lunes, 14 de febrero de 2011

♠ PRUEBA DE AMOR DEL INCA PACHACÚTEC

El agua del inca enamorado

En 1412 Pachacútec, el inca poeta, llegó a Ica. Fue cautivado por la princesa Chumbillalla y por amor hizo construir la gran acequia de la Achirana, que hasta hoy riega los campos de la tierra de su amada.
Por: Antonio Muñoz Monge*

Sir Clements Markham (1830-1916), explorador y escritor inglés dijo que el Inca Pachacútec era “el más grande hombre que la raza aborigen de América haya producido”. Pachacútec fue el verdadero unificador del imperio inca.

PRUEBA DE AMOR


Cuando Pachacútec llegó a Ica quedó encantado con la princesa Chumbillalla que sufría por la falta de agua para su pueblo. Según relata don Ricardo Palma, en sus “Tradiciones Peruanas”, el orgulloso y audaz conquistador del imperio, creyó fácil conquistar ese corazón cercano. Ella, sin embargo, amaba a un joven de su comarca. Fue sincera y se lo dijo al Inca, rechazando sus palabras galantes y toda insinuación.

Él tomó entre sus manos las de la joven princesa y le dijo: “Quédate en paz paloma de este valle y que nunca la niebla del dolor tienda su velo sobre el cielo de tu alma. Pídeme alguna merced que, a ti y a los tuyos, haga recordar siempre el amor que me inspiraste”, relata el tradicionalista que le dijo el Inca.

LA GRAN ACEQUIA


Fue entonces que ella, poniéndose de rodillas le dijo: “para ti no hay imposibles” [...] si te satisface la gratitud de mi pueblo, ruégote que des agua a esta comarca”. El imponente inca le contestó: “…me cautivas con tu palabra como con el fuego de tu mirada. Espera diez días y verás realizado lo que pides. ¡Adiós, ilusorio ensueño de mi vida! Adiós y no te olvides de tu rey”. Según el tradicionalista: “Durante diez días cuarenta mil hombres de su ejército se ocuparon en abrir el cauce que empieza en los terrenos del Molino y del Trapiche y termina en Tate, donde habitaba la hermosa joven”.


LA ACHIRANA HOY

La gran acequia la Achirana, construida en nombre del amor, es hoy fundamental para la agricultura iqueña y alrededores. Gracias al inca cautivado por la joven princesa, en pleno siglo XXI se aprovecha el agua que él hizo llegar hasta su amada para regar: Tacama, Vista Alegre, Chabalina, Belén, Santa Elena y Pueblo Nuevo, entre otros. Así, las aguas de la pasión, discurren calmando la sed de los caminos iqueños.

(*) Periodista Costumbrista.

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