.(El comienzo del enamoramiento puede producir el mismo efecto en el organismo humano que el recibir una dosis de cocaína, droga que es un poderoso estimulante.)
El famoso filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset definió alguna vez al amor como "una especie de imbecilidad transitoria, un estado de angostura mental, de angina psíquica".
Según los estudios científicos, cada vez que incurrimos en esa maravillosa pero enloquecedora imbecilidad amorosa, "perdemos la cabeza", debido sobre todo al cóctel químico de testosterona, estrógenos, feniletilamina, dopamina y otras sustancias hormonales y neurotrasmisoras que se liberan en nuestra sangre y recorren desenfrenadamente todo nuestro organismo.
Mientras perdemos la razón, se acelera nuestro corazón, pensamos de manera obsesiva y recurrente -prácticamente sin poder ni querer hacer otra cosa- en la persona querida, sufrimos altibajos emocionales, nos desprendemos de nuestras inhibiciones, sentido del ridículo y sentido común y nuestro nivel de tolerancia a la tontería se eleva en grado superlativo.
Algunas investigaciones recientes en las Universidades de California y de Nueva York (EE.UU.) sugieren que ese hermoso, pero pasajero, estado en el que a la mayoría nos gustaría sumirnos reiteradamente, también guarda ciertos paralelismos con algunas dolencias e incluso con adicciones a ciertas drogas.
El doctor Hagop Akiskal, un psiquiatra de origen sirio reconocido en Estados Unidos por sus investigaciones sobre la influencia de la evolución y la bioquímica en las relaciones humanas, ha estudiado a las personas enamoradas, descubriendo que sus niveles de serotonina, una sustancia del sistema nervioso, eran similares a las de las personas aquejadas de un trastorno obsesivo-compulsivo o incluso a las que padecían depresión.
.(Durante el enamoramiento, el sistema nervioso y el cerebro exhiben un comportamiento similar al que tiene lugar en una persona con un trastorno obsesivo-compulsivo.)
Los "síntomas" del enamoramiento
Según Akiskal, quien recuerda que las pasiones amorosas han sido definidas como una locura temporal por pensadores como Platón y San Agustín, "el enamoramiento tiene varios síntomas característicos: la persona no puede dormir, no puede concentrarse en otros temas y sólo tiene una obsesión: la persona de la cual se halla enamorada".
En opinión de este investigador de la mente humana, quien trabaja en la Universidad de California, en San Diego, "a los seis meses se puede seguir con la misma pareja, pero habría que sospechar que puede existir algún trastorno patológico si siguen los síntomas del enamoramiento extremo. Conviene que este estado sólo dure pocos meses, porque, si no, se sufre demasiado".
Por su parte, otra investigación impulsada por el psicólogo Arthur Aron de la Universidad de Nueva York (EE.UU.) ha comprobado que el comienzo del enamoramiento puede producir en el organismo humano "el mismo efecto que el recibir una dosis de cocaína, droga que es un poderoso estimulante del sistema nervioso y además suprime el hambre en quien la consume".
.(La persona enamorada no puede dormir ni concentrarse en otros temas. Sólo tiene una obsesión: la persona a la que ama o desea amar y con la que quiere estar.)
A los participantes del experimento les mostraron imágenes de las personas de quienes estaban enamorados y en ese instante se registró la actividad de su cerebro por medio de una tomografía, comprobando que, al motivarse, una determinada área se inundó de dopamina, una sustancia que aparece en la sangre cuando experimentamos sensaciones agradables como el hacer el amor, comer chocolate o consumir ciertas drogas.
Cuando una persona se enfrenta a estas y otras situaciones, de placer o bienestar, en su sangre se liberan después las hormonas oxitocina y vasopresina, que estimulan el desarrollo del contacto emocional entre los individuos enamorados.
La oxitocina surge cuando dos personas se miran a los ojos durante un lapso prolongado, se funden en un abrazo o mantienen relaciones sexuales, mientras que la vasopresina interviene en la formación de los vínculos emocionales en los hombres.