domingo, 27 de marzo de 2011

♠ POESÍA SÍSMICA Y TELÚRICA (Solidaridad con Japón)


PABLO NERUDA

Poesía sísmica y telúrica

No solo la tierra tiembla cuando los terremotos deciden estremecer el planeta. También lo hacen los poetas. Pablo Neruda, hijo de una tierra sísmica como Chile, es un ejemplo de cómo se puede convertir en belleza la dura experiencia de la tragedia.
Por: Enrique Sánchez Hernani
 27 de Marzo del 2011
Chile tiene la aciaga estrella de ser la región americana donde han ocurrido los sismos de mayor magnitud. Por algo en su historia está el sismo más catastrófico del planeta: el terremoto de Valdivia, del 22 de mayo de 1960, que alcanzó los 9,5 grados en la escala de Richter. Este ocasionó dos millones de damnificados y hundió a Valdivia cuatro metros bajo el nivel del mar, además de provocar la erupción del volcán Puyehue.
No es raro, entonces, que este país austral cuente con el poeta más conmovido por tales remezones: Pablo Neruda. En su sensibilidad seguramente influyó también su entusiasmo por la construcción de sus famosas casas y el temor a que estas se derruyeran: La Sebastiana, enclavada en el Cerro Florida de Valparaíso; La Chascona, edificada en una de las laderas del Cerro San Cristóbal, Santiago de Chile; y la famosa Isla Negra, situada en la comuna de El Quisco, Valparaíso. En todas ellas, el poeta tuvo que ver directamente con su rediseño y decoración.
En “Confieso que he vivido”, habla de La Sebastiana tras ser castigada con una sacudida: “Hace dos días volví a entrar, después de una larga ausencia, a mi casa de Valparaíso. Grandes grietas herían las paredes. Los cristales hechos añicos formaban un doloroso tapiz sobre el piso de las habitaciones. Los relojes, también desde el suelo, marcaban tercamente la hora del terremoto.
Cuántas cosas bellas ahora barridas con una escoba; cuántos objetos raros que la sacudida de la tierra transformó en basura. Debemos limpiar, ordenar y comenzar de nuevo. Cuesta encontrar el papel en medio del desbarajuste; y luego es difícil hallar los pensamientos”.
Los críticos creen que el poema “Desastres”, recogido en el libro póstumo “El corazón amarillo” (1974), también alude a esta misma casa, asolada por el terremoto, sobre la que el poeta dice: “En Valparaíso caían / alrededor de mí las casas / y desayuné en los escombros / de mi perdida biblioteca / entre un Baudelaire sobrevivo / y un Cervantes desmantelado”.
Poesía y testimonio

Será en su obra poética donde Neruda brindará el testimonio del miedo, pero también de la esperanza, que suceden a estas desgracias. En sus “Odas elementales” figura un poema que da cuenta de la magnitud que ocupan los sismos en el imaginario nerudiano. Allí, en “Oda a Valparaíso”, dice: “nunca / tuviste / tiempo de vestirte, / siempre / te sorprendió la vida, / te despertó la muerte, / en camisa, / en largos calzoncillos / con flecos de colores, / desnudo / con un nombre / tatuado en la barriga, / y con sombrero, / te agarró el terremoto”. Pero como la poesía es invención de la belleza, así se construya sobre la tragedia, Neruda crea una deslumbrante imagen para aludir al movimiento sísmico: “Las sólidas / casas de los banqueros / trepidaban / como heridas ballenas”.

En 1939 ocurrió en Chile el terrible terremoto de Chillán. El sismo encuentra al poeta dedicado al proyecto que luego sería su “Canto general”, y se cree que los siguientes versos aluden a este seísmo: “Desperté cuando la tierra de los sueños faltó bajo mi cama./ Una columna ciega de ceniza se tambaleaba en medio de la noche,/ yo te pregunto: he muerto?/ Dame la mano en esta ruptura del planeta/ mientras la cicatriz del cielo morado se hace estrella”.
La patria temblorosa

Cuando ocurrió el devastador terremoto de 1960, Neruda no estaba en Chile, sino en Francia, donde la noticia lo conmueve hondamente. Escribe entonces un poema muy largo, “Terremoto en Chile”, que luego publicará en su libro “Barcarola”, y otro, llamado “Cataclismo”, que, según una carta que dirigió a su amigo Volodia Teitelboim, pensó publicar en París, en una edición de 100 ejemplares, de lujo, con ilustraciones de Picasso, Dalí, Tamayo, Miró, Matta y Sequeiros. “El total recaudado será para los damnificados nuestros y la reconstrucción” decía su carta, y repetía: “Hay que fundar otra vez la patria temblorosa. Pondré la poesía y la pintura en pie para la reconstrucción”.

“Terremoto en Chile” es un poema de 101 versos donde Neruda, estremecido por las dimensiones de la tragedia, canta: “Otra vez, otra vez el caballo iracundo patea el planeta / y escoge la patria delgada, la orilla del páramo andino, / la tierra que dio en su angostura la uva celeste y el cobre absoluto, / otra vez, otra vez la herradura en el rostro / de la pobre familia que nace y padece otra vez el espanto y la grieta”.
El sufrimiento de Violeta

La eximia folclorista chilena Violeta Parra fue otra de las artistas que se conmovió hondamente con el terremoto de 1960. Aquel domingo 22 de mayo estaba en el segundo piso de un hotel en Puerto Montt. Producto de esta experiencia escribió la canción “Puerto Montt está temblando”, que la llevó a una contemplación mística. Parra compuso: “Puerto Montt está temblando / con un encono profundo / es un acabo del mundo / lo que yo estoy presenciando […] La mar está enfurecida / la tierra está temblorosa / qué vida tan rencorosa […] le estoy pidiendo al Señor / que detenga su rencor”.

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