenía unas ganas al maestrito Justiniano que en un solo mes de su programa radial le estaba recortando sus ganancias e indisponiendo ante la gente “Y no es sólo a mí ah…” enfatizó.

(…)

-por culpa de ese maestrito Justiniano te enumero lo que tengo que hacer:

  1. Árbol que corto debo sembrar otro.
  2. Mi ganado debo llevarlo más lejos.
  3. Debo ayudar la edición de los trabajos intelectuales de los escritores regionalistas y mejor si son alumnos.
  4. Debo construir biohuertos en las escuelas.
  5. Que debo comprar libros para la biblioteca comunal.
  6. Que debo apoyar en la construcción de la Casa de la Cultura.
  7. Y últimamente nos ha salido que hay que pagar un bono de solidaridad para el desarrollo regional.

(…)

En un lugar descampado lejos de Chazuta, el maestro Justiniano, completamente vendado, era golpeado brutalmente y directamente en los pulmones (…)

A fines de diciembre de ese mismo fatídico año, Charito conversaba con su papá.

-Todo fue tan rápido, no alcanzo a comprender, por qué de pronto el maestro Justiniano se murió de tuberculosis, ¿tú crees papá que era culpable de lo que le acusaban? -Preguntó Charito.

El padre  miró con curiosidad a su hija, miles de pensamientos circulaban por su mente; suspira triste, luego se pone serio, va a lo más hondo de su ser y responde. -¡No hija! ¡No lo es!

(…)

Hace 13 años este proyecto se paralizó, para que no vuelva a ocurrir lo mismo, todos y cada uno de nosotros, por supuesto según nuestras particularidades, debemos estar preparados y tener capacidad de responsabilizarnos de su continuidad, de tal manera que, para que vuelva a paralizarse nos tienen que asesinar a todos.

Hoy día iniciamos entonces, la construcción de una educación mejor en perspectiva de una sociedad también mejor, teniendo siempre presente que un buen educador las cosas difíciles los hace fáciles; que un buen educador también aprende de su alumno y de su pueblo y, agrego el proverbio chino que dice: “el maestro que no hace que su alumno lo supere, no es bueno ni el maestro ni el alumno”.

Y, así, mientras los maestros sacuden sus viejas y nuevas ideas; afuera, en el esplendoroso y mirífico bosque, los árboles tronaban sus raíces y se entrelazaban en un abrazo jubiloso; la esperanza para ellos volvía a florecer, las orillas de la educación, ebrias de vida y contento han de producir los frutos más dulces que a los niños y jóvenes ha de alimentar para conquistar la felicidad, la paz y una sociedad mejor. Las orillas de la educación a pesar de la sangre martirizada, volvían a sonreír como un coro verde de esperanzas.

Como puede notarse, el libro está escrito en 3 partes, la primera que habla sobre la situación de la educación en el Perú. La segunda, con ejemplos se pone en práctica la propuesta pedagógica transformadora y la tercera parte, después que el maestro Justiniano es asesinado por los grupos de poder, Charito, una de sus alumnas, regresa como profesora a continuar lo que su maestro se propuso y que ella muy bien lo captó.  Así es el devenir, se produce al margen de nuestra voluntad, ésta sigue su curso y tiene que seguir hasta constituirse en una sociedad mejor y, contribuir en tal tarea histórica está en nuestras manos, poetas y escritores.

El presente ensayo pedagógico, también nos lleva a plantearnos que todos educamos y nos educamos, que la verdadera enseñanza está principalmente en el patio y en la calle como en la sala de clase. Que enseñamos como dice Makarenko, con la actitud, el gesto y la palabra.


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