domingo, 17 de abril de 2011

♠ LITERATURA PERUANA Y 1911 EL GRAN AÑO.



1911: El año de la literatura peruana

Por: Ricardo González *

Hay años en la historia -son pocos, pero son- tan significativos que parecen concentrar los procesos vividos por una colectividad, y quedan como hitos privilegiados y cifras máximas de un pueblo o de una época. Por ejemplo, 1492 en la maduración histórica de España: viaje de Colón, la caída del reino moro de Granada y publicación de la gramática de Nebrija, fundamental en la difusión del castellano como lengua unitaria de España y del imperio español.
Puestos a elegir un año en el que coincidieron signos centrales de la maduración de la literatura peruana, no dudamos en postular a 1911 como el punto de partida incuestionable de las líneas principales de nuestras letras contemporáneas.
Y LLEGÓ EGUREN

El primer fruto maduro de la estética moderna, con un lenguaje sutil y abierto a diversas interpretaciones mediante un arte poética de coherencia creadora y originalidad (expuesta con brillantez en sus “Motivos”), se publicó en 1911: “Simbólicas” de José María Eguren (1874-1942). Ese rol fundador de Eguren fue reconocido pronto. La revista “Colónida” le dedicó en 1916 una de sus carátulas y, a través de ensayos luminosos, supieron degustarlo Enrique A. Carrillo, José Carlos Mariátegui (quien editó su obra poética reunida en 1929) y Jorge Basadre, quien -reseñando la edición de 1929- sostiene que Eguren y Vallejo son los dos grandes forjadores de la nueva poesía peruana.

Eguren es nuestro primer poeta estudiado con el esmero y rigor analítico de un “clásico” (un autor que se juzga perdurable, punto de referencia para las generaciones siguientes). Estuardo Núñez le consagró su tesis universitaria, convertida luego en el libro “La poesía de Eguren” (1932); el estudio de Núñez es también inaugural pues introduce en el Perú el método estilístico, dando inicio a la crítica literaria peruana con las nociones propias de los estudios contemporáneos.
TAMBIÉN VALLEJO

En 1911 también se hizo presente el otro gran fundador de nuestra poesía: César Vallejo (1892-1938). En pleno centro de la sierra, en Cerro de Pasco, y en el semanario de audiencia proletaria “El minero ilustrado”, como si enfatizara desde un comienzo sus raíces andinas y su solidaridad con la masa, publicó el primer poema que le conocemos: “Soneto”, difundido por el investigador Hugo Arias Hidalgo, quien anotó con acierto: “un sutil lirismo descriptivo, en el vaho de melancólicas escenas andinas y de una sufriente evocación nostálgica [...] el sufrimiento corresponde a la voz poética que aquí oficia de voz del alma de la raza”.

Es decir, ya palpita ese “sentimiento indígena” que luego pondrán de relieve Antenor Orrego y Mariátegui, ungiéndolo como expresión culminante del mestizaje indohispano (primer logro de la “etapa nacional” de nuestra literatura, según los “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”).
GONZÁLEZ PRADA

Eguren y Vallejo se ven acompañados por el escritor del siglo XIX que había dado los primeros pasos firmes, tanto en la poesía como en el ensayo, en la asimilación peruana de la “modernidad”: Manuel González Prada (1844-1918), quien publicó “Exóticas”, su poemario más experimental, poniéndose “a tono” con el clima modernista de esa década.

González Prada ejerció un magisterio crucial en el ensayo y las ideas políticas. Influyó en Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, el indigenismo, etc.; y también, en la nueva sensibilidad poética. Estimuló a Eguren (hasta el título de “Simbólicas” ostenta un aire familiar con los poemarios de González Prada), a los “colónidos” (colaboró con ellos su hijo Alfredo) y a Vallejo, pues en la entrevista que le concedió en 1918 invitó al futuro autor de “Trilce” a romper el lenguaje y las convenciones estéticas si lo juzgaba necesario.
EN EL UMBRAL

En 1911 no apareció en la narrativa o el ensayo un libro de la excelencia artística de los poemarios citados, pero resulta asombroso que ese año también entregara sus primeros volúmenes narrativos el principal forjador del cuento peruano contemporáneo: Abraham Valdelomar (1888-1919). Todavía muy endeudado con el decadentismo modernista, dio a conocer sus novelas cortas “La ciudad de los tísicos” y “La ciudad muerta”.

Añadiendo asombro al asombro, ese mismo 1911 también debutó la cumbre del ensayo peruano contemporáneo: José Carlos Mariátegui (1894-1930). Trabajaba como linotipista en el diario “La Prensa” y un día, sin consultar a la redacción, introdujo en el diario una crónica periodística firmada por Juan Croniqueur, simulando que era un envío extranjero, a modo de avance de unas “crónicas madrileñas”. Comenta Alberto Tauro que Mariátegui fue amonestado por su “conducta inconsulta [...] pero no fue cuestionada la calidad de su artículo [...] le prohibió escribir nuevamente para el diario, sin someter a su autorización los artículos que pudiera pergeñar”. Es decir, ya tenemos a Mariátegui con su osadía intelectual, su espíritu irreverente -jefe de sí mismo- y su información actualizada sobre la escena mundial.
UN SIGLO DE ARGUEDAS

En el rubro de nacimientos de escritores, 1911 también fue un año excepcional. Nació uno de los grandes poetas peruanos, de amplio reconocimiento en el ámbito hispánico: Emilio Adolfo Westphalen, fallecido en el 2001. Con todo lo admirable que es Westphalen, la figura máxima que nació en 1911 fue José María Arguedas, muerto en 1969.

El propio Westphalen, su gran amigo, enalteció el destino privilegiado de Arguedas al beber de dos lenguas y dos culturas, con sus entrañas puestas en todas nuestras sangres. Y es que, como narrador, poeta y científico social, Arguedas llevó a una cima estética y cultural digna de figurar entre las mayores de las letras peruanas e hispanoamericanas el legado de sensibilidad indígena de Vallejo, de socialismo transculturado (“creación heroica”) de Mariátegui, de cuestionamiento radical de González Prada y de textura musical y vuelo idealizador del lenguaje de Eguren y Westphalen. Una cifra cimera, pues, de nuestras letras. No importa que el “Perú oficial” (así lo apodó Basadre) no haya bautizado el 2011 como el año del nacimiento de Arguedas; para el Perú profundo y la actual Lima -ya no criolla, sino de todas las sangres-, sí lo es.
[*] Crítico. Miembro de la Academia Peruana de la Lengua

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